martes, 9 de diciembre de 2008
Paréntesis: Adiós al Cazurro
lunes, 8 de diciembre de 2008
Del Cazurro de Petoulqui IV (Extracto final): Las seis baquetas del Maestro Baudilio
"Dicen que los trajes indígenas fueron imposición de los españoles, pero dónde, en España, se encuentran diseños como los de nuestras comunidades."
domingo, 7 de diciembre de 2008
Del Cazurro de Petoulqui III: Variaciones sobre un tema
sábado, 6 de diciembre de 2008
Del Cazurro de Petoulqui II: Bird y Unleashed
Pues, qué puedo decir, sin que piense que es una de las mejores películas de la historia, para mí se ha convertido en una de mis favoritas (incluso ha sido una agradable sorpresa leer que el director de la misma fue Clint Eastwood, quien es un gran entusiasta del jazz), y considero memorable la interpretación de Bird (el apodo de Charlie) por Forest Whitaker.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Del Cazurro de Petoulqui: El Dies Irae
Algunas de mis obras favoritas, las cuales incluyen variaciones sobre el Dies Irae, son:
Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/0/03/MemlingJudgmentCentre.jpg
jueves, 4 de diciembre de 2008
Paréntesis: "There will come soft rains"
miércoles, 3 de diciembre de 2008
La traducción: Una historia de la chica llamada Jessica y su gatito en un frasco
Por cierto, que es mi primera incursión en la así llamada literatura infantil (al menos, desde que era un niño y escribía mis cuentecitos). Voy a tratar de incluir otros cuentos infantiles en el blog.
Ella era feliz, aún en los días lluviosos; la única desventaja era que en esos días, a veces, ella se sentía aburrida por estar obligada a quedarse en casa.
Talvez si ella pudiera tener algún tipo de mascota. Pero, ¿qué mascota podría caber en esa casa tan, tan, tan pequeña?
Un día, sin embargo, Jessica escuchó un sonido muy suave. Buscó por toda la casita, revisó en cada esquina, debajo de todo, pero no pudo encontrar cosa alguna.
Hasta cierto punto, ella pensó incluso que todo aquello era parte de su imaginación. Pero en la noche, cuando estaba preparándose para ir a dormir, Jessica escuchó el sonido otra vez: era tan suave, como un murmullo...
Era como el llanto de un pequeño bebé, uno muy pequeñito...
Repentinamente, notó que un frasco de vidrio de su estante se había movido. Ella era una chica valiente, pero aún así, se sintió un poco alterada ante este inexplicable fenómeno.
Así que, Jessica levantó el frasco del suelo, y, ¿qué encontró?
Un gato tan pequeño que cabía dentro de un frasco. Bien, en verdad era un gatito bebé, pero aún era demasiado pequeño comparado con cualquier otro cachorrito de gato. A Jessica le encantaban las cosas raras, así que se enamoró del gatito.
Jessica procedió a abrir el frasco para dejar salir al gatito, y pensando que él podría estar hambriento, le preparó la cena: un plato con leche. Pero el plato era muy grande para que el gatito lo alcanzara, y cuando lo hizo, cayó adentro y casi se ahoga.
Entonces, Jessica usó la tapa del frasco para poner ahí la leche.
Fue el principio de una linda amistad entre nuestra chica Jessica y el gatito.
Como podrán ver, en esta pequeña historia todo parece acomodarse bien. Creo que Vds. podrían preguntar, “Pero, ¿cómo el gatito terminó dentro del frasco?”. Yo podría decirles, pero prefiero dejar que traten de imaginárselo.
Jessica no iba a permitir que su gatito desarrollara un complejo de inferioridad, de modo que para empezar, ella lo llamó Napoleón, porque Napoleón Bonaparte era un hombre cuya estatura era corta, pero su voluntad era alta.
martes, 2 de diciembre de 2008
Cuento Original: A story of a girl named Jessica and her Kitten in a jar
She was happy, even on rainy days; the only drawback those days was that, sometimes, she felt bored, because of the obligated stay.
Maybe if she could have some kind of a pet. But, what pet could fit in that very, very, very little house?
One day, however, Jessica heard a very soft sound. She looked all over the little house, checked in every corner, below everything, and could not find anything.
At some point, she even thought that maybe it was all in her imagination. But at night, when she was preparing to sleep, Jessica heard the sound again, it was so hushed…
It was like the crying of a little baby, but a very little one…
Suddenly, she noticed that a glass jar of her cupboard had moved. She was a brave girl, but even so, she felt a little upset about this inexplicable phenomenon.
As I said, she was a brave girl, so, little by little, step by step, Jessica approached the glass jar, but as she tried to grab it, it rolled away a little, and whenever she tried to even touch it, the jar would roll away, until it reached the wall: there was no escape now…
So, Jessica grabbed the glass jar, and, what did she find?
A cat that was so little that fitted inside a jar. Well, truly it was a kitten, but still he was too little even for a kitten. Jessica liked weird things, so she loved the kitten.
Jessica proceeded to open the jar to let the kitten come off, and thinking that he could be hungry fixed him dinner, a dish with milk, but the dish was too big for the little cat to reach, and when he did, he stumbled inside and almost drown.
So Jessica used the cap of the glass jar to pour the milk.
It was the beginning of a nice friendship between our girl Jessica and the kitten.
As you may see in this little story everything seems to fit. I guess that some of you may ask, “but, how did that kitten ended up in that glass jar?” I could tell you, but I rather let you try to imagine.
Jessica would not allow her kitten to develop any inferiority complex, so in the first place she called him Napoleon, because Napoleon Bonaparte was a man whose height was little but his will was high.
lunes, 1 de diciembre de 2008
Paréntesis: El fin del principio...
No voy a decir que ha sido un año aprendiendo acerca de la blogósfera guatemalteca porque, para empezar, no ha sido un año, eso será hasta febrero de 2009; si todavía estamos aquí (no me refiero a un servidor solamente sino a la especie humana). Entonces llevó, qué sé yo, como nueve meses conociendo y reconociendo la blogósfera, tanto guatemalteca como internacional (pero me interesa más la primera, debo reconocerlo), blogueando de manera constante, mas no diaria, publicándome mis textos (no me pongo los moños conmigo mismo), conociendo a algunas personas que he llegado a valorar, y reconociendo a otros, qué sé yo, escribiendo. Esto último, muy importante. Escribir para mí es importante, y una de las ventajas del blog, como alguna vez lo haya mencionado otro bloguero, es que lo ejercita a uno en la redacción de textos, se va forjando un estilo gradualmente, y hasta un tipo con tan marcada tendencia a divagar, como yo, aprende a expresarse en determinada extensión, para facilitar la comprensión... Ja-ja.
No puedo saber qué piensa la gente de este espacio, salvo a través de los comentarios, y tampoco sé si creen que lo consignado aquí es de carácter autobiográfico (exceptuando los cuentos "originales"; aún cuando, a la larga, estos también lo son). No incluyo más nombre que el mío, y el de aquellas personas que así lo autorizan, por respeto a la intimidad de cada quien. Sin embargo, las historias son verdaderas, aún cuando se cambien algunos nombres.
En menos de un año, el tal Petoulqui Jacobo y Julio E. Pellecer S. han estrechado su relación. Hay quienes me conocieron (virtualmente) cuando ya existía el otro, y cuando nos vemos en persona (la primera y sucesivas ocasiones) me llaman simplemente "Peto", lo cual me parece simpático. A veces no estoy seguro acerca de cómo firmar mis mensajes y comentarios; depende, dijo Pepito. "¿Se han dado cuenta de que nunca vemos a Peto y Julio P. a la vez?" Bueno, eso no podría ser, siempre estamos juntos, somos indivisibles, separarnos sería matar a uno de los dos (¡o a los dos!).
Muchas veces me he preguntado, "¿Por qué escribo?". ¿Por qué? Porque tengo que hacerlo, no hay más remedio, no puedo evitarlo. Y escribiendo en esta bitácora electrónica ni siquiera me siento culpable acerca del desperdicio de papel o tinta.
Bueno, vamos a ver qué puedo agregar a esta bitácora en este último mes del 2008, o como yo le quiero llamar "el fin del principio".
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Paréntesis: El colifato en la zona fantasma
Aún cuando también podría titularse, una temporada en el limbo (sin relación con la obra del enfant terrible ése de Arthur Rimbaud, porque ni soy enfant ni soy terrible).
El sábado en la noche, en el cerrito del Carmen, me quedé hasta el final de la proyección del documental de La Colifata (LT22, creo), solo porque mis acompañantes se aburrieron (lo cual comprendo). Estaba fascinado, viendo y escuchando las historias de estos colifatos.
¿Cómo es que se llama la institución? Tiene el nombre de una persona, pero no recuerdo, vamos a ver... Hospital "José T. Borda", ¡eso es! El Borda. Y ahí, algunos pacientes emiten sus transmisiones regulares, los sábados me parece, y se comunican con el mundo exterior, y más importante, con el otro, algo así como yo con Vds.
Y sí, como decían ellos, a veces también me siento un colifato, pienso que estoy como una cabra y demás expresiones. Estos días en la zona fantasma no hacen sino acentuar la sensación y el pensamiento.
Por eso me quedé hasta el final del documental sobre los colifatos, y he ahí el porqué de mi fascinación, supongo que me identifiqué.
El año pasado leí "La Sala Número Seis" de mi admirado Chéjov, y fue una situación similar. Encontré que el mundo de los locos no me parecía tan loco, si bien desesperado y desesperante. ¿Qué es lo cuerdo y que lo chiflado?
Vamos a reflexionar unos días más al respecto para ver qué se nos ocurre...
jueves, 13 de noviembre de 2008
Paréntesis: De los "cómics" y los comics
viernes, 7 de noviembre de 2008
Cuento Original: ¡JA-JA!
Este relato está dedicado, respetuosamente, a mi buen y paciente amigo Octavio Enríquez. Aún cuando la temática es autobiográfica; es decir, trata acerca de mí.
Rió y su carcajada resonó en cada esquina:
“¡JA-JA!”
Se creía tan gracioso. Casi podía sentir la comicidad atravesando su cuerpo.
Ahora bien, utilizamos el término “sentir” con cierta amplitud, con alguna libertad, hemos de reconocer, porque si bien se suponía que nuestro individuo era un ser sensible y sensitivo, más bien sólo representaba esto último en una cuasi absoluta ausencia de lo primero. Y, por aparte, las sensaciones que tenía estaban bastante distorsionadas por haber bebido ávidamente del cáliz dionisiaco.
Había llegado a la reunión social y repentinamente lo había golpeado el hecho de sentirse terriblemente inadaptado. Definitivamente, algo no estuvo bien en su educación, puesto que él no estaba integrado satisfactoriamente a la sociedad, y no nos referimos a la pasividad de una insociabilidad, sino también a ciertos rasgos antisociales.
Cuando le preguntaron qué deseaba beber, él respondió tratando de pasar por ingenioso que quería una cuba, “pero, una cuba socialista…”, y quien se la sirvió le respondió, “ah, una cuba ja-ja…”, y le entregó la bebida preparada impecablemente.
Comenzó a beber y sintió los efectos relajantes del ron. “Ah, el ron…”, pensaba, “… la bebida que tomaban los marinos ingleses cada mañana para fortalecerse. Y, claro, también los piratas…” Y como pirata, el ron lo despojaba, pero de su sensatez.
¿En qué momento comenzó todo esto? O más bien, ¿de qué manera? Es que no podía recordarlo, o quizás era simplemente que no podía entenderlo. En estas historias, que eran la frecuencia de su vida, siempre había una pregunta, la cuestión fundamental, claro es: ¿por qué?
¿Por qué se tornaba repentinamente en todo lo que él odiaba (o creía odiar)? ¿por qué, de manera inesperada, él hacía a otros lo que no quería que le hicieran? ¿Por qué era capaz de lastimar a quienes amaba más?
Sería mentir si dijéramos que nunca había respondido estas preguntas. Lo había hecho, por supuesto. Y las respuestas que encontraba eran de diversos tipos, psicológicas, filosóficas, morales, etc. Pero, el hecho es que eran respuestas y no soluciones; el problema fundamental no estaba resuelto. Algo estaba descompuesto y él, evidentemente, no era capaz de arreglarlo.
“¿Por qué?”
“¡¿Por qué?!”
“¡¡¿POR QUÉ?!”
No había sido capaz de resolver el enigma. En vez de eso, cada vez más, se había internado en un laberinto… y él sabía que en los laberintos hay, por lo menos, una bestia capaz de matar y devorar a un hombre… o, a lo mejor, de comérselo vivo, nunca se sabe, la verdad.
Vivía por reflejo condicionado y lo sabía. El caos en su interior era fácil de identificar en su exterior, en sus relaciones sociales, en sus actividades cotidianas, incluso en el desorden de su habitación-estudio-lo que sea.
Y así, así sin más, así como era él, sin estar muy seguro (quitémosle el muy) de qué carajos pasaba consigo mismo, extraviado en ese infinito laberinto que era su propia vida; así llegó a la reunión social, se bebió su primer “cuba ja-ja”, sintió al cómico en él emerger, escuchó cómo se reía macabramente, sonrió de oreja a oreja (como nunca lo había hecho) y comenzó la función, “su función”.
De repente sintió los reflectores en la cara, pequeñas lucecitas fijas en él, atentas a cada movimiento que hacía. Lo seguían en cada una de sus gesticulaciones, de sus pantomimas.
Él reía y parecía como si un eco (sería la resonancia del laberinto) hacía que su risa se tornara ensordecedora. ¡JA-JA!
“¡JA-JA!” Todo el mundo reía con él, cada cosa que decía era graciosa. Él era el bufón y lo estaba gozando.
Cuando encontró el chiste perfecto, decidió apegarse a él, a fin de cuentas, hay que continuar con lo que funciona. Siguió con su chiste de repetición, ¡JA-JA!, “ES QUE ES TAN GRACIOSO, PERO TAN GRACIOSO”.
Parecía que ya no quedaba nada de su timidez inicial, estaba en el extremo opuesto, sin haber pasado nunca por el intermedio.
Entonces, escuchó el bramido de la bestia (un minotauro, supongo), la criatura que habitaba en el laberinto y que no parecía dispuesta a dejarle en paz ni en su momento de mayor gloria, en el más grande de sus triunfos.
Y, aún cuando nos parezca increíble, la vio frente a él. Era realmente monstruosa, era un engendro repulsivo.
Como un relámpago, recordó algo, era un párrafo de cierto cuento escrito por Oscar Wilde, que él había leído hacía tiempo. Se titulaba El Cumpleaños de la Infanta:
“Cuando al final la verdad se abrió paso en su mente, el enano lanzó un aullido un grito de desesperación y cayó al pavimento sollozando. ¡Ese ser deforme y jorobado, de aspecto horrible y grotesco, era él! ¡Era él mismo, él era el monstruo, y era de él de quien se habían reído todos los muchachos... y la Princesita, en cuyo amor creyera...”
El párrafo describía justo el momento cuando este noble personaje, el enanito, cuya belleza interna era formidable, veía por vez primera, reflejada en un espejo, la imagen de su cuerpo deforme…
Y ahora le tocaba a él, a nuestro individuo, de una fealdad interna abominable, ver la verdad sobre sí mismo. Ahí estaba la bestia ante sí, la bestia bramante. Pero no era exactamente un minotauro. La voz gutural que emitía era cada vez más familiar, la había escuchado antes, pero dónde, esto no lo podía recordar…
Escuchó más atentamente, ¿cómo sonaba...? ¿qué era lo que decía?
Ah sí, ahora lo sabía:
¡JA-JA!
“Sí…”
“¡JA – JA!”
Imagen: Tomada por Alex Luna
martes, 4 de noviembre de 2008
Paréntesis: Rorschach
lunes, 3 de noviembre de 2008
capítulo vigesimonoveno: "el calavera debe morir..."
jueves, 30 de octubre de 2008
Anécdota musical: El Trino del Diablo
…
Cuando Giuseppe se casó con Elisabetta Premazone no se imaginaba el problema que estaba contrayendo.
Giuseppe Tartini era un joven de dieciocho años, estudiante de abogacía en la Universidad de Padua, donde demostró ser un buen litigante, con la espada, hemos de señalar. Y su prometida, Elisabetta, era una de las “favoritas” del Cardenal Giorgio Cornaro. Cuando el religioso se enteró de la boda entre el estudiante y su “favorita” se sintió indignado, como seguramente se hubiera sentido Gianantonio, el padre de Giuseppe, de seguir con vida, pero debido a que Elisabetta era mayor que su hijo y de distinto estamento social.
Por lo tanto, Giuseppe, acusado de "abducción" por su excelencia y siguiendo los consejos de su instinto de supervivencia, tuvo que abandonar a su recientemente desposada cónyuge y partir hacia Asís, al monasterio de San Francisco. Que este sitio fuera el punto que determinara como su escondite no debió de ser una casualidad, de ninguna manera algo azaroso, pues cuando niño, los padres de Giuseppe, Caterina Zangrando y el mencionado Gianantonio habían decidido por su vástago que su destino era convertirse en un monje franciscano (y en última instancia, fue por estos estudios con los franciscanos, que nuestro fugitivo tenía ciertos conocimientos musicales).
Ahora, más allá de estos hechos históricos, nos adentraremos en los terrenos cenagosos de la leyenda, y es posible que un vaho espeso cubra nuestras miradas. Es decir, quizás lo que yo escriba y lo que lean Vds., amables personas quienes me siguen en esta narración, no sea del todo cierto, pero a lo mejor sí entretenido. Vos diréis, entonces.
Estando nuestro joven amigo, Giuseppe, encerrado en la celda, amablemente compartida por los buenos hermanos del Monasterio de San Francisco en Asís, a punto de quedarse dormido, vio aparecer ante él una imagen hasta cierto punto oscura, aún cuando paradójicamente brillante (puesto que podía verla en las tinieblas de su encierro). La imagen le habló, y se presentó, sin más miramientos, como el Diablo, ni más ni menos. Según le explicó, no era su intención causarle espanto ni hacerle daño; lo único que deseaba era servirle. Y, para que vean que fue aquella una noche paradójica, al señorcito Tartini no se le ocurría nada qué pedirle. Finalmente, Giuseppe recordó que él mismo era violinista, un músico (con ciertos conocimientos básicos, ya dijimos), y le pidió a la figura oscura que tocase algo para deleitarle.
Como un genio de las Mil y una noches ("escucho y obedezco"), la figura tomó el violín, que Giuseppe usaba para acompañar los servicios religiosos, afinó las cuerdas y, sorpresivamente, comenzó a tocar la música más maravillosa que hubiera escuchado nuestro encerrado amigo, quien permanecía en silencio y casi sin poder respirar, sintiéndose sobresaltado al escuchar cada deslumbrante trino producido por la relampagueante destreza del siniestro.
Justo cuando terminó la interpretación, Giuseppe despertó.
Sí. Aparentemente, todo había sido un sueño; trató de recordar cómo sonaba la música que había escuchado mientras dormía. Apuntó lo que recordaba y se transformó en lo que Tartini (ya no nuestro querido, joven e inexperto Giuseppe, sino Tartini el gran compositor y teórico) llamó “La sonata del trino del diablo” para violín solo y bajo cifrado.
Y según se dice, las palabras finales de Tartini para Jérôme Lalande, el astrónomo francés, al relatarle esta historia (o una parecida, al menos), fueron éstas: “(Mi composición) es tan inferior a lo que escuché, que si hubiera podido subsistir por otros medios, hubiera hecho pedazos mi violín y abandonado la música para siempre.”
lunes, 27 de octubre de 2008
capítulo vigesimooctavo: el abuelito
jueves, 23 de octubre de 2008
capítulo vigesimoséptimo: ciudadano cero y petoulqui jacobo en el walhalla
lunes, 20 de octubre de 2008
Paréntesis: 20 de octubre
viernes, 17 de octubre de 2008
capítulo cero: vomitado (un cc que debería de ser un paréntesis... íbamos tan bien con la racha cómica, pero volvemos a la comedia trágica)
Cada experiencia, cada acción que he realizado, parece dejar una marca en mí (... sí, lo sé, estoy parafraseando a 'El retrato de Dorian Gray' [y al catecismo que usaba cuando niño], nunca hubiera imaginado que fuera esta metáfora la que mejor explicara mi situación, ¿por qué serán mis 'prójimos' quienes, a fin de cuentas, parecen juzgarme con más dureza? ¿o seré yo? ¿o todos?), y esas cicatrices (cual 'marca de Caín', como lo planteara Hesse) me vuelven una especie de paria, de desecho, en cuanto a ciertas relaciones sociales (dicen que la basura de unos es el tesoro de otros...).
Atrás ha quedado la adolescencia fisiológica, porque el tiempo pasa, y no en vano, pero parece que este pesar del jovencito que fui no ha terminado con el final de mi primera juventud. Sigue doliendo; y ahora más todavía. A los pesares imaginarios se sumaron estos, completamente reales, de mis decisiones y omisiones de adulto inexperto.
Aún, no puedo renegar de mis decisiones, porque no quiero hacerlo, los resultados de mis acciones son una extensión de mí, hasta son parte de mí y yo parte de ellos.
De repente me siento usado, drenado y devuelto como mercancía dañada.
Me han mordido, masticado, saboreado, mal digerido...
Ahora sé cuál es el término que sigue: vomitado."
lunes, 13 de octubre de 2008
Paréntesis: La guerra de los petos
Episodio VII: El duelo de Peto y Ulqui (los Bilis)
El país se encuentra en un caos total (¡qué raro! Y por cierto, no tiene nada que ver con esta historieta; al menos específicamente), naves vuelan desde sus bases (llamémosles Bu-rras X). Algunos individuos han decidido rebelarse (sin causa, a lo mejor) contra el imperialismo editorial, y empiezan a publicar electrónicamente.
Al momento, Peto Eros-Bilis estudia con su maestro, Chomps Flammer, las artes de la orden del Yenais en el uso de la Fomería. Ulqui Eris-Bilis ha tomado como rehén a la Princesa Helhgie (quien, si he de decir la verdad, no volverá a ser mencionada en este post). Han comenzado a realizarse extraños experimentos que cambiarán el destino de todos nuestros protagonistas...
...
Master Chomps, quien es el Flammer más nais (sic) de por acá, tiene fe en que el joven Peto domine la Fomería y pueda derrotar al señor oscuro Ulqui Eris-Bilis, quien alguna vez también fuera alumno de Chomps.
Cuando van a visitar al anciano maestro Yodo al planeta Da-hueva, éste le dice a Flammer que ha llegado el momento de poner a prueba al joven pádaguan (sic) en el Hoyo Mágico.
El maestro Yodo instruye al joven Peto acerca de lo que está a punto de enfrentar: su mayor temor. Al entrar en el hoyo, completamente solo, Peto siente miedo; a cuatro metros de distancia ve acercándose a Ulqui Eris-Bilis, su enemigo mortal. Sin pensarlo dos veces, desenvaina su machete de luz y se traba en implacable combate con su rival, ambos guerreros se asestan terribles golpes. Peto, al darle un fuerte tajo en el casco, deja al descubierto el rostro de Ulqui, y se da cuenta con horror que es exactamente idéntico al suyo: Peto y Ulqui son como gemelos... ¡no! ¡es peor! ¡son clones!
“Y Vds. no son sino los primeros.” Les explica Yodo, con frialdad, apareciendo de repente. Pero ya no se parece a Yodo, ahora es más bien otro ser muy parecido a ellos: el narrador.
“Vamos a seguir clonándonos indefinidamente.” Les dice a Peto y Ulqui, “así que será mejor que se preparen, porque si bien ahora estaban enfrascados en un duelo, pronto vendrá...
jueves, 9 de octubre de 2008
Paréntesis: Hay noches como ésta
Paréntesis: Peto Programático II
La pieza que ha de acompañar este post es "En el Salón del Rey de la Montaña" de Peer Gynt, Suite No. 1 Op. 46, de Edvard Grieg. Y si alguien se preguntara porqué he escogido esta composición para acompañar el presente paréntesis, la respuesta es muy simple, porque a mí me gusta. No hay otra razón en particular en este caso. Sin embargo, en cuanto a los anteriores posts sí quise establecer una relación entre música y literatura (ídem con los posteriores). Vosotros diréis vuestro parecer al respecto.
La lista es la siguiente:
Paréntesis: Hay noches como ésta; Preludio y Muerte de Isolda de Tristán e Isolda de Richard Wagner.
Paréntesis: Peto Programático II; En el salón del Rey de la Montaña de Edvard Grieg.
Capítulo Vigesimosexto: La Gnosienne número uno; Gnosienne número uno de Erik Satie.
Cuento Original: La Luciérnaga y continuación; Como un Lobo de Miguel Bosé con la Bimba Bosé.
Capítulo Cero: El Poser; Pose de Daddy Yankee.
Paréntesis: No hay ladrón que por bien no venga; Pink Panther tv theme de Henry Mancini.
Capítulo Vigesimoquinto: El regreso de Trucutú (y ahora con una historia de espantos); Ghostbusters de Ray Parker Jr.
Paréntesis: Los funerales de las flores; Funeral March de Chopin.
Paréntesis: Para Anito o "Anonimo (sic) strikes ba... paréntesis; Caca, culo, pedo, pis de Los Punkitos
Capítulo cero: la condición petoulquiana; Twilight Zone tv theme de Marius Constant.
Paréntesis: El Civismo; Mi bella Guatemala de Germán Alcántara.
Cuento Original: Jazzman; Lover Man de Charlie Parker.
Capítulo vigesimocuarto: el cafetín chino, el reggaeman y el rugido de un león; Is this love de Bob Marley.
Paréntesis: Y hay veces que hasta Petoulqui se queda sin habla; Superman theme de John Williams.
Capítulo cero: opinión indefinida pero clara; Drumline de Notre Dame Band.
Capítulo vigesimotercero: el día en que Petoulqui se quedó sin voz; Spiderman tv theme de Paul Francis Webster y Bob Harris.
Capítulo vigesimosegundo: el largo camino a casa o la senda del perdedor; Loser de Beck.
Flor de blog flor de blog; Marcha Triunfal de Aida de Giuseppe Verdi.
Cuento Original: El trueno cuento original; Truenos.
Cuento Original: El Charamilero; Llegó borracho el Borracho de José Alfredo Jiménez.
Cuento Original: Ari y Ati; Mars, The bringer of the War de Gustav Holst.
Cuento Original: Sihana; Clair de Lune de Achille Claude Debussy.
Cuento Original: Sunday; I can see clearly now de Johnny Nash.
Cuento Original: Saturnino y la marca de los quince minutos; Clocks de Coldplay.
Cuento Original: "Dónde, ¿dónde habré dejado el Fuego?"; Light my fire de The Doors. Capítulo vigesimoprimero: "¿Por qué no habré leído el libro octavo hace ocho años?"; Hasta Siempre de Carlos Puebla.
Capítulo vigésimo: sólo sé que nada sé; Final de El holandés errante de Richard Wagner.
Capítulo decimonoveno: viajando por el mundo de las ideas; Panis Angelicus de Cesar Franck.
Capítulo decimoctavo: "¿quién dijo sofista...?"; Coro de los esclavos hebreos de Giuseppe Verdi.
Capítulo cero: la condición petoulquiana; Lone Wolf de Masato Kouda.
Capítulo decimoséptimo: la petoúlquina amarilla; Drume Negrita de Eliseo Grenet, y con una magnífica interpretación de Bola de Nieve.
Capítulo decimosexto: ¿qué es un emo?; Emo de Blink 182.
Paréntesis: Acerca de lo anónimo; Romance de autor anónimo.
Cuento Original: El Chino; Tema de Enter the Dragon de Lalo Schifrin.
Capítulo decimoquinto: el petoulqui de julio; Charade de Henry Mancini.
Capítulo 7, "el capítulo perdido": el julio de petoulqui; Desaparecido de Manu Chao.
Paréntesis: Día del maestro; School of Rock de School of Rock Soundtrack.
Paréntesis: La orquesta nacional de clarinetes; Super Mario Bros. de Koji Kondo.
Capítulo cero: el ulqui de peto; Surfin´bird de The Trashmen.
Paréntesis: La música electroacústica y los niños; Kurzwellen de Karlheinz Stockhausen.
Capítulo decimocuarto: el ratero; Overtura de la Urraca Ladrona de Rossini.
Capítulo decimotercero: el compadre (y la violeta...); Tú me haces falta de Eddie Santiago.
Capítulo duodécimo: y cuando llegamos, el dinosaurio estaba ahí; Rock me, Dr. Zaius de The Simpsons.
Cuento Original: Las Paredes de Leonel; Así habló Zaratustra de Richard Strauss.
Paréntesis: Las artes muertas; Sound of Silence de Simon and Garfunkel.
Capítulo undécimo: en tiempos de maricastaña; Como un duende de Alux Nahual.
Capítulo décimo: en guatemala, la muerte viaja en el transporte urbano... y Trucutú maneja; La Cabalgata de las Valkirias de Richard Wagner.
Capítulo cero: yo soy yo; Labyrinth de The Cure.
Capítulo noveno: alicia en el callejón de las maravillas; Red Pill, Blue Pill de Junkie XI y Don Davis.
Capítulo cero: petoulqui soy yo y yo soy petoulqui; Mirror Mirror de Stevie Nicks.
Paréntesis: Porque no cualquiera toca una Mazurka; Mazurka en Si bemol Mayor de Chopin.
Porque el público lo ha demandado... El Final Alternativo de Comida para ratones; Overture de Bernard Hermann.
Paréntesis: De los diáfanos dedos de los ángeles... y demás cucharaditas de azúcar refinada; Tie a yellow ribbon round the old oak tree de Tony Orlando & Dawn.
Cuento Original: Comida para ratones; Mouse in the house de Eek a mouse.
Capítulo cero: la condición petoulquiana; La Guitarra de Los auténticos decadentes.
Paréntesis: ¿Qué es lo que hace bueno a un libro?; The Neverending Story de Limahl.
Capítulo octavo: la visita de l'etranger; Sonata para piano, op. 1, de Alban Berg.
Capítulo cero: de cómo apareció el tal petoulqui; Amanecer de Edvard Grieg.
Capítulo sexto: las petunias; Vals de las flores de Peter Ilyich Tchaikovsky.
Capítulo quinto: perro muerto; Quinto movimiento, Canción de una noche de Sabbat, de la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
Cuento Original: El Borracho; Viejo ebrio y perdido de Él mató a un policía.
Cuento Original: La Calle; Primer movimiento de la octava sinfonía, Inconclusa, de Franz Schubert.
Cuento Original: Ciclo de Clonación: Completo; The day the earth stood still de Bernard Hermann.
... helhgie ...; Canción de Solveig de Edvard Grieg.
Capítulo cuarto: el waltz de mephisto; Capricho No. 24 de Niccoló Paganini.
Cuento Original: Guate goma; Sr. Cobranza de Bersuit Vergarabat.
Capítulo tercero: el chino inexpresivo; All along the watch tower de Jimmy Hendrix.
Capítulo segundo: las reminiscencias del pasado o Fiesta de Pájaros; Fiesta de Pájaros de Jesús Castillo.
Paréntesis: Día de la Marimba; El ferrocarril de los Altos de Domingo Betancourt.
Capítulo primero: el nacimiento de petoulqui; Begin the beguine de Cole Porter.
Entonces, la mecánica sugerida sería la siguiente: haga click en el link del post que desee leer y luego, en el reproductor escoja la canción indicada.
Por cierto, se aceptan sugerencias para cambios (pero, en última instancia, la decisión del cambio depende del tal Petoulqui).