viernes, 26 de junio de 2009

capítulo trigésimotercero: la petoúlquina pata de yeso

Navegando sobre un río enlodado formado por aguas precipitadas violentamente de un cielo gris, con un piloto experimentado en el timón y un primer oficial dispuesto a todo por su capitana, la Petoúlquina Amarilla Pata de Yeso, se lanza a la aventura en busca de un tesoro inigualable: las naranjas con las que se puede hacer limonada.

"Quiero hacer limonada con esas naranjas", repetía una y otra vez la imponente Petoúlquina.

"¿Limonada hecha con naranjas?", preguntaba incrédulo el Tato, su piloto.

"¿Y luego vas a querer hacer naranjada con limones?", añadía Peto, su primer oficial, con cierta malicia.

"No, es que Vds. no entienden nada", decía la capitana impaciente, "Es muy simple, tomás las naranjas y las hacés limonada."

Y así, la extraña tripulación, abordo de ese bergantín antiguo y confiable, remontaba las olas de ese anchuroso río de aguas lodosas, sin saber muy bien adónde se dirigía. Y piloto y primer oficial no se atrevían a contradecir abiertamente a su capitana, no fuera que se emberrinchara y los hiciera caminar por la plancha.

"Yo jo jo", cantaban, "limonada de naranjas, yo jo jo, la colocha nos hace buscar..."

miércoles, 24 de junio de 2009

capítulo trigésimosegundo: las ilusiones perdidas...






"He perdido mis ilusiones, Petoulqui."

"¿Ah sí? ¿Y de qué ilusiones hablás, mi querido Julio?" Me preguntó.

"Pues, las que te estás imaginando, Peto. Esas mismas."

"Así que después de todo creciste algo; o eso creés. Se cerró otro capítulo de tu vida... el trigésimosegundo que nos toca. Ya no hay más Julio que esté dispuesto a dar todo por amor. El amor ya no te es suficiente, eh."

"Bueno, ¿Y qué es el amor, Peto? ¿Vos lo sabés acaso? Porque últimamente yo no creo que lo haya sabido nunca."

"Ah, el amor. Ay de nosotros los románticos..."

"Las ilusiones perdidas, como la pieza de Ignacio Cervantes. Las ilusiones patéticas, como creo recordar que les llamaba Leo. Me perdí en mi propio laberinto. ¿Qué es lo que quiero? Nunca lo he sabido. Pero al final, siempre algo se impone. 'Mi lógica es innegable', decía la computadora alocada de Yo Robot (el filme, porque nunca leí el libro). "

"La lógica, la razón... pero si toda la vida nuestra lucha ha sido ésta. Razón versus emoción y viceversa. De repente te diste cuenta que no querías ser víctima, marioneta de tus impulsos, por primera vez quisiste tener control, pero esto tiene precio, todo tiene un precio decía el Chomps."

"Sí, todo tiene un precio."

"¿Será éste el fin de las ilusiones? ¿O dentro de un tiempo más o menos largo estaremos presenciando su regreso? ¿Volverán las ilusiones como las oscuras golondrinas?"

"No lo sé. Sólo sé, eso sí definitivamente, que cerré una puerta por fuera y no hay vuelta atrás. Ahora sí que quemé las naves. La suerte está echada y demás aforismos determinantes..."

"Seguramente, no es fácil que comprenda, ni ella ni nadie, que el amor trasciende la relación y por otra parte, a veces es superado por la vulgar realidad."

"Seguramente..."

jueves, 18 de junio de 2009

Paréntesis: Whatever happened to Petoulqui?

Primero el título. El título es muy importante porque queremos llamar la atención. Hoy perdimos un lector (ayer eran 6, hoy son cinco, quizás mañana sean siete, no lo sabemos; pero eso sí, podemos prever y por lo tanto, hemos de planificar para el futuro), en virtud de lo cual elegimos un buen título.

Y este título es un guiño para quien sepa; pero para quien no sepa: Whatever happened to the Man of Tomorrow? Es un cómic escrito por Alan Moore, uno de mis autores favoritos, en el cual se narra cómo Superman desapareció sin dejar rastro.

Ya que tenemos el título, ahora viene el inicio del post. Hemos perdido tanta práctica en esto de postear. ¿Cómo es que se comienza un post? ¿Cómo lo hacía antes? Trataba de iniciar con una línea llamativa. A ver, qué tal ésta:

"Mi nombre es Petoulqui Jacobo, el ente que mató a Helhgie..." ¿Qué les parece?

O si no, podría ser:

"En un lugar de la Red de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que seudo existía un ente de los de paraguas pequeño, pluma lapicera, zancada larga y mascota inexistente..."

Suponiendo que ya hemos dado inicio, pues continuemos.

Hemos llegado al nudo de nuestra narración. Aquí hemos de ingeniarnos algo bien intrincado, que genere una intriga tan interesante que el lector no se pueda desprender ni por un momento:

"Cada vez que cerraba sus ojos, se veía a sí mismo avanzando vertiginosamente por un camino; bueno, en realidad no a sí mismo, porque él solamente veía el camino y el horizonte, que parecía acercarse a gran velocidad. Todo aparecía gris, nublado. Él sabía que, concretamente, no estaba en movimiento, pero por alguna razón tampoco se sentía quieto; más bien..."

Y con esto dejaríamos al lector en suspenso (aún cuando también sería de preguntarse si algo de lo escrito ahí sería inteligible en absoluto). Pero suponiendo que si hubiera sido comprensible y que el lector haya quedado en suspenso, sería bueno darle fin a todo esto, un desenlace:

"Más bien, era simplemente todo lo contrario, ¿o sería mejor decir 'todo lo contradictorio'? La paradoja era lo cotidiano y lo cotidiano se había convertido en una ignominiosa rutina, que él despreciaba, y a la cual él responsabilizaba de robar todo aquello que en la vida hubiera considerado como una aventura."

De esta manera terminaríamos con este ejercicio.

¿Continuará?

viernes, 5 de junio de 2009

las rutinas de petoulqui


Antes llamado "Las aventuras de Petoulqui", ahora este blog podría titularse "Las rutinas de Petoulqui". Hace unos meses, mi vida ha sido una rutina casi ininterrumpida entre el trabajo y el "estudio".

Últimamente, y debido a la influencia de "Legión" de William Peter Blatty, tengo la sensación de que en mí hay dos almas. Una se dedica a todo lo cotidiano, las rutinas, y la otra se la pasa anhelando lo otro, las aventuras. A lo mejor nunca fueron aventuras sino el diario vivir, sin embargo creo que antes tenía otra perspectiva de las cosas.

¿Qué sé yo? Pues a lo mejor, como dijera el buen Sócrates, nada sé.

Volvamos a lo de Legión. Este no es el blog de "Los libros de Petoulqui" como le llaman algunos amables lectores, sin embargo quiero comentar la novela que he mencionado. Para empezar, Legión es la secuela de "El Exorcista", razón por lo cual, hace mucho tiempo que quería leerla.

Cuando terminé de leer "El Exorcista", en junio del año pasado, quedé hondamente impresionado. Me gustaron muchos aspectos de la obra; la temática era amplia, pero bien desarrollada. Me gusta concebirla como una novela policíaca-(de) suspenso-psiquiátrica. Los personajes eran bastante interesantes, bien planteados, uno llega a conocerlos a fondo e, incluso, a simpatizar con ellos (éste fue mi caso particular). Hay varias líneas narrativas, es toda una polifonía literaria. Y hay momentos que la tensión de la narración hace mella en uno (al menos, así sucedió conmigo), esto me recordó a cuando leí Drácula de Bram Stocker, específicamente en lo que se refiere a la primera parte, la cual se desenvuelve en el castillo del Conde.

Por las anteriores razones, quedé fascinado con la obra, y tenía muchos deseos de leer su secuela.

Ahora bien, para ser justos con Legión, para empezar voy a dejar consignado que me parece que es una buena novela, pero contrario a comentarios de otras personas, me parece que la primera novela es mejor. Aún así, algunos de los atractivos de Legión son, el hecho de contar con un personaje principal como William F. Kinderman quien, como él mismo dice, tiene hobbies; el Teniente Kinderman es un amante del cine y la literatura, quien además lee cuanto se le pone enfrente, de esa cuenta, mientras realiza su labor detectivesca nos inunda con una copiosa carga de información y reflexiones inteligentes, todo relacionado al final con su teoría acerca de la naturaleza del mal.

En algún momento supongo que trataré acerca de esta novela en "Mis libros favoritos y algo más", así que por el momento aquí dejaré el cometario.