"Don Mariano José de Larra y Sánchez de Castro, presumo." Saludó Petoulqui.
"Me temo que se equivoca Vd., señor mío. En realidad no soy don Mariano sino un amigo suyo de él, el Duende. Si he de presentarme con toda la "pompa y circunstancia" citando a Elgar, aún cuando él fuera compositor y no escritor (al menos que yo sepa), sabrá Vd. que mi nombre completo es: El Duende Satírico del Día."
"Entonces, no es Vd. don Mariano." Asintió Petoulqui, todavía con cierta desconfianza en su cuasi-afirmación.
"No cabe duda, señor, quienquiera que Vd. sea, que es muy perspicaz." Cortó el Duende.
Caminando un poco más (porque si no camina el Peto, esta entrada se va a convertir en algo muy aburrido; es necesario algún dinamismo, ¿no es cierto?), se encontró con otro caballero muy similar al anterior y, no tuvo más remedio (porque siendo un servidor, o sea yo, el hado del Peto, no le queda otra más que seguir mis mandatos) que preguntarle si era el tal don Mariano José de Larra... etc., a lo cual el sujeto respondió:
"Pues, verá Vd., amigo desconocido, que no lo soy, aún cuando tal parezca. En realidad, mi nombre es, con todo y grado académico, Bachiller Juan Pérez de Murguía. Cierto es que soy íntimo con don Mariano, y que tenemos una gran parecido físico, pero me temo que no soy yo a quien Vd. busca." Y cortando, se retiró el Bachiller.
Así, Peto se encontró descorazonado (¿y qué le queda? si quiero que esté triste, lo está) por no encontrar al tal Mariano José de Larra (ya el Peto estaba un poco menos respetuoso porque lo irritaba tanta búsqueda infructuosa), cuando pasó un tercer individuo y éste, justo como los anteriores, era idéntico al retrato que había visto del tal Larra.
Sin embargo, temía que al preguntar le respondiera también este personaje que no era Larra. Pero ya qué, Peto tiene que preguntarle porque yo lo digo. Así, nuestro antihéroe fue tras el nuevo candidato a Larra y le preguntó si era el famoso don... etc.
"No, monsieur, Vd. me confunde. Verá, es que don Mariano y yo hemos sido tan cercanos que hay quien ya cree que somos la misma persona. Pero, yo soy más afrancesado, no solamente en los modismos sino en cuanto a que soy partidario de ciertas ideas liberales, aún cuando estoy comenzando a optar por cierta postura más moderada. Ya ve que creo que tenía razón el Duende (no el Duende Satírico sino ese otro personaje, el de la obra "El Canciller Cadejo" de Manuel Galich) cuando decía "Tanto tampoco" y Vd. recordará al Sombrerón haciéndole mofa: "Pero tampoco tanto, tan poco tanto..." Le explicó el carácter presentándose a sí mismo, al final de su perorata: "Ah, sí. Lo olvidaba. Mi nombre es Fígaro. Hasta pronto."
Sin la menor intención de continuar lo que le parecía una tarea titánica, Petoulqui se dispuso a regresar (a dónde no lo sé), cuando tropezó con una persona algo distraída (como él mismo), quien se disculpó atentamente, "Excúseme, señor, no lo vi, estaba pensando, como casi siempre últimamente. Permítame presentarme: Mariano José de Larra."
Sí, ya sé que el giro está jalado. Pero, ¿qué quieren, finas personas lectoras? ¿No es menos verosímil el hecho de que, prácticamente, tropecé con los maravillosos artículos de Larra-Duende-Bachiller-Fígaro? Y es para mí un gusto presentarlo en sociedad ante Vds. (esto es, vuestras mercedes) citando a Robert Schumann cuando hizo su primera (y no sé si única) reseña sobre un Chopin, en ese entonces desconocido: "Señoras y señores, ante Vds. un genio."