lunes, 24 de diciembre de 2012

Versificación XXVII: Juego de sombras

Hay una calle donde una de mis sombras me sorprende cada noche
No importa que yo ya me sepa el juego
Me distraigo y se me olvida

Camino aparentemente solo
Solo con mi sombra
Y de repente
Veo venir la sombra de alguien más por detrás
Y me asusto

O más bien me asusta
Otra de mis sombras que nos sorprende por detrás
A mí y a la sombra que caminaba conmigo


miércoles, 19 de diciembre de 2012

capítulo septuagésimosexto: los zopilotes

"¿Esos son zanates?", me preguntó la petoúlquina, señalando al cielo.

"No, son zopilotes. Están buscando qué comer."

"¿Cómo sabés?", me volvió a preguntar.

"Porque vuelan en círculos cuando ya encontraron algo. Y estos están volando de un extremo a otro."

"¿Buscan algo como un zanate muerto?"

"Puede ser... en todo caso algo muerto...", le respondí y agregué, "... o algo que ya no pueda defenderse...", mientras recordaba esa novela de Asturias que nunca me gustó.

"Qué triste."

"¿Qué cosa?", le pregunté yo esta vez.

"La vida."

Pensé que se habría entristecido un poco. Me sorprendió que tomara conciencia de la muerte.

Pero, como en cualquier composición musical que no sea monótona, hubo pronto un cambio de aire...

"Mirá, qué bolsitas tan bonitas venden ahí..."

lunes, 3 de diciembre de 2012

capítulo septuagésimoquinto: taller literario

Doblaron las campanas de la iglesia de Las Beatas de Belén.

"¿Y si el sacristán hubiera estado en el campanario?", preguntó la Petoúlquina.

"¿Qué hubiera pasado?", le repliqué yo, con una pregunta-respuesta.

"Pues que le hubieran dolido los oídos", me dijo.

"Entonces, la cosa va así: El sacristán está subido en el campanario y de repente suenan las campanas y esto le causa dolor de oído. Pero, ¿por qué estaría subido en el campanario?"

"Pues para limpiarlo."

"Entiendo. Ahí tenés un motivo. A ver: El sacristán se subió al campanario para limpiarlo, y de repente sonaron las campanas, lo cual le causó dolor de oídos. Pero, ¿quién hace sonar las campanas si el sacristán está subido en el campanario...? Ya sé, el párroco hace sonar las campanas porque no encuentra al sacristán por ninguna parte y ya casi es hora de la misa y hay que llamar a los feligreses..."

"Y cuando suenan las campanas le duelen tanto los oídos que hasta le sangran..."

"Vaya: Al sacristán le sangraron los oídos porque sonaron las campanas justo cuando estaba subido en lo alto del campanario limpiándolo. El párroco, al no encontrar al sacristán por ninguna parte, decidió hacer sonar él mismo las campanas, para llamar a los feligreses, porque casi era hora de la misa..."

"Pero, mejor que el sacristán se caiga del campanario del susto, pero que no se mate..."

"Muy bien: El sacristán se cayó de lo alto del campanario y, asombrosamente, no se mató. Había subido a limpiar, cuando de repente sonaron las campanas. El párroco, al no encontrar al sacristán por ninguna parte, había decidido él mismo hacer sonar las campanas para llamar a los feligreses, porque casi era hora de la misa... Además, tenía sus razones para pensar que el sacristán era un irresponsable porque éste siempre ofreció, 'Hoy voy a limpiar el campanario', y nunca lo hizo; incluso después pasó de su idiosincrasia Carpe Diem a una tendencia más futurista, 'Mañana sí limpio el campanario', pero el mañana nunca llegó."

"Pero que lleguen los bomberos a rescatarlo... o no, mejor, que no lleguen..."

"Pues, estaría bien que llegaran los bomberos, haciendo sonar sus campanas. Entonces, tendríamos dos tipos de campanas, algo así como en el poema de Edgar Allan Poe: Campanas."

"Mmmmmm..."

"Bueno, empecemos así la narración: El sacristán se cayó de lo alto del campanario y, asombrosamente, no se mató. La vista desde ahí lo había impresionado, por eso el ruido lo sorprendió. Había subido a limpiar, cuando de repente sonaron las campanas..."