martes, 9 de diciembre de 2008

Paréntesis: Adiós al Cazurro


He tenido que cerrar uno de los blogs. No es que haya tenido en realidad, más bien me pareció necesario; es que no cumplía su propósito (me costó un poco entender esa perorata sobre el propósito del Agent Smith, pero al final le caché y estoy de acuerdo, un programa que no cumple su propósito, o que ya lo ha cumplido, no tiene razón de ser). Así que, adiós, Cazurro de Petoulqui en su etapa como blog, y hola a Del Cazurro de Petoulqui, como sección fija. Ya veremos qué sucede.

Aún cuando pudiera parecer increíble me fue un poco difícil borrar El Cazurro de Petoulqui. Debe ser porque uno se apega mucho al trabajo propio, a las ideas personales, quiero decir a las de uno, a aquello que uno toma como lo suyo (y para ser claro, lo mío). Pero, ya me era hasta molesto ver en la página de Igoogle esa ventanita sin razón de ser. Si al menos, yo hubiera conservado el interés, y como sucede con Las Aventuras de Petoulqui y Mis Libros Favoritos y Otros Más, más allá de la carencia de respuesta, ya sea en comentarios, lectores, visitantes, etc., sintiera la necesidad o el deseo de seguir escribiendo en el desaparecido Cazurro; pero no, ya ni un servidor sentía el mínimo interés ni motivación para escribir ahí.

Entonces es adiós. Y a retomar el trabajo en los espacios que todavía existen (mientras así sea...).




lunes, 8 de diciembre de 2008

Del Cazurro de Petoulqui IV (Extracto final): Las seis baquetas del Maestro Baudilio


Último extracto del Cazurro de Petoulqui, a partir de mañana se cierra.

"Anoche (miércoles 13 de agosto de 2008) tuvimos el gusto de asistir a la exposición del maestro Baudilio Ordóñez acerca del Folklore en Guatemala, la cual tuvo lugar en el Aula Magna del edificio S - 4 de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Para mí fue motivo de nostalgia puesto que hace aproximadamente 10 años, el maestro Ordóñez nos habló de temas similares en el colegio del cual me gradué. Y sé que esa plática, aparte de memorable, fue de gran utilidad.

De esa ocasión recuerdo: Que el maestro enfatizó la importancia de la marimba como nuestro instrumento nacional, asimismo y lo cual me impresionó, que ejecutó la marimba con seis baquetas y que imitó el sonido de un ave (no recordaba cuál, pero se lo pregunté): la guardabarranca.

De lo mencionado en el párrafo anterior, en la presentación de ayer, el maestro reiteró dos (sólo me queda el recuerdo del canto de la guardabarranca).

Aparentemente, el folklore en Guatemala está muriendo. Y me parece que no sólo aquí sino que en todo el mundo. Comparto lo dicho por el maestro Ordóñez, a mi entender nos hemos pasado tanto tiempo descalificando lo nuestro por multiplicidad de razones que ahora está en decadencia.

Ha sido para mí motivo de indignación encontrarme con alusiones despectivas a la marimba desde varios ámbitos, y lo que es peor a mi parecer, sin ningún criterio musicológico, más bien desde la perspectiva más subjetiva e ignorante, insensible en fin.

Pero ante estos oprobios, está la actitud de personas como el personaje a quien dedico estas líneas. Gente, guatemaltecos, que nos recuerdan que dentro de lo nublado que sea el panorama al preguntar quiénes somos, sin embargo suenan los acordes de una marimba.

Argumentos del maestro que me parecieron completamente acertados, fueron los siguientes:

"Dicen que los trajes indígenas fueron imposición de los españoles, pero dónde, en España, se encuentran diseños como los de nuestras comunidades."

"La marimba de doble teclado fue inventada por los Hurtado con la colaboración de Julián Paniagua."

"Dicen en México que la marimba es de allá, pero no nos cuentan que Justo Rufino Barrios regaló Soconusco (y que antes compartíamos más regiones)."

Y algo que no transcribo literal, mas se percibió en todo lo que dijo y ejecutó el maestro (en los sones de carácter autóctono, en las historias que narró, en las artesanías), que es necesario profundizar en el conocimiento de lo nuestro (si lo nuestro es algo controversial, pues sea, pero de que hay que profundizar, eso es un hecho). Es más, me convenció su postura acerca de que el arte popular, es una forma válida de arte, tomando en cuenta que aún cuando hay un método cada pieza es única. Interesante reflexión, ciertamente."




domingo, 7 de diciembre de 2008

Del Cazurro de Petoulqui III: Variaciones sobre un tema


Penúltima extracción del Cazurro de Petoulqui, antes de su cierre definitivo. A partir del próximo post de "Del Cazurro...", estas entradas se quedan como parte de una serie sobre temas musicales (creo que voy a fusionar a "Del Cazurro..." la anécdota de "El trino del Diablo", y posteriores que traten sobre temas musicales; incluso, creo que también las anteriores reseñas del área musical que he publicado aquí en Las Aventuras de Petoulqui).

"Tomando en cuenta lo escrito por Gabriel Woltke en Drogoconfeso, me parece que se ha iniciado un buen tema de discusión acerca de la originalidad.

Lo que me interesa, en esta ocasión, es enfocarme en cuanto a lo novedoso en el arte, sea cual sea. No es mi intención determinar si existe algo nuevo bajo el sol, sino hacer énfasis en que no creo que eso sea tan importante. Para muestra un botón.

En el período clásico, Mozart fue famoso por sus variaciones sobre temas musicales archi-requete-contra conocidos. ¿Por qué? Pues, debido a que sus formas de tratar el tema eran interesantes. ¿Por qué? Porque tomaba lo que todos conocían y lo transformaba en algo completamente distinto e impresionante, por lo magistral de la organización de elementos complejos, íntimamente ensarzados con una expresión viva, humana.

Y en el siglo XX, se vio esta habilidad, o una muy similar en los jazzmen (y jazzwomen) por supuesto. He encontrado más de 50 versiones del jazz standard All the things You are y cada una es muy interesante. ¿Por qué? Pues ya lo expuse cuando traté sobre W. A. Mozart.

Pienso y sostengo que en la literatura es lo mismo y, ¿por qué no?, en las demás artes.

Esto me recuerda al chiste acerca del científico que va con Dios y le dice, 'ya no te necesitamos, hemos inventado un método para crear la vida a partir de la tierra.' Y Dios serenamente le responde, 'Felicidades, hijo. A ver cuándo aprendés a inventar tu propia tierra...'.
Los elementos se encuentran dispuestos, es nuestra tarea crear con ellos, no necesariamente inventar nuevos.

Así, como dijo Cincinato, 'laburemos'."




sábado, 6 de diciembre de 2008

Del Cazurro de Petoulqui II: Bird y Unleashed


Ahora presento estas dos reseñitas que incluí en un solo post.

"El otro día vi anunciada en la programación de tv por cable que iban a presentar Bird, una película que me ha llamado la atención desde hace tiempo porque es una biografía (novelada, podríamos decir) de Charlie Parker, uno de los músicos que más admiro.

Charlie Parker, junto con Dizzy Gillespie (mi trompetista de Jazz favorito), fueron los iniciadores del Bebop (por cierto que mi subrama favorita del Jazz). Charlie (qué confianzas las mías, eh) era saxofonista, fue precoz con el instrumento. Hay muchas anécdotas sobre este jazzman, pero las que más recuerdo (a lo mejor con cariño) son: cuando tocando con una big band comenzó a improvisar de una manera asombrosa, pero no pudo regresar con gracia, se extravió y el bateriísta le lanzó el plato a los pies (una manera de reprenderlo de una manera cáustica), Parker huyó y no volvió a tocar por tres meses. Y la segunda es que Charlie lavaba platos en un club de jazz para ganar plata, pero principalmente para escuchar las interpretaciones del pianista Art Tatum (otro grandísimo del jazz).

Pues, qué puedo decir, sin que piense que es una de las mejores películas de la historia, para mí se ha convertido en una de mis favoritas (incluso ha sido una agradable sorpresa leer que el director de la misma fue Clint Eastwood, quien es un gran entusiasta del jazz), y considero memorable la interpretación de Bird (el apodo de Charlie) por Forest Whitaker.



Ahora bien, otro filme que me gustó, más que todo por el tema musical, fue Unleashed con Jet Li como el protagonista. ¿Por qué me gustó? Porque me recordó a mis años de púber cuando veía las conmovedoras películas de acción de Jean Claude Van Damme, el tipo rudo que así como en un momento estaba machacando a un enemigo, al siguiente era tierno con, por ejemplo, su sobrina (como en León en Lionheart). Pero, lo que más me gustó fue que Danny the Dog (Jet Li) fuera el matón que ama el piano, y es que, aparte de que uno de los actores del filme es Morgan Freeman (lo que me hizo concederle a la obra un poco más de atención), que el villano es Bob Hoskins, me pareció que hacía referencia, aún cuando fuera inconsciente (¿o quién sabe?) a la armonía que preconizaban los atenienses entre cuerpo y alma (gimnasia y música), puesto que Danny se sensibiliza a través de la música. Ya llegando al final de la película pensé "esto me recuerda a los filmes de Luc Besson", y claro cuando terminó al leer los créditos apareció "libreto por Luc Besson". Sí, tenía su estilo. Y aparte, el tema musical de la banda sonora correspondía al del primer movimiento, Andante grazioso, de la Sonata para piano No. 11 en La Mayor de W. A. Mozart. Fue como cuando me encontré con "La Canción de Solveig" de Grieg en Futbol Kung Fu (una de mis comedias favoritas).


Aún cuando este no es un blog de cine, me tomo la libertad de recomendar ambas obras del séptimo arte. Vos diréis. "



viernes, 5 de diciembre de 2008

Del Cazurro de Petoulqui: El Dies Irae


Como estoy a punto de cerrar El Cazurro de Petoulqui, he decidido rescatar un par de posts que me parece que tienen algún valor, aún si nadie los lee aquí tampoco. El primero es acerca del Dies Irae:

"Cada cierto tiempo me encuentro con algo que llama mi atención y, entonces, hago lo posible por coleccionar todo lo que me parezca útil (es decir, no cualquier tontería) acerca del objeto de mi interés.

El año pasado, finalmente, llegué a tener claro qué es el Dies Irae, y no sólo eso, también su importancia en la historia de la música occidental. Y desde entonces, me he dedicado a reunir las citas de esta obra en las composiciones de diversos autores.

El Dies Irae, es un himno religioso, me parece que esto es lo primero que hay que determinar. Es una composición musical correspondiente al período homofónico y de tipo gregoriano. Es un himno para cantarse en una misa de difuntos, y su tema es el "Día de la Ira", el Día del Juicio Final.

Este himno gregoriano ha fascinado, por la razón que sea, a muchos compositores de la música occidental.

La primera vez que escuché su inclusión en otra obra académica fue en el Quinto Movimiento de La Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz, el compositor francés (ya tendremos tiempo para hablar de él), el cual aparece en el programa como Songe d'une nuit de sabbat, "Sueño de una noche de Sabbat", título que puede ser traducido más adecuadamente como "Sueño del Sabbath de unas brujas", un Sabbath negro, una misa negra, un aquelarre. Berlioz nos narra (tanto con la música como con el texto que se encontraba en el programa de la obra) un episodio en la vida de un artista, el cual culmina con la muerte de éste y una pesadilla final, el quinto movimiento, con el protagonista asistiendo como un espectro a sus propias pompas fúnebres rodeado de brujas y hechiceros. Cuando las campanas tubulares indican la llegada de la Media Noche, se escucha el Dies Irae, anunciando el clímax de la obra.

Como digo, esa fue la primera obra en que escuché la incursión del Dies Irae, y me causó una fuerte impresión. Pero la cantidad de obras en las cuales ha sido incluido es vasta. Tanto aquellas que lo citan tal cual como las que toman el título y son obras completamente originales del autor como los Dies Irae de las misas de Requiem compuestas por W. A. Mozart o Giuseppe Verdi.

Algunas de mis obras favoritas, las cuales incluyen variaciones sobre el Dies Irae, son:

Totentanz (La Danza de la Muerte) de Franz Liszt

Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz (el tema suena en 3:24; es sólo el 5to. Movimiento de la Sinfonía)

La Isla de los Muertos de Sergey Rachmaninov (Es la segunda parte de una fragmentación, es mejor escuchar la obra completa; el tema del Dies Irae se escucha a partir de 3:44) "



Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/0/03/MemlingJudgmentCentre.jpg

jueves, 4 de diciembre de 2008

Paréntesis: "There will come soft rains"


Como últimamente me he encontrado con videos en los blogs que leo, se me ha ocurrido subir uno que para mí es interesante. La primera vez que vi este corto animado, yo tenía 11 años y me pareció terrorífico (como parte de aquello que mi padre y un servidor damos en denominar "el terror cósmico"); la mayor parte de las personas a quienes se los he mostrado me han dicho que no tiene nada de perturbador, vos diréis.

Es una producción soviética (Estudio Uzbekfilm) basada en uno de los capítulos de "Las Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury (aún cuando el texto ya había sido publicado con anterioridad en formato de cuento corto): Vendran lluvias suaves (agosto de 2026). La forma como lo escribió Bradbury difiere bastante de lo mostrado por el corto, pero me parece una interesante reinterpretación, más que todo porque fue realizado en plena Guerra Fría (1984... curiosa fecha), cuando la amenaza de una guerra nuclear era más patente. (Clic si desean leer el cuento original)

El poema del cual toma su nombre el capítulo es el siguiente:


There will come soft rains and the smell of the ground,
And swallows circling with their shimmering sound;

And frogs in the pool singing at night,
And wild plum trees in tremulous white;

Robins will wear their feathery fire,
Whistling their whims on a low fence-wire;

And not one will know of the war, not one
Will care at last when it is done.

Not one would mind, neither bird nor tree,
If mankind perished utterly;

And Spring herself when she woke at dawn
Would scarcely know that we were gone.




Sin más preámbulos, aquí está el video:








miércoles, 3 de diciembre de 2008

La traducción: Una historia de la chica llamada Jessica y su gatito en un frasco

Ahora presento la traducción de "A story of a girl named Jessica and her kitten in a jar". El cuento originalmente fue escrito en inglés para facilitar su lectura por parte de la persona a quien está dedicado; pensé que era más fácil, y adecuado, escribir el cuento en inglés que hacerlo en español y luego traducirlo (algo se pierde en la traducción, se suele decir). Sin embargo, realicé el proceso inverso, y aquí presento la versión en español.

Por cierto, que es mi primera incursión en la así llamada literatura infantil (al menos, desde que era un niño y escribía mis cuentecitos). Voy a tratar de incluir otros cuentos infantiles en el blog.

...
Había una vez una chica, cuyo nombre era Jessica y vivía en una pequeña casa. Era tan pequeña que ella apenas tenía espacio para compartir, y aún más, nuestra chica era una artista y cada espacio disponible estaba ocupado por sus obras.

Ella era feliz, aún en los días lluviosos; la única desventaja era que en esos días, a veces, ella se sentía aburrida por estar obligada a quedarse en casa.

Talvez si ella pudiera tener algún tipo de mascota. Pero, ¿qué mascota podría caber en esa casa tan, tan, tan pequeña?

Un día, sin embargo, Jessica escuchó un sonido muy suave. Buscó por toda la casita, revisó en cada esquina, debajo de todo, pero no pudo encontrar cosa alguna.

Hasta cierto punto, ella pensó incluso que todo aquello era parte de su imaginación. Pero en la noche, cuando estaba preparándose para ir a dormir, Jessica escuchó el sonido otra vez: era tan suave, como un murmullo...

Era como el llanto de un pequeño bebé, uno muy pequeñito...

Repentinamente, notó que un frasco de vidrio de su estante se había movido. Ella era una chica valiente, pero aún así, se sintió un poco alterada ante este inexplicable fenómeno.
Como dije, ella era una chica valiente, así que, poco a poco, Jessica se aproximó al frasco de vidrio, pero cuando trató de tomarlo con su mano, el frasco rodó un poco, alejándose, y cuando ella trataba siquiera de tocarlo, el frasco rodaba, hasta que se topó con el muro: no había escapatoria ahora...

Así que, Jessica levantó el frasco del suelo, y, ¿qué encontró?

Un gato tan pequeño que cabía dentro de un frasco. Bien, en verdad era un gatito bebé, pero aún era demasiado pequeño comparado con cualquier otro cachorrito de gato. A Jessica le encantaban las cosas raras, así que se enamoró del gatito.

Jessica procedió a abrir el frasco para dejar salir al gatito, y pensando que él podría estar hambriento, le preparó la cena: un plato con leche. Pero el plato era muy grande para que el gatito lo alcanzara, y cuando lo hizo, cayó adentro y casi se ahoga.

Entonces, Jessica usó la tapa del frasco para poner ahí la leche.

Fue el principio de una linda amistad entre nuestra chica Jessica y el gatito.

Como podrán ver, en esta pequeña historia todo parece acomodarse bien. Creo que Vds. podrían preguntar, “Pero, ¿cómo el gatito terminó dentro del frasco?”. Yo podría decirles, pero prefiero dejar que traten de imaginárselo.

Jessica no iba a permitir que su gatito desarrollara un complejo de inferioridad, de modo que para empezar, ella lo llamó Napoleón, porque Napoleón Bonaparte era un hombre cuya estatura era corta, pero su voluntad era alta.

martes, 2 de diciembre de 2008

Cuento Original: A story of a girl named Jessica and her Kitten in a jar


Dedicado a Heather Jessica Pellecer


...



Once upon a time, there was this girl, whose name was Jessica, and she lived in a little house. It was so little that she barely had any space to share, and even more, our girl was an artist and any available space was filled her works.

She was happy, even on rainy days; the only drawback those days was that, sometimes, she felt bored, because of the obligated stay.

Maybe if she could have some kind of a pet. But, what pet could fit in that very, very, very little house?

One day, however, Jessica heard a very soft sound. She looked all over the little house, checked in every corner, below everything, and could not find anything.

At some point, she even thought that maybe it was all in her imagination. But at night, when she was preparing to sleep, Jessica heard the sound again, it was so hushed…

It was like the crying of a little baby, but a very little one…

Suddenly, she noticed that a glass jar of her cupboard had moved. She was a brave girl, but even so, she felt a little upset about this inexplicable phenomenon.

As I said, she was a brave girl, so, little by little, step by step, Jessica approached the glass jar, but as she tried to grab it, it rolled away a little, and whenever she tried to even touch it, the jar would roll away, until it reached the wall: there was no escape now…

So, Jessica grabbed the glass jar, and, what did she find?

A cat that was so little that fitted inside a jar. Well, truly it was a kitten, but still he was too little even for a kitten. Jessica liked weird things, so she loved the kitten.

Jessica proceeded to open the jar to let the kitten come off, and thinking that he could be hungry fixed him dinner, a dish with milk, but the dish was too big for the little cat to reach, and when he did, he stumbled inside and almost drown.

So Jessica used the cap of the glass jar to pour the milk.

It was the beginning of a nice friendship between our girl Jessica and the kitten.

As you may see in this little story everything seems to fit. I guess that some of you may ask, “but, how did that kitten ended up in that glass jar?” I could tell you, but I rather let you try to imagine.

Jessica would not allow her kitten to develop any inferiority complex, so in the first place she called him Napoleon, because Napoleon Bonaparte was a man whose height was little but his will was high.




Imagen: Propiedad de Heather Jessica Pellecer.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Paréntesis: El fin del principio...

Citando las palabras de Winston Churchill, inicio esta entrada, primera del último mes, diciembre (no me digás...), de 2008, primer año de LAP, MILIFYOT y ELCAP, es decir: Las Aventuras de Petoulqui, Mis Libros Favoritos y Otros Más y el (malhadado; bonita palabra aprendida de la Matadora de Brújulas) Cazurro de Petoulqui (el cual va a cerrar porque ya no cumple su propósito, y como le he dicho a algunos no despierta ni siquiera mi interés).

No voy a decir que ha sido un año aprendiendo acerca de la blogósfera guatemalteca porque, para empezar, no ha sido un año, eso será hasta febrero de 2009; si todavía estamos aquí (no me refiero a un servidor solamente sino a la especie humana). Entonces llevó, qué sé yo, como nueve meses conociendo y reconociendo la blogósfera, tanto guatemalteca como internacional (pero me interesa más la primera, debo reconocerlo), blogueando de manera constante, mas no diaria, publicándome mis textos (no me pongo los moños conmigo mismo), conociendo a algunas personas que he llegado a valorar, y reconociendo a otros, qué sé yo, escribiendo. Esto último, muy importante. Escribir para mí es importante, y una de las ventajas del blog, como alguna vez lo haya mencionado otro bloguero, es que lo ejercita a uno en la redacción de textos, se va forjando un estilo gradualmente, y hasta un tipo con tan marcada tendencia a divagar, como yo, aprende a expresarse en determinada extensión, para facilitar la comprensión... Ja-ja.

No puedo saber qué piensa la gente de este espacio, salvo a través de los comentarios, y tampoco sé si creen que lo consignado aquí es de carácter autobiográfico (exceptuando los cuentos "originales"; aún cuando, a la larga, estos también lo son). No incluyo más nombre que el mío, y el de aquellas personas que así lo autorizan, por respeto a la intimidad de cada quien. Sin embargo, las historias son verdaderas, aún cuando se cambien algunos nombres.

En menos de un año, el tal Petoulqui Jacobo y Julio E. Pellecer S. han estrechado su relación. Hay quienes me conocieron (virtualmente) cuando ya existía el otro, y cuando nos vemos en persona (la primera y sucesivas ocasiones) me llaman simplemente "Peto", lo cual me parece simpático. A veces no estoy seguro acerca de cómo firmar mis mensajes y comentarios; depende, dijo Pepito. "¿Se han dado cuenta de que nunca vemos a Peto y Julio P. a la vez?" Bueno, eso no podría ser, siempre estamos juntos, somos indivisibles, separarnos sería matar a uno de los dos (¡o a los dos!).

Muchas veces me he preguntado, "¿Por qué escribo?". ¿Por qué? Porque tengo que hacerlo, no hay más remedio, no puedo evitarlo. Y escribiendo en esta bitácora electrónica ni siquiera me siento culpable acerca del desperdicio de papel o tinta.

Bueno, vamos a ver qué puedo agregar a esta bitácora en este último mes del 2008, o como yo le quiero llamar "el fin del principio".

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Paréntesis: El colifato en la zona fantasma

Aún cuando también podría titularse, una temporada en el limbo (sin relación con la obra del enfant terrible ése de Arthur Rimbaud, porque ni soy enfant ni soy terrible).

El sábado en la noche, en el cerrito del Carmen, me quedé hasta el final de la proyección del documental de La Colifata (LT22, creo), solo porque mis acompañantes se aburrieron (lo cual comprendo). Estaba fascinado, viendo y escuchando las historias de estos colifatos.

¿Cómo es que se llama la institución? Tiene el nombre de una persona, pero no recuerdo, vamos a ver... Hospital "José T. Borda", ¡eso es! El Borda. Y ahí, algunos pacientes emiten sus transmisiones regulares, los sábados me parece, y se comunican con el mundo exterior, y más importante, con el otro, algo así como yo con Vds.

Y sí, como decían ellos, a veces también me siento un colifato, pienso que estoy como una cabra y demás expresiones. Estos días en la zona fantasma no hacen sino acentuar la sensación y el pensamiento.

Por eso me quedé hasta el final del documental sobre los colifatos, y he ahí el porqué de mi fascinación, supongo que me identifiqué.

El año pasado leí "La Sala Número Seis" de mi admirado Chéjov, y fue una situación similar. Encontré que el mundo de los locos no me parecía tan loco, si bien desesperado y desesperante. ¿Qué es lo cuerdo y que lo chiflado?

Vamos a reflexionar unos días más al respecto para ver qué se nos ocurre...

jueves, 13 de noviembre de 2008

Paréntesis: De los "cómics" y los comics



La presente entrada podría titularse también del "cómic" y del comic, porque es hasta hoy que me di cuenta que en los últimos posts, tanto de Las Aventuras de Petoulqui como de Mis Libros Favoritos Y Otros Más, he cometido el error ortográfico de tildar la palabra "comics" cada vez que la escribo (así: cómics) y no he tildado la palabra "cómic" ni una sola vez (de esta manera: comic). Ahora entiendo a Cero cuando me decía que hay ciertas palabras que, por alguna razón, están fijas en nuestro cerebro con un deletreo equivocado.

No es que quiera que esto se convierta en una columna sobre usos del idioma, pero vamos a aclarar el párrafo anterior. La palabra comics, si la escribimos de manera castellanizada y no como anglicismo (¿o sería barbarismo? A lo mejor Lusifergua nos lo puede aclarar), no llevaría tilde porque las palabras graves, es decir las que tienen el acento en la penúltima sílaba, no se tildan cuando terminan en ene, ese o vocal, como es el caso que nos compete. Por otra parte, la palabra cómic (como la acabo de encontrar en el drae, lo cual fue iluminador), lleva la tilde puesto que las palabras graves, a la inversa de lo antes expuesto, se tildan siempre que no terminen en ene, ese o vocal. Voilá.

Todos los días se aprende algo nuevo.

Ahora bien, ya que hice toda esta perorata sobre los acentos prosódicos y ortográficos en las palabras comics y cómic, respectivamente, puedo aprovechar para tratar acerca de este género literario, el cual últimamente está ocupando bastante de mi tiempo, y hacer una pequeña crónica personal de cómo inició mi experiencia en el tema.

Cuando niño, creo que cada fin de semana, la tarde, supongo que de domingo, la pasábamos, mi primo, conocido como "el Gato", y yo, viendo una película en formato Beta Max (era de gran calidad pero muy caro, por eso fracasó y por la misma razón, sólo teníamos un video; bueno, nuestro abuelo): Superman: The Movie (1978). Y así, asumo, fue como me aficioné a las aventuras de este personaje. También debió de influir la TV, con las series animadas de Superman (años '60) y los siempre bien ponderados Superamigos ("¡poder de imbecilidad! ¡actívese!", ¿no es cierto, Lusi?). Había una serie de Aquaman, en la cual aparecían personajes invitados, principalmente recuerdo a El Flash y El Átomo. Y varias series animadas de Batman y Robin, hasta aquella nefasta con el Batiduende (Batmite), y sería injusto olvidar la serie "camp" de Batman de los años '60, con personajes de carne y hueso (en el caso de Adam West, grasa abdominal y hueso). Creo que tenía cuatro y pico años cuando toda esta mezcolanza tomaba lugar.

Lo que sí recuerdo con seguridad fue, en 1985, cuando mi madre, en el Portal del Comercio, nos compró a mi hermano y a mí (no, no nos compró a nosotros como si fuéramos cosas, no fuimos víctimas del tráfico infantil)... lo replanteo, mi madre nos regaló un par de comics (ahora bien escrito) de la editorial Novaro, mexicana. Eran un par de traducciones, de Batman (la de mi hermano) y de El Flash (la mía). No sé si a mi hermano le apasionó mucho su revistita de historietas, chistes como decía mi madre, pero a mí sí que me causó un hondo impacto. Para mi desgracia, la historia de El Flash era parte de un serial, y me quedé años tratando de averiguar cómo había hecho Flash para escapar del fondo de ese lago, donde lo había dejado El Dorado para que se ahogara... lo leí por ahí en la Red, pero ya no recuerdo. No era la gran cosa...

En el año 1989, hubo una gran conmoción, porque si bien, hasta 1987, hubo cierta emoción con las películas de la serie Superman (las cuales iban desmejorándose con cada nueva entrega), hay que reconocer que Tim Burton hizo algo similar a lo ahora realizado por Chris Nolan con la franquicia del murciélago, la refrescó y nos dejó boquiabiertos. Si bien, luego Joel Schumacher se encargó de destruir lo que Burton había logrado, eso ya no importa, porque Nolan destruyó todo lo anterior a él para crear algo mejor, tan bueno que bien se puede olvidar todo lo bueno y malo anterior, o tomarlo como una muestra más del Multiverso destruido por la Crisis de las Tierras Infinitas.

Así que, aún cuando en mi niñez, teniendo entre 10 y 12 años, seguí siendo fan de Superman, viendo la teleserie de Superboy y demás, cuando para una Semana Santa en la Antigua (sí, tenía 12 años, ahora lo recuerdo), vi en un puesto de revistas varias traducciones de la editorial Vid, también mexicana, de personajes de DC (en realidad, solamente de Superman y Batman), me incliné por comprar la revista del Hombre Murciélago, porque "era más chilero" que la del azuloso (Cómo son los ciclos, porque ahora vivo una situación similar). En la historia se nos mostraba, en flashbacks, cómo Bruce Wayne había perdido a sus padres y se había convertido, gradualmente, en Batman. Toda esta rememoración se debía a que, en el cómic (ahora con su ortografía correcta) Jason Todd (el segundo Robin) había sido herido de gravedad. Ésta sí era una historia de un sólo número, así que quedé más que satisfecho.

En el año 1993 me enteré de algo (ocurrido en 1992, pero ya ven que todo llega tarde) que cambió toda mi concepción del mundo del cómic: La muerte de Superman. Y sé que no sólo yo sentí el shock (éste sí que es un anglicismo). Fue un truco publicitario miserable, pero bien que les funcionó. Era agosto o septiembre, y anunciaban en el periódico (fue en la Prensa Libre, no es por hacer publicidad, pero así lo recuerdo) el próximo regreso del Hombre de Acero.

Una tarde de septiembre, del mismo año '93, estábamos con mi familia enfrente de la vitrina de la Farmacia Kleé del centro comercial Montúfar (no sé si todavía existe... la farmacia, el centro comercial claro que está ahí), y vi un ejemplar de Action Comics (el número 691), ahora con la portada toda arruinada (es que no sabía cuidar de un cómic). Aparecía Superman con un traje negro (inmediatamente recordé la indumentaria de Jor-El/Marlon Brando, en el filme y de los criminales kryptonianos liderados por el General Zod: "Son of Jor-El, ¡Kneel before Zod!"), y el cuadro parecía un espejo rompiéndose (otra referencia a los filmes, como la ventana que tenían los prisioneros de la Zona Fantasma) y, claro está que me emocioné, pedí que me lo comprarán. Tenía 13 años y mi poder adquisitivo era casi nulo. El cómic costaba Q.9.75 (ahora van por los 28 ó 30 quetzales, y no valen tanto como mi viejo ejemplar, opinión personal).

Así comenzó una larga historia de 6 años de ser un fiel fan de los comics de la serie Superman, esto es: Action Comics, The Adventures of Superman, Superman, The Man of Steel. Presencié el Regreso de Superman, El Mundo Bizarro, La Muerte de Clark Kent (hablando de más trucos publicitarios), El Juicio de Superman, El Rompimiento del Compromiso de Lois y Clark (qué feo suena "rompimiento", pero existe la palabra, ya revisé), La Noche Final, El Casamiento de Lois y Clark, El Superman Eléctrico (soportar esa etapa demostró que yo era buen fan), El regreso del Superman regular y ya no recuerdo qué más, pero sí que en el año 2000 tenía otras cosas qué hacer y sentí que las historias se estaban repitiendo (creo que ese es el problema con los superhéroes, muy galería de villanos y todo, pero hay un límite creativo y uno se cansa).

El año pasado, el Flammer me pasó un programa para leer comics en formato cbr y desde entonces me he dedicado a leer todos los comics que cuando era adolescente no estuvieron a mi alcance, ya fuera por motivos económicos o por el simple hecho de que, aquí en Guatemala, eran imposibles de conseguir.

Así, he descubierto las obras de Alan Moore y Frank Miller, y sé que hay muchas otras por descubrir, que estoy en la punta del iceberg, pero hay más tiempo que comics, así que no me preocupo.

"Nos vemos en el próximo número", como dijo quién-sabe-quién.




viernes, 7 de noviembre de 2008

Cuento Original: ¡JA-JA!





Este relato está dedicado, respetuosamente, a mi buen y paciente amigo Octavio Enríquez. Aún cuando la temática es autobiográfica; es decir, trata acerca de mí.
...


Rió y su carcajada resonó en cada esquina:

“¡JA-JA!”

Se creía tan gracioso. Casi podía sentir la comicidad atravesando su cuerpo.

Ahora bien, utilizamos el término “sentir” con cierta amplitud, con alguna libertad, hemos de reconocer, porque si bien se suponía que nuestro individuo era un ser sensible y sensitivo, más bien sólo representaba esto último en una cuasi absoluta ausencia de lo primero. Y, por aparte, las sensaciones que tenía estaban bastante distorsionadas por haber bebido ávidamente del cáliz dionisiaco.

Había llegado a la reunión social y repentinamente lo había golpeado el hecho de sentirse terriblemente inadaptado. Definitivamente, algo no estuvo bien en su educación, puesto que él no estaba integrado satisfactoriamente a la sociedad, y no nos referimos a la pasividad de una insociabilidad, sino también a ciertos rasgos antisociales.

Cuando le preguntaron qué deseaba beber, él respondió tratando de pasar por ingenioso que quería una cuba, “pero, una cuba socialista…”, y quien se la sirvió le respondió, “ah, una cuba ja-ja…”, y le entregó la bebida preparada impecablemente.

Comenzó a beber y sintió los efectos relajantes del ron. “Ah, el ron…”, pensaba, “… la bebida que tomaban los marinos ingleses cada mañana para fortalecerse. Y, claro, también los piratas…” Y como pirata, el ron lo despojaba, pero de su sensatez.

¿En qué momento comenzó todo esto? O más bien, ¿de qué manera? Es que no podía recordarlo, o quizás era simplemente que no podía entenderlo. En estas historias, que eran la frecuencia de su vida, siempre había una pregunta, la cuestión fundamental, claro es: ¿por qué?

¿Por qué se tornaba repentinamente en todo lo que él odiaba (o creía odiar)? ¿por qué, de manera inesperada, él hacía a otros lo que no quería que le hicieran? ¿Por qué era capaz de lastimar a quienes amaba más?

Sería mentir si dijéramos que nunca había respondido estas preguntas. Lo había hecho, por supuesto. Y las respuestas que encontraba eran de diversos tipos, psicológicas, filosóficas, morales, etc. Pero, el hecho es que eran respuestas y no soluciones; el problema fundamental no estaba resuelto. Algo estaba descompuesto y él, evidentemente, no era capaz de arreglarlo.

“¿Por qué?”

“¡¿Por qué?!”

“¡¡¿POR QUÉ?!”

No había sido capaz de resolver el enigma. En vez de eso, cada vez más, se había internado en un laberinto… y él sabía que en los laberintos hay, por lo menos, una bestia capaz de matar y devorar a un hombre… o, a lo mejor, de comérselo vivo, nunca se sabe, la verdad.

Vivía por reflejo condicionado y lo sabía. El caos en su interior era fácil de identificar en su exterior, en sus relaciones sociales, en sus actividades cotidianas, incluso en el desorden de su habitación-estudio-lo que sea.

Y así, así sin más, así como era él, sin estar muy seguro (quitémosle el muy) de qué carajos pasaba consigo mismo, extraviado en ese infinito laberinto que era su propia vida; así llegó a la reunión social, se bebió su primer “cuba ja-ja”, sintió al cómico en él emerger, escuchó cómo se reía macabramente, sonrió de oreja a oreja (como nunca lo había hecho) y comenzó la función, “su función”.

De repente sintió los reflectores en la cara, pequeñas lucecitas fijas en él, atentas a cada movimiento que hacía. Lo seguían en cada una de sus gesticulaciones, de sus pantomimas.

Él reía y parecía como si un eco (sería la resonancia del laberinto) hacía que su risa se tornara ensordecedora. ¡JA-JA!

“¡JA-JA!” Todo el mundo reía con él, cada cosa que decía era graciosa. Él era el bufón y lo estaba gozando.

Cuando encontró el chiste perfecto, decidió apegarse a él, a fin de cuentas, hay que continuar con lo que funciona. Siguió con su chiste de repetición, ¡JA-JA!, “ES QUE ES TAN GRACIOSO, PERO TAN GRACIOSO”.

Parecía que ya no quedaba nada de su timidez inicial, estaba en el extremo opuesto, sin haber pasado nunca por el intermedio.

Entonces, escuchó el bramido de la bestia (un minotauro, supongo), la criatura que habitaba en el laberinto y que no parecía dispuesta a dejarle en paz ni en su momento de mayor gloria, en el más grande de sus triunfos.

Y, aún cuando nos parezca increíble, la vio frente a él. Era realmente monstruosa, era un engendro repulsivo.
Como un relámpago, recordó algo, era un párrafo de cierto cuento escrito por Oscar Wilde, que él había leído hacía tiempo. Se titulaba El Cumpleaños de la Infanta:

“Cuando al final la verdad se abrió paso en su mente, el enano lanzó un aullido un grito de desesperación y cayó al pavimento sollozando. ¡Ese ser deforme y jorobado, de aspecto horrible y grotesco, era él! ¡Era él mismo, él era el monstruo, y era de él de quien se habían reído todos los muchachos... y la Princesita, en cuyo amor creyera...”

El párrafo describía justo el momento cuando este noble personaje, el enanito, cuya belleza interna era formidable, veía por vez primera, reflejada en un espejo, la imagen de su cuerpo deforme…

Y ahora le tocaba a él, a nuestro individuo, de una fealdad interna abominable, ver la verdad sobre sí mismo. Ahí estaba la bestia ante sí, la bestia bramante. Pero no era exactamente un minotauro. La voz gutural que emitía era cada vez más familiar, la había escuchado antes, pero dónde, esto no lo podía recordar…

Escuchó más atentamente, ¿cómo sonaba...? ¿qué era lo que decía?

Ah sí, ahora lo sabía:

¡JA-JA!

“Sí…”

“¡JA – JA!”




Imagen: Tomada por Alex Luna

martes, 4 de noviembre de 2008

Paréntesis: Rorschach


Me gustan los paréntesis porque, contrario a lo que sucede con los capítulos, no tengo que enumerarlos, cada uno es distinto, y si fueran iguales o tuvieran alguna similitud, pues da lo mismo. Los paréntesis, ya lo saben quienes me conocen (que ambiguo suena este verbo para la connotación que quiero darle), son mi refugio del tiempo y el espacio de Petoulqui. En esto último se parecen a los capítulos cero (que nunca serán "ceros", el plural sería la muerte de este número), pues en los cero no hay tiempo ni espacio petoulquianos ni del tipo que se nos pudiera ocurrir (si se me perdona por mis búsquedas de complicidad con las personas lectoras).

Cuando era niño, aparte de que soñaba con ser un gran investigador, inventor, hombre de ciencias diversas y escritor (claro es), me gustaba jugar a los detectives. No sé si muchos de mis contemporáneos jugaban a ser investigadores privados, pero para mí era una verdadera delicia.

Tenía 7 u 8 años y mi padre nos trajo unos comics ("chistes" les llamábamos) de Dick Tracy (todavía lo tengo), Charlie Chan (no sé imaginan cuánto lamento esta pérdida), El Pájaro Loco y ya no recuerdo de qué más, pero lo que sí tengo presente es que todos los leí. No recuerdo cuál era el tema del de Charlie Chan (con sólo pensar en el viejo cómic puedo percibir el olor a guardado), mas puedo visualizar la primera hoja, con el cuadro abarcándola completamente: era una imagen del detective chino caminando en una calle tenuemente iluminada... (a lo mejor me equivoco).

Curioso que aún cuando me gustaban tanto los detectives nunca he leído siquiera una de las historias de Sherlock Holmes. A decir verdad, sí he leído El Crimen de la Rue Morgue y La Carta Robada. Y últimamente leí algo policíaco pero no puedo recordar qué fue. Ya me vendrá a la mente cuál fue la novela policíaca... ah sí, ¡se trata de El Fantasma de la ópera de Gaston Leroux!

El año pasado, mi amigo Luis, también conocido como Chomps: El flammer, me hizo un buen regalo, un programa para leer archivos cbr (comics en formato electrónico) y desde entonces le he dado buen uso. He leído muchos de los cómics que siempre anhelé en mi niñez y adolescencia. Ahora estoy bastante entusiasmado con las historias de Frank Miller y Alan Moore, y es por eso que el título de este paréntesis es Rorschach. He encontrado otro personaje en quien fijar mi atención y tomarlo como "role model".

En Mis Libros Favoritos Y Otros Más dejé registro de la fuerte impresión que causó en mí el personaje de La Isla del Tesoro, Long John Silver. Tanto la novelita de piratas de Robert Louis Stevenson como su personaje se encuentran entre mis favoritos. La ambigüedad de Silver me parece soberbia, si bien en el mundo real lo odiaría, pero el papel aguanta con todo.

Y Rorschach, el oscuro detective-vigilante-antihéroe de Watchmen de Alan Moore, me ha dejado sorprendido. Ya trataré acerca de esta novela gráfica en Mis Libros Favoritos..., por el momento sólo quiero parafrasear aquí una advertencia de este detective, quien ahora está en mi repisa mental de fenómenos junto a Silver, cuando se dirigía a un montón de maleantes que lo amenazaban: "Vds. están equivocados... yo no estoy encerrado aquí con Vds., son Vds. quienes están encerrados aquí conmigo...".

El punto climático de Watchmen sucede el 2 de noviembre de 1985. Terminé de leer la novela gráfica, en formato cbr, el 2 de noviembre del presente año. ¿Coincidencia? No realmente. En el Capitán Pateabolas, un blog cuyo link encontré en los dominios del Ciudadano Cero, el post del 26 de octubre hacía referencia a una pieza llamada "The End Is The Beginning Is The End" de The Smashing Pumpkins, la cual es parte de la banda sonora de la nueva cinta de Watchmen que se estrenará en junio del año siguiente (y la cual, por cierto, no cuenta con la aprobación de Alan Moore, quien indica que sus comics están hechos para ser leídos no para ser vistos en el cinema... tiene bastantes argumentos, denle clic si desean leerlos), y esto me motivó la semana pasada a terminar de leer los archivos cbr de Watchmen que había descargado hacía meses. Al principio, la narración se me hizo pesada, pero según fui avanzando no pude parar, y reitero el hecho de que además de Rorschach, la mayoría de personajes y situaciones son muy interesantes. Si alguien desea descargar Watchmen: clic aquí, lo llevará al sitio indicado (cortesía del Capitán Pateabolas). Estoy de acuerdo con Moore, su obra debe de ser leída, incluso sugiero firmemente no leer reseñas ni resúmenes previo a la lectura de esta novela gráfica, me parece que es mejor apreciarla detenidamente y, luego, sacar conclusiones propias al respecto.

Recuerdo que mi maestra de literatura de la secundaria decía que los comics eran para niños... Ja-ja...







lunes, 3 de noviembre de 2008

capítulo vigesimonoveno: "el calavera debe morir..."


Y así es, el Calavera ha de morir. Lo he sentenciado a muerte.

No cabe duda que es difícil decirle adiós, pero ya no lo soporto más. No me queda más remedio que hacer lo mismo que con ciertas amistades que me han resultado nocivas, es necesario cortar por lo seco (literalmente).

Adiós, Calavera.

...


El Calavera nació según recuerdo en el año 1999, pero no estoy seguro acerca del mes de su llegada. Fue en ese año que me puse la primera borrachera, o más bien intento de borrachera, y desde entonces el Calavera me ha acompañado, siempre dentro de mí, siempre esperando el momento cuando lo deje salir, así como en el relato de Ray Bradbury, aquel en el que un hombre se queda sin esqueleto porque su osamenta decide salir a dar un paseo y la esposa encuentra al protagonista en el suelo convertido en una masa amorfa de piel apachurrada... ¡cómo divago, Dios mío!

Decía; el Calavera sale cuando yo bebo alcohol. No siempre puede hacerlo; mientras yo conduzco, él, simplemente, queda relegado al papel de copiloto. Pero en cuanto yo me desconecto, él toma el mando y es ahí cuando comienzan los problemas.

En este blog, junto a todos los personajes quienes lo cohabitamos, siendo todos parte de una misma persona, hemos de agregar al Calavera, pero sólo para mencionar su muerte. Curioso, él, quien es símbolo de muerte, ha de morir en días tan cercanos a otro aniversario de difuntos. No digo que sea casual porque no creo que lo sea.

El Calavera salió por última vez el domingo 26 de octubre del presente año, en la madrugada. Su punto climático fue a las 5 am (dicen que a esa hora aparecen algunos espantos), se puso necio, elevó el tono de voz, luego llegó el momento de la agresividad, los gritos, el escándalo, las amenazas, la actitud de "yo soy invencible", el daño a propiedad privada, el remordimiento, para culminar con el siempre bien ponderado "todos son una mierda, menos yo, y no necesito a nadie" (sí, claro que sí, cómo no, chon...).

Él y yo, esqueleto y fantasma, caminamos de El Muñecón en la zona 5 hasta el Cerrito del Carmen. Otra de esas caminatas memorables, tambaleándonos por la doce avenida, con la mirada vidriosa. Esto habrá sido como a las 6 am y momentos sucesivos.

Todavía tuvimos tiempo de ir a pedirle cuentas a otro borrachín de por acá (el mismo sujeto que aparece en el capítulo de "Y cuando llegamos..."). "¿Qué fue lo que me dijiste ayer?" "Nada, yo no te dije nada (pajas, me dijo que era una mierda por no darle un quetzal)." "Pues a mí me sonó a que me estabas maltratando." "Nel, cómo vas a creer, yo nunca." "Pues a mí no me gustan esas ondas, vos." "No, mis respetos, maestro, ya sabe." "Va pues."

Y después de dejar al charamilero ese bien ahuevado, descubrí que tenía razón Max Demian, no vale la pena tenerle miedo a ningún hombre, la mayoría de las veces son, parafraseando a Chaquespeare: mucho ruido y pocas nueces. Y eso aplíquese a mí mismo también, eh.

En todo caso, en el transcurso de la pasada semana, me he dado cuenta que este cuerpo no es suficientemente grande para mí y el Calavera. Claro que no lo voy a desterrar porque cualquiera necesita de su esqueleto (ya he citado el cuento de Bradbury, y definitivamente no me atrae la idea de convertirme en una masa gelatinosa), simplemente voy a convertir al Calavera en un sistema óseo normal, lo voy a matar de sed, lo voy a poner a dormir.

Oh, mi querido Calavera, eras un... montón de huesos, de una infinita gracia, cuántas veces anduve a cuestas sobre vos, pero ha llegado el momento de acallarte, de darte el último adiós.

¡Hasta nunca, Calavera!




Imagen: una reinterpretación de una imagen previa diseñada por Chomps: el Flammer. No tengo idea de dónde sacó la original, cualquier reclamo con él. En todo caso, hace tiempo que dije que quería usarla para algo, ha llegado el momento. No existen las coincidencias, ¿o a lo mejor sí? ¿quién sabe?

jueves, 30 de octubre de 2008

Anécdota musical: El Trino del Diablo


Para Quinoff




Cuando Giuseppe se casó con Elisabetta Premazone no se imaginaba el problema que estaba contrayendo.

Giuseppe Tartini era un joven de dieciocho años, estudiante de abogacía en la Universidad de Padua, donde demostró ser un buen litigante, con la espada, hemos de señalar. Y su prometida, Elisabetta, era una de las “favoritas” del Cardenal Giorgio Cornaro. Cuando el religioso se enteró de la boda entre el estudiante y su “favorita” se sintió indignado, como seguramente se hubiera sentido Gianantonio, el padre de Giuseppe, de seguir con vida, pero debido a que Elisabetta era mayor que su hijo y de distinto estamento social.

Por lo tanto, Giuseppe, acusado de "abducción" por su excelencia y siguiendo los consejos de su instinto de supervivencia, tuvo que abandonar a su recientemente desposada cónyuge y partir hacia Asís, al monasterio de San Francisco. Que este sitio fuera el punto que determinara como su escondite no debió de ser una casualidad, de ninguna manera algo azaroso, pues cuando niño, los padres de Giuseppe, Caterina Zangrando y el mencionado Gianantonio habían decidido por su vástago que su destino era convertirse en un monje franciscano (y en última instancia, fue por estos estudios con los franciscanos, que nuestro fugitivo tenía ciertos conocimientos musicales).

Ahora, más allá de estos hechos históricos, nos adentraremos en los terrenos cenagosos de la leyenda, y es posible que un vaho espeso cubra nuestras miradas. Es decir, quizás lo que yo escriba y lo que lean Vds., amables personas quienes me siguen en esta narración, no sea del todo cierto, pero a lo mejor sí entretenido. Vos diréis, entonces.

Estando nuestro joven amigo, Giuseppe, encerrado en la celda, amablemente compartida por los buenos hermanos del Monasterio de San Francisco en Asís, a punto de quedarse dormido, vio aparecer ante él una imagen hasta cierto punto oscura, aún cuando paradójicamente brillante (puesto que podía verla en las tinieblas de su encierro). La imagen le habló, y se presentó, sin más miramientos, como el Diablo, ni más ni menos. Según le explicó, no era su intención causarle espanto ni hacerle daño; lo único que deseaba era servirle. Y, para que vean que fue aquella una noche paradójica, al señorcito Tartini no se le ocurría nada qué pedirle. Finalmente, Giuseppe recordó que él mismo era violinista, un músico (con ciertos conocimientos básicos, ya dijimos), y le pidió a la figura oscura que tocase algo para deleitarle.

Como un genio de las Mil y una noches ("escucho y obedezco"), la figura tomó el violín, que Giuseppe usaba para acompañar los servicios religiosos, afinó las cuerdas y, sorpresivamente, comenzó a tocar la música más maravillosa que hubiera escuchado nuestro encerrado amigo, quien permanecía en silencio y casi sin poder respirar, sintiéndose sobresaltado al escuchar cada deslumbrante trino producido por la relampagueante destreza del siniestro.

Justo cuando terminó la interpretación, Giuseppe despertó.

Sí. Aparentemente, todo había sido un sueño; trató de recordar cómo sonaba la música que había escuchado mientras dormía. Apuntó lo que recordaba y se transformó en lo que Tartini (ya no nuestro querido, joven e inexperto Giuseppe, sino Tartini el gran compositor y teórico) llamó “La sonata del trino del diablo” para violín solo y bajo cifrado.

Y según se dice, las palabras finales de Tartini para Jérôme Lalande, el astrónomo francés, al relatarle esta historia (o una parecida, al menos), fueron éstas: “(Mi composición) es tan inferior a lo que escuché, que si hubiera podido subsistir por otros medios, hubiera hecho pedazos mi violín y abandonado la música para siempre.”



lunes, 27 de octubre de 2008

capítulo vigesimooctavo: el abuelito


Cuando Peto era sólo un niño iba a visitar a su abuelito, quien curiosamente se llamaba exactamente igual que él. Bueno, a decir verdad, el abuelito se llamaba igual que Julio, y por eso Peto... Julio le llamaba a su abuelo, "abuelito Julio". Algo así como la Petoúlquina Amarilla que a Peto (la aclaración ya se hace innecesaria) le llama "Papa Julio".

Y cuando Peto iba a visitar a su abuelito, éste muchas veces estaba sentado junto a su radio (¿qué era, un RCA? Ya no lo recuerdo, la verdad. Lo único que sé es que tenía uno de esos ojos para sintonizar). ¿Y qué escuchaba el abuelito? Pues, swing. ¿Y qué es el swing? El Peto maestro de música respondería: "El swing es el estilo predominante en el mundo del jazz de 1930 a 1940, iniciado por músicos blancos como Benny Goodman, quien por cierto era conocido como "el rey del swing", y llevado a la cumbre por músicos como Glenn Miller... bla, bla, bla...". El Peto niño ni idea tenía de qué era el swing, sólo sabía que, de vez en cuando su abuelito lo llamaba y le decía: "Escucha esto, Perulero (que así era como le llamaba "afectuosamente"). Y a veces el Peto lo que quería era irse a cualquier parte antes que quedarse a sufrir un terrible aburrimiento oyendo esa música.

Esas fueron mis primeras lecciones de música. Si soy músico es por eso. Y por otras cosas, pero esto lo tengo muy en alto entre mis primeros recuerdos musicales. Así conocí a los mencionados Benny Goodman y Glenn Miller, y con el tiempo mientras crecía, también a Count Basie, Duke Ellington, Harry James, Artie Shaw, los Dorsey, y supongo que olvido a muchos otros. Mi abuelo podía reconocer exactamente cuál era el instrumento que sonaba, nunca supe cómo (quizás a algunos les parezca poca cosa, pero mi abuelo padece del oído, y no voy a hablar más del tema porque no quiero).

Cuando era niño, mi abuelo tocaba el saxofón soprano, esto debió ser en los años '30 (mis datos no son tan exactos, verán que mis fuentes o ya no recuerdan tan bien o están muertas), pero sus hermanas decían que podía imitar los solos que sonaban en el tocadiscos. Y por alguna de sus arbitrariedades, mi bisabuelo decidió que no quería que su hijo menor tocara un instrumento musical (que él mismo le había regalado) y que su muchacho nunca iba a ser un músico. Alguien me comentó que había argumentado, además, que se iba a poner trompudo por tocar el instrumento. Y qué sé yo cuántas cosas más. Así que le escondió el instrumento. Mi abuelo se puso furioso y triste y mi bisabuelo, tiempo después, accedió a devolverle el instrumento, pero la obstinación de aquel fue tan grande que nunca más volvió a tocar. Y aquí diré, estoy seguro que se frustró la carrera de un músico nato.

A veces soy un tonto y me olvido de lo que representa mi abuelo para mí. Hay tantas cosas mezquinas en este mugroso planeta (comenzando por el mezquino del Peto), pero hay cosas bellas también. Mi abuelo tiene una gran colección de discos (33, 45, algunos raros de 78...), y ya ha sido reclamada por uno de mis tíos (y yo estoy de acuerdo en que es su derecho heredarlos). A mí, en todo caso, no me hace falta porque mi abuelo me ha dado mi herencia en vida (legado diría el Tato): me enseñó a amar el jazz.


jueves, 23 de octubre de 2008

capítulo vigesimoséptimo: ciudadano cero y petoulqui jacobo en el walhalla


"Negro es el color

Silencio es el sonido

Cero es el número cuando mueres."


Greg Stephens, "Cuélgate boca abajo y muere" (obra estrenada en el Teatro Playhouse, en febrero de 1964, como parte del teatro-club experimental de la Universidad de Oxford).



(El epígrafre lo he colocado porque me pareció un párrafo interesante. Lo encontré, justamente como epígrafe de un librejo, escrito por una tal Joan Fleming, que no Ian Fleming. No hay libro policíaco que buena cita no aporte, aún cuando se la haya sacado de una obra experimental de Oxford.)

Peto iba tarde (qué raro), había pedido 30 minutos de gracia y, según él creía, ya habían pasado 45. El bus parecía no querer avanzar. En realidad, era el tráfico en general el que no avanzaba, así que motivado por el desvío tomado por el trucutú de turno, Peto saltó de la unidad y comenzó a avanzar amenazadoramente entre los demás transeúntes (palabra que ahora se me ha hecho bastante rara), sobre la octava calle en dirección al Portal del Comercio, y específicamente hacia el famoso, célebre y carísimo Portalito (que como dijera Luisito, no compensa sus precios con sus servicios sanitarios y viceversa. Pero sí con el buen servicio, agrego yo).

La misión era encontrar al Ciudadano Cero, personaje a quien Peto conocía únicamente por sus textos y por su voz en conversaciones telefónicas. De repente, el Cero no es el primer bloguero a quien Peto conoce en persona, ni Peto el primero a quien conoce Cero, pero Peto reconoce que el Cero es el bloguero número cero a quien conoce. Ya ven, hay que reconocer que el Cero está fuera del tiempo y el espacio, en un plano que pareciera de la Cuarta Dimensión o algo similar (y por supuesto que ya hablaremos de la Cuarta Dimensión... pero será en otra ocasión).

El Peto, atrasado como iba, con su pinta de energúmeno mezclada con raíz cuadrada (eso es radical cuadrado, y no porque cultive su físico ni mucho menos), esperaba, asimismo, que fuera el Cero quien lo reconociera. A fin de cuentas, hay que aceptar que el Peto es, al menos, un poco despistado, mal fisonomista (diría Lusifergua), y era más fácil que Cero distinguiera los lentes y la chumpita verde desteñido petoulquiana. Y así fue.

Repentinamente, Cero y Peto se saludaron y buscaron una mesa. Encontraron un apartado que no tenía nada de lo dicho, pues colindaba con las mesitas de unos ruidosos jovencitos, quienes a su vez eran acallados por las intensas y bellas notas musicales de la marimba pura del local. El humo de los cigarrillos daba la sensación de una cámara de gas, pero el Peto está acostumbrado a esto y más.

Sirvieron el primer pichel de cerveza, clara porque el Peto quisquilloso tiene predilección por "su nena rubia, ¡qué bellos recuerdos!", etc., y se pusieron a platicar sobre la blogósfera. A fin de cuentas, de qué más iban a platicar. Pues claro, de otras cosas que no voy a escribir aquí, ya fue suficiente con ese emo que logró ingresar a la base de datos y consiguió las identidades secretas de todos los bloggers y amenazó con revelarlas (¿no es cierto, Cero?).

Habiendo comenzado el festín con toda clase de boquitas chapinas que el Peto se comió sin chistar y con varios litros encima (creo que eran dos, pero dos son más que uno), los compañeros de armas decidieron que había llegado el momento de reclamar su sitial de honor en la Mansión de los Aces, así que sin esperar el rescate de una Valkiria, se dirigieron ellos mismos al tal Walhalla, el cual irónicamente no se encuentra en la cima de una montaña sino en una especie de inframundo, creo que le llaman "planta baja", creo...

Y ahí terminó la esperada reunión Cero-Peto, el encuentro bohemio-gastronómico-marimbo-literario, PETOULQUI-CERO.

Luego, el Peto bien borracho (y muy poco bebido, el alcoholismo es atroz), se despidió de Cero, quien abordó un taxi en la quinta avenida, frente a ese edificio-estacionamiento del cual no recuerdo el nombre (¿Torre de estacionamiento? a saber...). Y ya sabemos que al Peto le encanta caminar, y borracho no digamos, de manera que como tenía que ir a Guatemala Musical a documentar un concierto de marimba orquesta, inició su periplo (porque regresó al punto de partida, eso es a su casa, pero un poco más tardecito), pasó por el parque Enrique Gómez Carrillo, antes Concordia, se tomó dos cafés callejeros con un mollete, se puso tan cargante que los que vendían el café lo dejaron hablando solo (bolo necio, a fin de cuentas), negoció su peaje con uno de los "amos" del parque, lo hizo reir, siguió su camino, subió a la tercera avenida, pasó por Don Bosco, avanzó por la avenida Bolívar, se sentó un ratito, bla, bla, bla, bla...



lunes, 20 de octubre de 2008

Paréntesis: 20 de octubre


Me abstuve de escribir el 27 de junio, aniversario de la renuncia al cargo de presidente de la república por parte del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán. No quería caer en el panfleto, porque no es mi intención que este sea un blog específicamente político (aún cuando lo es implícitamente), y no recuerdo por cuál otra causa (alguna habré tenido), tampoco escribí nada explícito para el pasado 30 de junio (quien tenga oídos que oiga...), aún cuando hay mucho qué hablar al respecto (y si lo hiciera me remontaría a la época de la revolución liberal, comenzando allá por 1871...). Para el 15 de septiembre (setiembre, dicen algunos) tampoco me explayé, haciendo alusión únicamente a los símbolos patrios.

Últimamente (y como es mi costumbre), he leído los blogs de muchos otros colegas (que creo poder denominarlos como tal, puesto que hacemos lo mismo: "bloguear" [no sé si existe el término... igual lo empleamos, igual lo hacemos]), hay diversas tendencias de pensamiento, por supuesto, y claro está que no comparto todas, incluso a veces ninguna de ellas, pero el tiempo que he invertido (a menos que haya sido un desperdicio) en leer lo que otras personas escriben sobre el tema que se les antoje, me ha hecho reflexionar acerca de ciertas cosas:

Primero, que cada uno es libre de escribir lo que quiera (el agua azucarada de cada día... la encontré hoy o ayer o hace unos días...). Pero con responsabilidad (esto ya es agregado mío). No me parece correcto (y para mí este término no es tan ambiguo como lo contempla el postmodernismo) que alguien escriba sin poner la cara o, al menos, afrontar el peso que implican sus argumentos.

Segundo, que digan lo que digan quienes lo digan, para mí esta libertad no es el fruto de luchas, gestas, justas, conflictos, bla, bla, bla... Llegamos a un punto del desarrollo histórico que ha alcanzado a todos, a nosotros, a aquellos, a quienes se les antoje, y la espada de dos filos que es la palabra nos está cortando a todos el pellejo. Libertad relativa, libertad falsa, libertinaje carajo (porque eso me parece que puede llegar a ser), libertad de pacotilla, de anónimo, de más blas... pero libertad y qué. Quien quiera que escriba lo que quiera porque puede, no le debe a ninguno y a sí mismo más que la responsabilidad de lo que diga, al final después de tanto romanticismo, panfletería, idealismo, materialismo, irresponsabilidad liberal, autoritarismo partidista; al final, el precio de la libertad me parece que se resume en una palabra: responsabilidad.

Tercero, claro que pienso que Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán han sido los mejores presidentes que ha tenido Guatemala. Ambos tienen colas que les pisen, pues nadie es perfecto (mas no seré yo quien apunte aquí sus defectos, ya con los míos citados en mis narraciones tiene bastante este blog; además, mi intención es elogiarlos), pero así y todo han sido los mejores. Esto no tiene nada que ver con mis observaciones de la llamada blogósfera, pero quería escribirlo antes de que se me olvidara.

Cuarto, nada es tan claro como parece y, definitivamente, nada es estático. He cambiado de opinión no sé cuántas veces en este año. No en lo esencial, pero sí en ciertos aspectos formales. En ocasiones, es necesario mantener la mente abierta y un pensamiento flexible, dos cosas muy difíciles.

Quinto, reitero, no me interesa pertenecer a ninguna clase de grupo social con fines de lo que sea, no creo en los colectivos (no creo porque he visto, soy un descreído por experiencia), no soy partidario de ninguna persona, ni de mí mismo que yo sepa. No puedo creer que haya sujetos que crean, que esperan que uno sea parte de su colmena, que piense como ellos (¿acaso no soy claro en cuanto al hecho que he aprendido que las apariencias engañan y que las ideas evolucionan? Por cierto que tampoco espero que alguien piense como yo), en serio que si llego a pensar como alguien o a compartir su idea ("ideas" ya no suena utópico sino imposible), será una coincidencia, una situación efímera, una curiosidad, algo bien simpático, una rareza (ídem si alguien pensara como yo). No me es posible defender lo indefendible, no lo hecho conmigo mismo, es absurdo esperar que lo haga por alguien más. Además, según mi criterio, salvo los niños, cada persona es responsable de lo que hace (somos responsables, kimosabi).

El segundo punto es muy parecido al primero, pero es que quería dejar clara mi opinión (o será que como siempre estoy divagando...). En el segundo, cuando escribo que para mí esta libertad no es el fruto de luchas, si hiciera una excepción ésta sería en cuanto a la revolución del 20 de octubre de 1944, ya que se abrió un espacio democrático que hasta entonces no había existido (aún cuando no era total, ¿cuándo lo es, a fin de cuentas? En la época de Arévalo se cerró la Escuela Claridad). Sin embargo, esa libertad se perdió, ciertamente, con la caída de Arbenz en 1954 (acerca de la cual no quise escribir el pasado 27 de junio, y definitivamente no lo voy a hacer ahora).


Imagen: http://www.lexenesis.com/lexenesis/Paginas/historia/junta2.htm (por sugerencia indirecta de mi padre, coloco una fotografía con la Junta Revolucionaria de Gobierno, Capitán Jacobo Arbenz Guzmán, Ciudadano Jorge Toriello Garrido, Mayor Francisco Javier Arana).

viernes, 17 de octubre de 2008

capítulo cero: vomitado (un cc que debería de ser un paréntesis... íbamos tan bien con la racha cómica, pero volvemos a la comedia trágica)

"¿Por qué ha de ser mi alma como un trapo manchado que debe descartarse? Parece que no hubiera forma alguna de limpiarla.

Cada experiencia, cada acción que he realizado, parece dejar una marca en mí (... sí, lo sé, estoy parafraseando a 'El retrato de Dorian Gray' [y al catecismo que usaba cuando niño], nunca hubiera imaginado que fuera esta metáfora la que mejor explicara mi situación, ¿por qué serán mis 'prójimos' quienes, a fin de cuentas, parecen juzgarme con más dureza? ¿o seré yo? ¿o todos?), y esas cicatrices (cual 'marca de Caín', como lo planteara Hesse) me vuelven una especie de paria, de desecho, en cuanto a ciertas relaciones sociales (dicen que la basura de unos es el tesoro de otros...).

Atrás ha quedado la adolescencia fisiológica, porque el tiempo pasa, y no en vano, pero parece que este pesar del jovencito que fui no ha terminado con el final de mi primera juventud. Sigue doliendo; y ahora más todavía. A los pesares imaginarios se sumaron estos, completamente reales, de mis decisiones y omisiones de adulto inexperto.

Aún, no puedo renegar de mis decisiones, porque no quiero hacerlo, los resultados de mis acciones son una extensión de mí, hasta son parte de mí y yo parte de ellos.

De repente me siento usado, drenado y devuelto como mercancía dañada.

Me han mordido, masticado, saboreado, mal digerido...

Ahora sé cuál es el término que sigue: vomitado."

lunes, 13 de octubre de 2008

Paréntesis: La guerra de los petos



Hace poco, poco tiempo, en una galaxia muy, muy cercana...

Episodio VII: El duelo de Peto y Ulqui (los Bilis)


El país se encuentra en un caos total (¡qué raro! Y por cierto, no tiene nada que ver con esta historieta; al menos específicamente), naves vuelan desde sus bases (llamémosles Bu-rras X). Algunos individuos han decidido rebelarse (sin causa, a lo mejor) contra el imperialismo editorial, y empiezan a publicar electrónicamente.

Al momento, Peto Eros-Bilis estudia con su maestro, Chomps Flammer, las artes de la orden del Yenais en el uso de la Fomería. Ulqui Eris-Bilis ha tomado como rehén a la Princesa Helhgie (quien, si he de decir la verdad, no volverá a ser mencionada en este post). Han comenzado a realizarse extraños experimentos que cambiarán el destino de todos nuestros protagonistas...

...


Master Chomps, quien es el Flammer más nais (sic) de por acá, tiene fe en que el joven Peto domine la Fomería y pueda derrotar al señor oscuro Ulqui Eris-Bilis, quien alguna vez también fuera alumno de Chomps.

Cuando van a visitar al anciano maestro Yodo al planeta Da-hueva, éste le dice a Flammer que ha llegado el momento de poner a prueba al joven pádaguan (sic) en el Hoyo Mágico.

El maestro Yodo instruye al joven Peto acerca de lo que está a punto de enfrentar: su mayor temor. Al entrar en el hoyo, completamente solo, Peto siente miedo; a cuatro metros de distancia ve acercándose a Ulqui Eris-Bilis, su enemigo mortal. Sin pensarlo dos veces, desenvaina su machete de luz y se traba en implacable combate con su rival, ambos guerreros se asestan terribles golpes. Peto, al darle un fuerte tajo en el casco, deja al descubierto el rostro de Ulqui, y se da cuenta con horror que es exactamente idéntico al suyo: Peto y Ulqui son como gemelos... ¡no! ¡es peor! ¡son clones!

“Y Vds. no son sino los primeros.” Les explica Yodo, con frialdad, apareciendo de repente. Pero ya no se parece a Yodo, ahora es más bien otro ser muy parecido a ellos: el narrador.

“Vamos a seguir clonándonos indefinidamente.” Les dice a Peto y Ulqui, “así que será mejor que se preparen, porque si bien ahora estaban enfrascados en un duelo, pronto vendrá...
la guerra de los petos...”

...


Imagen: La presente parodia es un intento por explicar la imagen que ilustra este post, diseñada por Chomps Flammer (también conocido en el lado oscuro de la Fomería como Ponch Pañagua). Gracias, Luisito, y sigamos haciendo cosas fomes.

jueves, 9 de octubre de 2008

Paréntesis: Hay noches como ésta


Hay noches como la anterior, en las cuales uno se siente feliz. Es para mí motivo de alegría ver el reconocimiento hacia la obra de uno de los artistas más polifacéticos de Guatemala, el maestro Enrique Anleu Díaz.

Quienes asistimos anoche a la gran sala del Teatro Nacional, Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, nos encontramos con una sorpresa anunciada (paradójicos andamos), puesto que sabíamos acerca del estreno de la quinta sinfonía del maestro Anleu Díaz, pero descubrimos una obra completamente original (claro es, con el sello distintivo de su autor).

Me parece que fue en el tercer movimiento (vivace) cuando la obra capturó la emoción de todos y logró transportarnos por las sendas del atonalismo. Y es que, si bien es difícil estrenar una obra cualquiera, cuando se trata de las corrientes contemporáneas se aprecia una mayor resistencia del público. Y la quinta sinfonía no solamente superó la resistencia sino que nos llevó a un estado de alegría colectiva en el cual fue, para nosotros, un gusto aplaudir con fuerza el talento y trabajo de uno de nuestros grandes compositores contemporáneos.

Fue una velada arriesgada. Se nos propuso escuchar obras inéditas, como la mencionada quinta sinfonía, y algunas otras que habían quedado postergadas (desde los años '70, según mencionó el maestro Anleu) como el "Preludio y Muerte de Amor (de Isolda)" de Tristán e Isolda de Wagner. Además, un interesante arreglo del tango "El firulete" de Carli, realizado por el mismo maestro Anleu, para ser tocado por la sección de vientos de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional. Esto último resultó en una audición fuera de lo común, puesto que nos encontramos de pronto ante una banda de aerófonos, con una obra bastante movida. Me parece que el experimento debería de ser fomentado, es algo a lo que no estamos acostumbrados y llama bastante la atención.

Espero que pronto contemos con una reseña apropiada de la obra estrenada.




Paréntesis: Peto Programático II

Como ya me gustó esto de ponerle música a los posts ahora he añadido una pieza musical (vocal, instrumental, miscelánea y/o hasta experimental) por cada una de las entradas de Las aventuras de Petoulqui. Será tarea de Vds., benévolos lectores, el decidir si las piezas se ajustan adecuadamente al contenido de lo escrito.

La pieza que ha de acompañar este post es "En el Salón del Rey de la Montaña" de Peer Gynt, Suite No. 1 Op. 46, de Edvard Grieg. Y si alguien se preguntara porqué he escogido esta composición para acompañar el presente paréntesis, la respuesta es muy simple, porque a mí me gusta. No hay otra razón en particular en este caso. Sin embargo, en cuanto a los anteriores posts sí quise establecer una relación entre música y literatura (ídem con los posteriores). Vosotros diréis vuestro parecer al respecto.

La lista es la siguiente:

Paréntesis: Hay noches como ésta; Preludio y Muerte de Isolda de Tristán e Isolda de Richard Wagner.
Paréntesis: Peto Programático II; En el salón del Rey de la Montaña de Edvard Grieg.
Capítulo Vigesimosexto: La Gnosienne número uno; Gnosienne número uno de Erik Satie.
Cuento Original: La Luciérnaga y continuación; Como un Lobo de Miguel Bosé con la Bimba Bosé.
Capítulo Cero: El Poser; Pose de Daddy Yankee.
Paréntesis: No hay ladrón que por bien no venga; Pink Panther tv theme de Henry Mancini.
Capítulo Vigesimoquinto: El regreso de Trucutú (y ahora con una historia de espantos); Ghostbusters de Ray Parker Jr.
Paréntesis: Los funerales de las flores; Funeral March de Chopin.
Paréntesis: Para Anito o "Anonimo (sic) strikes ba... paréntesis; Caca, culo, pedo, pis de Los Punkitos
Capítulo cero: la condición petoulquiana; Twilight Zone tv theme de Marius Constant.
Paréntesis: El Civismo; Mi bella Guatemala de Germán Alcántara.
Cuento Original: Jazzman; Lover Man de Charlie Parker.
Capítulo vigesimocuarto: el cafetín chino, el reggaeman y el rugido de un león; Is this love de Bob Marley.
Paréntesis: Y hay veces que hasta Petoulqui se queda sin habla; Superman theme de John Williams.
Capítulo cero: opinión indefinida pero clara; Drumline de Notre Dame Band.
Capítulo vigesimotercero: el día en que Petoulqui se quedó sin voz; Spiderman tv theme de Paul Francis Webster y Bob Harris.
Capítulo vigesimosegundo: el largo camino a casa o la senda del perdedor; Loser de Beck.
Flor de blog flor de blog; Marcha Triunfal de Aida de Giuseppe Verdi.
Cuento Original: El trueno cuento original; Truenos.
Cuento Original: El Charamilero; Llegó borracho el Borracho de José Alfredo Jiménez.
Cuento Original: Ari y Ati; Mars, The bringer of the War de Gustav Holst.
Cuento Original: Sihana; Clair de Lune de Achille Claude Debussy.
Cuento Original: Sunday; I can see clearly now de Johnny Nash.
Cuento Original: Saturnino y la marca de los quince minutos; Clocks de Coldplay.
Cuento Original: "Dónde, ¿dónde habré dejado el Fuego?"; Light my fire de The Doors. Capítulo vigesimoprimero: "¿Por qué no habré leído el libro octavo hace ocho años?"; Hasta Siempre de Carlos Puebla.
Capítulo vigésimo: sólo sé que nada sé; Final de El holandés errante de Richard Wagner.
Capítulo decimonoveno: viajando por el mundo de las ideas; Panis Angelicus de Cesar Franck.
Capítulo decimoctavo: "¿quién dijo sofista...?"; Coro de los esclavos hebreos de Giuseppe Verdi.
Capítulo cero: la condición petoulquiana; Lone Wolf de Masato Kouda.
Capítulo decimoséptimo: la petoúlquina amarilla; Drume Negrita de Eliseo Grenet, y con una magnífica interpretación de Bola de Nieve.
Capítulo decimosexto: ¿qué es un emo?; Emo de Blink 182.
Paréntesis: Acerca de lo anónimo; Romance de autor anónimo.
Cuento Original: El Chino; Tema de Enter the Dragon de Lalo Schifrin.
Capítulo decimoquinto: el petoulqui de julio; Charade de Henry Mancini.
Capítulo 7, "el capítulo perdido": el julio de petoulqui; Desaparecido de Manu Chao.
Paréntesis: Día del maestro; School of Rock de School of Rock Soundtrack.
Paréntesis: La orquesta nacional de clarinetes; Super Mario Bros. de Koji Kondo.
Capítulo cero: el ulqui de peto; Surfin´bird de The Trashmen.
Paréntesis: La música electroacústica y los niños; Kurzwellen de Karlheinz Stockhausen.
Capítulo decimocuarto: el ratero; Overtura de la Urraca Ladrona de Rossini.
Capítulo decimotercero: el compadre (y la violeta...); Tú me haces falta de Eddie Santiago.
Capítulo duodécimo: y cuando llegamos, el dinosaurio estaba ahí; Rock me, Dr. Zaius de The Simpsons.
Cuento Original: Las Paredes de Leonel; Así habló Zaratustra de Richard Strauss.
Paréntesis: Las artes muertas; Sound of Silence de Simon and Garfunkel.
Capítulo undécimo: en tiempos de maricastaña; Como un duende de Alux Nahual.
Capítulo décimo: en guatemala, la muerte viaja en el transporte urbano... y Trucutú maneja; La Cabalgata de las Valkirias de Richard Wagner.
Capítulo cero: yo soy yo; Labyrinth de The Cure.
Capítulo noveno: alicia en el callejón de las maravillas; Red Pill, Blue Pill de Junkie XI y Don Davis.
Capítulo cero: petoulqui soy yo y yo soy petoulqui; Mirror Mirror de Stevie Nicks.
Paréntesis: Porque no cualquiera toca una Mazurka; Mazurka en Si bemol Mayor de Chopin.
Porque el público lo ha demandado... El Final Alternativo de Comida para ratones; Overture de Bernard Hermann.
Paréntesis: De los diáfanos dedos de los ángeles... y demás cucharaditas de azúcar refinada; Tie a yellow ribbon round the old oak tree de Tony Orlando & Dawn.
Cuento Original: Comida para ratones; Mouse in the house de Eek a mouse.
Capítulo cero: la condición petoulquiana; La Guitarra de Los auténticos decadentes.
Paréntesis: ¿Qué es lo que hace bueno a un libro?; The Neverending Story de Limahl.
Capítulo octavo: la visita de l'etranger; Sonata para piano, op. 1, de Alban Berg.
Capítulo cero: de cómo apareció el tal petoulqui; Amanecer de Edvard Grieg.
Capítulo sexto: las petunias; Vals de las flores de Peter Ilyich Tchaikovsky.
Capítulo quinto: perro muerto; Quinto movimiento, Canción de una noche de Sabbat, de la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
Cuento Original: El Borracho; Viejo ebrio y perdido de Él mató a un policía.
Cuento Original: La Calle; Primer movimiento de la octava sinfonía, Inconclusa, de Franz Schubert.
Cuento Original: Ciclo de Clonación: Completo; The day the earth stood still de Bernard Hermann.
... helhgie ...; Canción de Solveig de Edvard Grieg.
Capítulo cuarto: el waltz de mephisto; Capricho No. 24 de Niccoló Paganini.
Cuento Original: Guate goma; Sr. Cobranza de Bersuit Vergarabat.
Capítulo tercero: el chino inexpresivo; All along the watch tower de Jimmy Hendrix.
Capítulo segundo: las reminiscencias del pasado o Fiesta de Pájaros; Fiesta de Pájaros de Jesús Castillo.
Paréntesis: Día de la Marimba; El ferrocarril de los Altos de Domingo Betancourt.
Capítulo primero: el nacimiento de petoulqui; Begin the beguine de Cole Porter.

Entonces, la mecánica sugerida sería la siguiente: haga click en el link del post que desee leer y luego, en el reproductor escoja la canción indicada.

Por cierto, se aceptan sugerencias para cambios (pero, en última instancia, la decisión del cambio depende del tal Petoulqui).