Navegando sobre un río enlodado formado por aguas precipitadas violentamente de un cielo gris, con un piloto experimentado en el timón y un primer oficial dispuesto a todo por su capitana, la Petoúlquina Amarilla Pata de Yeso, se lanza a la aventura en busca de un tesoro inigualable: las naranjas con las que se puede hacer limonada.
"Quiero hacer limonada con esas naranjas", repetía una y otra vez la imponente Petoúlquina.
"¿Limonada hecha con naranjas?", preguntaba incrédulo el Tato, su piloto.
"¿Y luego vas a querer hacer naranjada con limones?", añadía Peto, su primer oficial, con cierta malicia.
"No, es que Vds. no entienden nada", decía la capitana impaciente, "Es muy simple, tomás las naranjas y las hacés limonada."
Y así, la extraña tripulación, abordo de ese bergantín antiguo y confiable, remontaba las olas de ese anchuroso río de aguas lodosas, sin saber muy bien adónde se dirigía. Y piloto y primer oficial no se atrevían a contradecir abiertamente a su capitana, no fuera que se emberrinchara y los hiciera caminar por la plancha.
"Yo jo jo", cantaban, "limonada de naranjas, yo jo jo, la colocha nos hace buscar..."
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