martes, 19 de agosto de 2008

capítulo vigesimotercero: el día en que petoulqui se quedó sin voz


Fue la noche del miércoles pasado cuando Petoulqui comenzó a sentirse de pronto muy débil.

Estaba, Petoulqui, en una exposición sobre lo folclórico en Guatemala, específicamente la Marimba, cuando la enfermedad lo invadió. Le cayó encima (pero no literalmente, por supuesto). Sin embargo, era tanto su interés por terminar de escuchar que soportó estoicamente (además tenía que esperar a Tato, quien se desocupaba hasta dentro de una hora aproximadamente).

Esa noche, ante tanta astenia, Peto decidió dormir temprano.

Al día siguiente, se sentía mejor. Casi no le molestaban los síntomas.

El viernes, incluso se atrevió a ir a la feria (no a la del libro, por cierto) sino a la del 15 de agosto, la feria de la ciudad de Guatemala. (Hablando de lo folclórico queda ya muy poco)

En la mencionada feria se encontró con el Hombre Araña (ese que se deja tomar fotos con los niños).

Llegó, tarde pero llegó, a la interpretación de la Misa de Coronación de Mozart en la Catedral.

El sábado por la noche fue con Lusifergua al estreno (al menos el personal, para Peto) del Caballero Nocturno y lo vieron en primera fila [(literalmente; eso pasa por llegar tarde) (y sus parámetros sobre este personaje nunca volverán a ser los mismos... lo mismo dijo a los nueve años cuando vio Batman de Tim Burton...)]. Ante este filme se quedó sin habla (así que todavía el post no ha descrito lo que dice en el título, puesto que hasta aquí "se quedó sin habla" pero no sin voz).

El domingo lo pasó tranquilo, pero todavía se dio una vuelta por la feria (ahora sí la del libro en la Plaza de la Constitución, y consiguió La Busca de Pío Baroja de la Biblioteca Básica Salvat, a Q.15.00).

Pero, el lunes, fatídico día, después de que la enfermedad fuera silenciosa por tantos días, Peto amaneció casi sin voz, ronco a más no poder. Privado de una de las características que más aprecia. Parcialmente incomunicado.

Y así es como el Peto, concretamente, corresponde a lo que podría tomarse como la metáfora de su silencio, puesto que no había escrito aquí desde el 10 de agosto. Pero, como el fénix, el jilguero se levantará de sus cenizas y cantará.

El silencio llega sin que uno lo note, a lo mejor no queda más que esperar a que se vaya de la misma manera.

No hay comentarios: