miércoles, 18 de junio de 2008

capítulo decimocuarto: el ratero


Dedicado a Estuardo Pellecer S.
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Esperó a que no quedara ninguno.

Se acercó con naturalidad a la casa. Con unas ganzuas anuló el efecto de la llave que había asegurado doblemente. Después forzó la entrada, porque había quitado la doble llave pero todavía tenía que accionar el picaporte, el cual, sin llavín, solamente podía abrir desde dentro.

Dejó la bicicleta, en la cual había llegado, apoyada en la puerta y entró... a lo desconocido. Porque, a pesar de todas sus observaciones, y de haberse percatado de que no había ninguna persona en la casa, nunca se sabe.

Fue ingresando cautelosamente y se encontró con el segundo obstáculo, una reja que impedía ingresar del zaguán al corredor. Pero esto no le preocupó. A fin de cuentas, he dicho que se encontró con ella no que no supiera con anticipación que estaba ahí. Rompió uno de los anillos de los candados y la reja cedió inútil a su paso.

Fue al primer cuarto, la puerta no estaba con llave, se dirigió al gavetero y forzó el único cajón que tenía seguro, lo sacó del mueble y se fue con él en dirección al segundo cuarto, cuya puerta sí tenía llave; la forzó fácilmente, pero sólo encontró cosas inútiles: libros, discos, montones de papeles, una cama sin tender, ni siquiera le interesó revisar ninguna de las gavetas del escritorio (o eso me supongo, porque ahí siguen los cien quetzales que dejé).

Se fue al corredor con el cajón ese que sí le interesaba y se puso a revisarlo minuciosamente, sólo hubo un hallazgo: dos cadenitas chapadas en oro reventadas y un collar de fantasía...

"¡Qué putas está haciendo aquí!" Le gritó Tato enfurecido cuando al entrar lo encontró así, tan tranquilamente revisando las pertenencias de nuestra madre.

El ratero pegó un salto tan ágil al patio que quién creyera que era tan gordo. A su vez, mi hermano vio hacia todos lados buscando a algún otro saqueador. Mientras lo hacía, el ratero con su agilidad de jaguar o lo que Vds. quieran, dio un brinco, sobre una maceta, y llegó del patio hasta al zaguán, salió por la puerta, la azotó tras de sí, vio a mi madre en el carro, le dijo cortés y con una sonrisa, "Buenos días", se montó en la bicicleta y se fue de tal manera que este año, si participara, a lo mejor lograría el primer puesto en la Vuelta Ciclística.

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Ah, por cierto, aplicado a este caso concreto, al hecho en cuestión, el delito que corresponde a este supuesto es hurto y allanamiento de morada. Esto lo encontré en el código penal guatemalteco, pero como no le atinaba tuve que complementar consultando el Drae, es que a veces no entiendo las palabras...

6 comentarios:

Luis dijo...

Mijo que siento que narres tan lamentable hecho. No deberías de compararlo con un jaguar, más bien con una rata que es igual de ágil y no tan ruin (como el ratero y no el jaguar).
Espero que no haya robado lo más importante que tiene un hogar como lo es la tranquilidad y el confort que este nos proporciona.

lusifergua dijo...

Y vos qué jodidos tenés contra las ratas???!!! Qué mal que vivamos en Guate y estas cosas sean tan consuetudinarias...

Luis dijo...

Lo que pasa es que hay ratas y ratones.
Por cierto, no esta mal que vivas en Guate, esta mal que eso suceda.

Además vos sos un "misho", jaja.

Andrea dijo...

Es lamentable que este tipo de cosas ocurra, y resulta curioso que lo que para algunos de nosotros resulta de valor (libros, discos, cartas), para otros -los rateros- sean tan inútiles. El año pasado unos fulanos tuvieron a bien romperme la puerta y meterse a mi apartamento, debe haberles frustrado tanto el toparse con libreras repletas en lugar de joyeros a reventar, que ya ni revisaron el cuarto, y me dejaron el equipo de sonido y mi tele vieja.

Petoulqui dijo...

De acuerdo con vos, Luis, lo malo no es vivir en Guate sino ciertas cosas...

Pero, esto es un tema más amplio... que ya venimos desarrollando y parece de nunca acabar.

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Es irónico, verdad, Andrea. Pero, más allá de lo lamentable del caso, se convierte en motivo de trabajo literario. Saludos y bienvenida.

Julio P.

Pd. Lusifergua, bajo el derecho consuetudinario, de agarrarlo, a lo mejor hubieran azotado al ratero...

10urd35 dijo...

Que lo siento vos.
Luis tiene razón, ojalá y este suceso no afecte emocionalmente a tu familia y a vos.

Saludos