jueves, 13 de noviembre de 2008

Paréntesis: De los "cómics" y los comics



La presente entrada podría titularse también del "cómic" y del comic, porque es hasta hoy que me di cuenta que en los últimos posts, tanto de Las Aventuras de Petoulqui como de Mis Libros Favoritos Y Otros Más, he cometido el error ortográfico de tildar la palabra "comics" cada vez que la escribo (así: cómics) y no he tildado la palabra "cómic" ni una sola vez (de esta manera: comic). Ahora entiendo a Cero cuando me decía que hay ciertas palabras que, por alguna razón, están fijas en nuestro cerebro con un deletreo equivocado.

No es que quiera que esto se convierta en una columna sobre usos del idioma, pero vamos a aclarar el párrafo anterior. La palabra comics, si la escribimos de manera castellanizada y no como anglicismo (¿o sería barbarismo? A lo mejor Lusifergua nos lo puede aclarar), no llevaría tilde porque las palabras graves, es decir las que tienen el acento en la penúltima sílaba, no se tildan cuando terminan en ene, ese o vocal, como es el caso que nos compete. Por otra parte, la palabra cómic (como la acabo de encontrar en el drae, lo cual fue iluminador), lleva la tilde puesto que las palabras graves, a la inversa de lo antes expuesto, se tildan siempre que no terminen en ene, ese o vocal. Voilá.

Todos los días se aprende algo nuevo.

Ahora bien, ya que hice toda esta perorata sobre los acentos prosódicos y ortográficos en las palabras comics y cómic, respectivamente, puedo aprovechar para tratar acerca de este género literario, el cual últimamente está ocupando bastante de mi tiempo, y hacer una pequeña crónica personal de cómo inició mi experiencia en el tema.

Cuando niño, creo que cada fin de semana, la tarde, supongo que de domingo, la pasábamos, mi primo, conocido como "el Gato", y yo, viendo una película en formato Beta Max (era de gran calidad pero muy caro, por eso fracasó y por la misma razón, sólo teníamos un video; bueno, nuestro abuelo): Superman: The Movie (1978). Y así, asumo, fue como me aficioné a las aventuras de este personaje. También debió de influir la TV, con las series animadas de Superman (años '60) y los siempre bien ponderados Superamigos ("¡poder de imbecilidad! ¡actívese!", ¿no es cierto, Lusi?). Había una serie de Aquaman, en la cual aparecían personajes invitados, principalmente recuerdo a El Flash y El Átomo. Y varias series animadas de Batman y Robin, hasta aquella nefasta con el Batiduende (Batmite), y sería injusto olvidar la serie "camp" de Batman de los años '60, con personajes de carne y hueso (en el caso de Adam West, grasa abdominal y hueso). Creo que tenía cuatro y pico años cuando toda esta mezcolanza tomaba lugar.

Lo que sí recuerdo con seguridad fue, en 1985, cuando mi madre, en el Portal del Comercio, nos compró a mi hermano y a mí (no, no nos compró a nosotros como si fuéramos cosas, no fuimos víctimas del tráfico infantil)... lo replanteo, mi madre nos regaló un par de comics (ahora bien escrito) de la editorial Novaro, mexicana. Eran un par de traducciones, de Batman (la de mi hermano) y de El Flash (la mía). No sé si a mi hermano le apasionó mucho su revistita de historietas, chistes como decía mi madre, pero a mí sí que me causó un hondo impacto. Para mi desgracia, la historia de El Flash era parte de un serial, y me quedé años tratando de averiguar cómo había hecho Flash para escapar del fondo de ese lago, donde lo había dejado El Dorado para que se ahogara... lo leí por ahí en la Red, pero ya no recuerdo. No era la gran cosa...

En el año 1989, hubo una gran conmoción, porque si bien, hasta 1987, hubo cierta emoción con las películas de la serie Superman (las cuales iban desmejorándose con cada nueva entrega), hay que reconocer que Tim Burton hizo algo similar a lo ahora realizado por Chris Nolan con la franquicia del murciélago, la refrescó y nos dejó boquiabiertos. Si bien, luego Joel Schumacher se encargó de destruir lo que Burton había logrado, eso ya no importa, porque Nolan destruyó todo lo anterior a él para crear algo mejor, tan bueno que bien se puede olvidar todo lo bueno y malo anterior, o tomarlo como una muestra más del Multiverso destruido por la Crisis de las Tierras Infinitas.

Así que, aún cuando en mi niñez, teniendo entre 10 y 12 años, seguí siendo fan de Superman, viendo la teleserie de Superboy y demás, cuando para una Semana Santa en la Antigua (sí, tenía 12 años, ahora lo recuerdo), vi en un puesto de revistas varias traducciones de la editorial Vid, también mexicana, de personajes de DC (en realidad, solamente de Superman y Batman), me incliné por comprar la revista del Hombre Murciélago, porque "era más chilero" que la del azuloso (Cómo son los ciclos, porque ahora vivo una situación similar). En la historia se nos mostraba, en flashbacks, cómo Bruce Wayne había perdido a sus padres y se había convertido, gradualmente, en Batman. Toda esta rememoración se debía a que, en el cómic (ahora con su ortografía correcta) Jason Todd (el segundo Robin) había sido herido de gravedad. Ésta sí era una historia de un sólo número, así que quedé más que satisfecho.

En el año 1993 me enteré de algo (ocurrido en 1992, pero ya ven que todo llega tarde) que cambió toda mi concepción del mundo del cómic: La muerte de Superman. Y sé que no sólo yo sentí el shock (éste sí que es un anglicismo). Fue un truco publicitario miserable, pero bien que les funcionó. Era agosto o septiembre, y anunciaban en el periódico (fue en la Prensa Libre, no es por hacer publicidad, pero así lo recuerdo) el próximo regreso del Hombre de Acero.

Una tarde de septiembre, del mismo año '93, estábamos con mi familia enfrente de la vitrina de la Farmacia Kleé del centro comercial Montúfar (no sé si todavía existe... la farmacia, el centro comercial claro que está ahí), y vi un ejemplar de Action Comics (el número 691), ahora con la portada toda arruinada (es que no sabía cuidar de un cómic). Aparecía Superman con un traje negro (inmediatamente recordé la indumentaria de Jor-El/Marlon Brando, en el filme y de los criminales kryptonianos liderados por el General Zod: "Son of Jor-El, ¡Kneel before Zod!"), y el cuadro parecía un espejo rompiéndose (otra referencia a los filmes, como la ventana que tenían los prisioneros de la Zona Fantasma) y, claro está que me emocioné, pedí que me lo comprarán. Tenía 13 años y mi poder adquisitivo era casi nulo. El cómic costaba Q.9.75 (ahora van por los 28 ó 30 quetzales, y no valen tanto como mi viejo ejemplar, opinión personal).

Así comenzó una larga historia de 6 años de ser un fiel fan de los comics de la serie Superman, esto es: Action Comics, The Adventures of Superman, Superman, The Man of Steel. Presencié el Regreso de Superman, El Mundo Bizarro, La Muerte de Clark Kent (hablando de más trucos publicitarios), El Juicio de Superman, El Rompimiento del Compromiso de Lois y Clark (qué feo suena "rompimiento", pero existe la palabra, ya revisé), La Noche Final, El Casamiento de Lois y Clark, El Superman Eléctrico (soportar esa etapa demostró que yo era buen fan), El regreso del Superman regular y ya no recuerdo qué más, pero sí que en el año 2000 tenía otras cosas qué hacer y sentí que las historias se estaban repitiendo (creo que ese es el problema con los superhéroes, muy galería de villanos y todo, pero hay un límite creativo y uno se cansa).

El año pasado, el Flammer me pasó un programa para leer comics en formato cbr y desde entonces me he dedicado a leer todos los comics que cuando era adolescente no estuvieron a mi alcance, ya fuera por motivos económicos o por el simple hecho de que, aquí en Guatemala, eran imposibles de conseguir.

Así, he descubierto las obras de Alan Moore y Frank Miller, y sé que hay muchas otras por descubrir, que estoy en la punta del iceberg, pero hay más tiempo que comics, así que no me preocupo.

"Nos vemos en el próximo número", como dijo quién-sabe-quién.




2 comentarios:

la-filistea dijo...

Uff qué bueno que no fueron víctimas del tráfico infantil... Hasta se me atoró el agua!

Superman en cómic siempre fue impresionante yo tuve una versión muy buena que no se donde diablos la consiguieron y para el día de la madre don filisteo me regaló el cómic de V for Vendetta, que es una de mis películas preferidas...

Aunque no lo he leído tu post me hizo acordarme que tengo que hacerlo..
Me gustó tu post porque es un recorrido educativo, primero porque dás una clase sobre acentos, tildes y hasta esa palabra que uno utiliza cuando no se viene a la mente cómic: "chiste" los chistes de Superman por ejemplo..

Saludos!

p.s. curiosa la palabra calabista para enviar la respuesta.."dentalele" será que este código adivinó mi fobia las caries . . .

Prado dijo...

a mí me gustaba memín pingüín.

era bien barriobajero.

salud.