martes, 29 de diciembre de 2009

capítulo cuadragésimocuarto: la catedral sumergida




Hace años, la Violeta soñó con que leía un libro titulado "La catedral del mar". Hasta ahí, nada particular. Excepto que lo soñó antes de que fuera publicado el libro homónimo y sin que ella hubiera podido enterarse de manera alguna acerca de este acontecimiento. Es decir, su sueño fue una premonición.

Desde entonces, la Violeta tuvo la inquietud de leer ese libro; quiero decir, desde que se enteró que el libro ya había sido publicado, mucho después de su sueño. Resumiendo, primero soñó acerca del libro (no publicado, quizás en las prensas en ese momento), luego se enteró que se había publicado el libro soñado y, finalmente, sintió deseos de leerlo, para cumplir el sueño, digamos.

Pero como esto de los sueños y la realidad nunca resultan como esperamos (o casi nunca, para no ser absolutistas), este año decidimos leer el libro. Pero con el primer sórdido capítulo tuvimos suficiente. He de confesar que no fue tanto la sordidez como la temática, el tratamiento de la misma, el estilo, los que me hicieron desear no acabar con la lectura, o más bien acabarla aún cuando el libro quedara inconcluso (en cuanto a mi lectura).

Y para realizar el propósito del hado, se me ocurrió que ya que no íbamos a leer "La catedral del mar", todo se arreglaba con escuchar "La catedral sumergida", como he dado en llamar el preludio de Debussy por él titulado "La cathédrale engloutie". Así que, sin más preámbulos, escuchemos.

sábado, 26 de diciembre de 2009

cita petoulquiana: contradecirse

"Contradecirse - el contradecirse de un Goethe o de un Montaigne - no acusa insinceridad ni falsía; señala, sí, ese contradecirse, esa perpetua rectificación de lo ya dicho, una profunda vida espiritual; sólo quien esté desposeído de imaginación y de curiosidad desinteresada podrá subsistir siempre en un mismo ser, igual a sí mismo, idéntico a los setenta años que a los treinta..."

Azorín (en el prólogo "Comento a Larra" de "Artículos de costumbres")

Larra, Mariano José de. Artículos de costumbres, Antología dispuesta y prologada por Azorín. Espasa - Calpe, S. A. Décima edición. España, 1969. p. 11

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cuento Navideño: El elefante blanco

En un intercambio de regalos recibí un bote de cera de tortuga. No me quejé, por supuesto; a fin de cuentas, ¿quién no se muere por tener un poco de cera de tortuga? Más yo, que nunca había tenido ni un poco de este preciado ungüento.

A lo mejor, lo que recibí fue desproporcionado en cuanto a lo que yo regalé: un elefante blanco.

¿No es maravilloso?

Me imaginé, cuando lo encontré en el bazar, que era el mejor regalo que uno pudiera darle a otra persona.

No era un elefante de cerámica, ni de peluche o cualquier otro material natural o artificial. No era un elefante inanimado, al contrario, era un elefante de verdad. Un precioso elefante bebé. Ya saben Vds. que los elefantes bebés no son nada pequeños, pero ciertamente no son tan grandes como un elefante adulto.

¿Podrán creerme si les digo que la persona a quien le regalé el elefante blanco, no sólo no se mostró satisfecha sino que ni siquiera me agradeció? Paradójicamente, tanto esta persona como el elefante parecieron encajar desde un principio, puesto que no más recibir al elefantito, el receptor se puso pálido. Pero ni por ello recibí el menor gesto de agradecimiento, más bien pareció que el obsequiado sentía desagrado hacia su nueva posesión.

Muchos de nuestros colegas mencionaron lo original del regalo, imagínense Vds., un elefante traído desde la India y que, además, era blanco. Toda una rareza. De hecho, yo nunca había oído hablar de algo así, o eso creo.

...


Pues, verán, la ingratitud de mi obsequiado no solamente fue verbal. Podrán creer que el agasajado fue capaz de ir a la tienda donde compré el elefante con la intención de devolverlo. Pero le fue imposible. Le dijeron que semejante artículo, bajo ninguna circunstancia, tenía devolución.

Y luego, nadie lo aceptaría en la calle. Ninguno de sus conocidos, amigos, parientes, etc. Nadie. Todos le dijeron que no podían aceptar semejante tesoro. Todos parecían huir del elefante blanco, el cual, por otra parte, parecía estar pegado a su dueño, y no tener ni la menor intención de desprenderse.

Se me ocurrió hacerle una visita al dueño del elefante blanco, para inspeccionar cómo iba todo. Sólo para que supiera que me importaba ver qué hacía con mi regalo. No le mencioné en absoluto el hecho de que ya sabía que había tratado de deshacerse del paquidermo albino.

Vi al dueño del elefante convertido en una piltrafa.

Parecería mentira, pero con tan pocos días de tener a esta nueva mascota ya la había malcriado. El elefante no paraba de comer, parecía muchísimo más gordo que la última vez que lo vi. El propietario le traía fardos y más fardos de forraje. Y el elefante comía y comía.

Me pregunté a mí mismo, pero sin comentarlo pues soy un tipo discreto, cómo haría el dueño del elefante para financiar semejantes hábitos alimenticios.

...

Al poco tiempo, supe que el dueño del elefante lo había llevado al zoológico para tratar de que lo retuvieran ahí, donándolo. Pero tampoco ahí quisieron recibirlo, ni siquiera tras los alegatos del propietario del elefante que les decía que iba a convertirse (el paquidermo) en una súper atracción. Al fallar en el ZOO decidió probar suerte en un circo. E igualmente, nadie lo aceptó.

Aún cuando me había hecho de la vista gorda al principio, decidí que era el colmo de la ingratitud que tratara a mi obsequio de semejante manera. Mirá que tratar de deshacerse del elefante y con lo que me había costado encontrar un regalo así de original.

De manera que fui y le eché en cara su actitud.

Me encontré al sujeto más enflaquecido que antes y al elefante más gordo todavía. Ante lo cual, aproveché también para señalarle al dueño del elefante que era una desgracia que para colmo malcriara a la pobre bestia, que la convirtiera en un ser improductivo y avorazado. No era, a mi criterio, la forma de educar a una mascota.

El obsequiado ni siquiera trató de defenderse de mis críticas. La verdad sólo contemplaba al enorme paquidermo, mientras éste utilizando su proboscidio se servía el manjar del forraje.

Algo extraño acerca de este elefante es que ni siquiera producía un solo barrito. De hecho, si no estaba siguiendo a su dueño, el elefante no caminaba. No caminaba, no producía sonido, la verdad lo único que veía que hacía era comer.

Se me ocurrió que había cometido un error regalándole a esta persona un elefante tan especial, puesto que no le ofrecía un ambiente adecuado para su desarrollo. Me parecía, de hecho, que el elefante había sido arruinado. Algo así como una historia que escuché una vez sobre un elefante. Sí, pero esto era al revés. Se me hace que si querían hacerle daño a un elefante blanco lo único que tenían que hacer era regalárselo a este sujeto. Pobre elefante. Pero qué errorazo había cometido regalándolo a este personaje cruel.

Pensé en llevarme al elefante en ese mismo momento. Pero al final decidí que eso era mala idea, ¿quién era yo para interferir entre un hombre y su mascota? Aún más, había sido yo quien había regalado al elefante, y como reza el refrán “el que da y quita...”

Mas, a la mañana siguiente me arrepentí de no haberme llevado al elefante, cuando leí cómo en el asfalto, frente al edificio donde vivían el elefante y su dueño, aparecieron, estampados los cadáveres de un blanco paquidermo y justo debajo, triturado por el peso del primero, la masa amorfa de aquel a quien yo, una vez, tuve la gentileza de obsequiar con tan malograda maravilla.

cita petoulquiana: fuck you!

"... It´s hopeless, anyway. If you had a million years to do it in, you couldn´t rub out even half the 'Fuck you' signs in the world. It´s impossible."

Holden Caulfield

Salinger, J.D. The Catcher In The Rye. Little, Brown And Company. Primera edición de bolsillo. Estados Unidos. Mayo, 1991. p. 202

lunes, 21 de diciembre de 2009

Paréntesis: Zombie



La palabra “zombie” se origina en las religiones afrocaribeñas, específicamente en Haití. Se refiere a un ser humano muerto quien, sin embargo, continúa viviendo; es decir que se encuentra entre ambos estados y privado de su voluntad, puesto que es un peón, un esclavo de otro más poderoso.

En la literatura fantástica, de una manera algo distinta, aparecen muertos vivos en la obra de H. P. Lovecraft en la serie de cuentos del reanimador; quien, siguiendo la tradición iniciada por Mary Shelley, se dedica a retornar cadáveres a la vida.

Y en el cine, aún cuando ya existían algunas muestras previas, es determinante el debut de la cinta “Night of the living dead” que dio inicio no a una sino a dos franquicias de filmes acerca de muertos vivos. El director de “Night of the living dead”, George Romero, incluyó una fuerte carga de crítica social tanto en la película original como en sus secuelas, y exploró el proceso de deshumanización no solamente en los “zombies” sino también en los “seres humanos” vivos. Quien se tome el tiempo para ver “Night of the living dead”, “Dawn of the dead” (la original) y “Day of the dead”, se encontrará con una serie intensamente filosófica. Tomando en cuenta que la serie no contó con un grandioso presupuesto como los mega filmes actuales, no es de sorprender que algunas actuaciones sean burdas o algunos efectos especiales parezcan de aficionado; por ello, en el caso de la serie de “los muertos” es necesario “ver más allá de lo evidente”, como decía cierto conocido personaje de las caricaturas.

Al acercarme al género zombie por vez primera, lo hice con expectativas muy bajas, suponiendo que se trataba de algún churro de aquellos que tanto abundan, pero me he dado cuenta de que tiene su propia estética y, como mencioné anteriormente, su línea de crítica social.

El zombie es un símbolo de lo que somos realmente, criaturas quienes inconscientemente deambulamos por el universo tratando de prolongar nuestras efímeras existencias, seres que buscamos devorar la vida que existe en los demás para perpetuarnos sin saber exactamente por qué o para qué, tristes semovientes gregarios capaces de la más repugnante crueldad y con una mentalidad infantil que sale a relucir en los momentos más inadecuados e inesperados.

Esto y más nos presenta este género, un reflejo de nuestra sociedad, una exageración que buscaba un extrañamiento de tipo brechtiano para despertar nuestra sensibilidad hace largo rato perdida.

Así que cuando vea anunciar otro filme de zombies no lo rechace de plano ni piense que se trata únicamente de un churro del género slash, podría ser que esconda una historia que haría que el mismo Anton Chéjov se sorprendiera o que Mary Shelley sufriera más que con la pesadilla que la llevó a escribir su Moderno Prometeo, y no precisamente por la conducta de los muertos vivos sino por la de aquellos muertos en vida.

viernes, 18 de diciembre de 2009

silogismo petoulquiano: petoulqui es arte

(Dándole continuidad a mi última cita petoulquiana, en la cual hice referencia a ciertas palabras del tal Petoulqui; y tomando en cuenta un señalamiento que me hizo el Chomps, he aquí este silogismo petoulquiano:)

El arte es inútil.

Petoulqui es (un) inútil.

Petoulqui es arte.

lunes, 14 de diciembre de 2009

capítulo cero: creo...

que he tratado de persuadirme de que soy esto o aquello. ¿Por qué? Mejor no profundicemos en las causas, no porque duelan sino porque no son fáciles de desenterrar...

En todo caso, me he preocupado por ser así o asá, original y no sé qué más. Pero, he de reconocerlo, no soy original.

A la larga, me alegra no ser original, (o quizás no, pero sí...) me alegra, a fin de cuentas, sentir que he recorrido la senda trazada por aquellos que admiro, sin saberlo; no sin saber que los admiro sino que sin saber que ellos ya la habían caminado antes.

¿Qué sé yo? No soy de los que hacen cosas impresionantes. Los fuegos artificiales no son lo mío. Me gusta pensar y hacer pensar, no sé si lo logro, pero quizás así sea.

Después de todo soy un maestro, no un Maestro (no con mayúscula), un maestro (sí, con minúscula), un docente (y decente también), un terco-recalcitrante-capaz-de-asombro-y-retracción-maestro de escuela. Me fascino ante el conocimiento, la teoría, las explicaciones, las exposiciones largas y tendidas y magistrales, aún cuando no sean Magistrales.

domingo, 6 de diciembre de 2009

cita petoulquiana: sobre el arte

"El arte es inútil. De esta cuenta, desconfiemos de todo lo que revista un carácter utilitario (por no decir simplemente útil) y que pretenda ser arte."

Petoulqui

sábado, 5 de diciembre de 2009

Paréntesis: Beethoven... ¡Inocente!


Mi padre me contó hace tiempo una anécdota, cuya veracidad nunca he comprobado, pero que les narraré a mi vez, puesto que me será útil para ilustrar el tema de hoy.

Me hizo saber mi progenitor que a mediados del siglo XX, Hollywood produjo una película sobre la vida de Tchaikovsky (Chaikovski, si a Vd. lo hace más feliz este deletreo hispanizado). En dicho filme se afirmaba que la preferencia sexual, del compositor ruso antes mencionado en este párrafo, estaba dirigida hacia los miembros de su mismo género (¿he sido políticamente correcto?). Bien, continuando con la anécdota; los soviéticos, al saber acerca del filme, se horrorizaron y ordenaron la producción de otra pieza del séptimo arte; es decir, mandaron a hacer otra película biográfica sobre Chai (para abreviar), cuya masculinidad fue exagerada hasta el tope. Y el filme se titulaba "Tchaikovsky ¡Inocente!" o algo así. (La verdad, no sé qué tenga que ver la inocencia con la preferencia sexual y a fin de cuentas, las evidencias apuntan a que Tchaikovsky sí era homosexual, lo cual ni le quita ni le pone mérito tanto a él como a su música, pero ya me estoy desviando del tema...)

Hago mención de todo lo anterior porque hoy tuve la desgracia de ver "Immortal Beloved", película ¡¿"biográfica"?! sobre Ludwig Van Beethoven. No sé qué fue peor, el hecho de comprarla en formato ¡¡¡¿¿¿"original"???!!! (ya me gustó esto de la puntuación exagerada) en un local de una reconocida cadena comercial guatemalteca y que me saliera más chafarólix (como diría mi hermano) que una copia pirata de la sexta, con un sonido "del reverendo" (los chilenos que me entiendan, y los demás intercambien el término por "rata" pero superlativo: ratísima), que creo que si hubiera un reconocimiento al dvd con más distorsión, ésta porquería se lo ganaba; con una imagen tan requete-malísima (más superlativos) como la de ciertos cines de la capital; en fin, una escoria (no confundir con la piedra volcánica); decía, no sé que fue peor, si comprar este dvd original tan maleta o, en sí, el churro de película que se tiró este escritor-director... perdón, ¡¡¡¿¿¿escritor-director???!!!

Ya me imaginaba que iba a encontrar ciertas imprecisiones históricas en "Inmortal Beloved", pero para mi sorpresa creo que no encontré más que dos o tres aciertos, lo cual ya se me hace hasta ofensivo. Este Beethoven que retratan es una especie de Mr. Hyde de pacotilla, casi un troglodita con indumentaria del romanticismo (por cierto, es de alabar la interpretación de Gary Oldman, y lo digo sin intenciones sarcásticas; me parece que se luce, él es un buen actor y cumple con su papel, más allá de la incompetencia del director de este churrazo).

La película es de lo más vulgar, extremista, escandalosa, anacrónica... mejor ya no sigo.

Así que propongo que se haga otra biografía fílmica de Beethoven (aparte de la otra que existe: Copying Beethoven, que es un poco mejor), que se le titule "Beethoven ¡Inocente!" y que en ella se muestre al gran maestro: apasionado pero no brutal, golpeado por la vida pero heroico; y también, que en este nuevo filme se haga un análisis serio y ameno de su obra...

En fin, soñar no cuesta nada (y demás lugares comunes). Como no puedo tener eso, me quedo al menos con el Beethoven de Bill & Ted's Excellent Adventure. Aquí está el video (en el cual aparecen otros personajes históricos que Vds. seguramente podrán identificar):






Imagen: http://www.sjcav.org/filebank/imagebank/music/beethoven%20bw.jpg


Video: http://www.youtube.com/watch?v=N2a3nbTrO_c

sábado, 7 de noviembre de 2009

Versificación II: Público y Publico

Hoy me confunden dos términos:
Público
Y
Publico.

¿Publico lo que lee el Público
O
El Público lee lo que publico?
Y
¿Quién es el Público
(O debiera decir mi Público)?
Quienes leen lo que publico
Porque lo he escrito yo
Y
A quien dirijo
Mi producción
Para que la lean.

¿Seré yo,
Sin embargo,
Mi más exigente audiencia?
Si es así, me dedicaré mi obra,
Y podré decir:
"Soy yo,
El que publico
Pensando en mi público
Primero;
Y quien
Pensando en mí, publico
Primero,
Pues soy yo
Mi público primero."

lunes, 2 de noviembre de 2009

hoy aprendí: que All Along The Watchtower...


Fue compuesta por Bob Dylan. Y su versión me gusta más que la de Hendrix, ¿quién diría?





Imagen: http://www.musica.pro/noticias/wp-content/uploads/bob-dylan1.jpg

sábado, 31 de octubre de 2009

capítulo cuadragésimotercero: la marcha macabra


Jugué a ser la muerte. No la muerte verdadera sino aquella alegórica y antropomórfica de los cuentos y poemas, la que puede ser madrina de un hombre o hacer bailar a los cadáveres al compás de su violín.

En mi macabro caminar experimenté lo que creo viviría la muerte (qué irónico se lee, ¿no les parece?) si caminara entre nosotros, si tuviera forma humana, si estuviera viva (insisto, qué paradójico, ¿eh?), si fuera un tipo alto y delgado, un poco encorvado, con profundas ojeras negras y un caminar algo torpe.

Así, sin otorgar privilegios a persona alguna, dejé pasar a quienes debían seguir su camino y vi, casi al mismo tiempo, cómo algún otro me evitaba, quizás creyendo que íbamos a toparnos abruptamente; algunos osaron seguir un rumbo de colisión directa hacia mí, aún cuando en el último momento me esquivaron, no sé si arrepentidos o más bien siguiendo un esquema previsto; me asustó el sonido de la vida, el grito de una persona, porque aún cuando lo inanimado también produce sonido, la vida suena de una manera más desafiante e impredecible; noté que los seres vivos más primitivos me percibían atentamente, la mayoría sin temor, aún cuando algunos de ellos sí me rehuyeron con verdadero terror, sin comprender el porqué.

Cuando mi marcha macabra estaba por terminar, un jovencito jugando también a ser la muerte, disfrazado con una máscara de calavera (el muy calavera; cuánto descaro promueven las caretas...), vistiendo una túnica de tono oscuro, y quien se divertía tratando de espantar a los transeúntes (trataba, reitero) se me acercó, me dejó pasar y luego comenzó a seguirme; a los pocos pasos me volteé y avancé hacia él, así que se detuvo y retrocedió sorprendido. Entonces lo supe: para ser la muerte no es necesario el disfraz ni la actitud bravucona, esas son poses; la muerte no anda espantando a nadie, simplemente es lo que no es.




jueves, 29 de octubre de 2009

De la sabiduría popular: Sobre el amor no correspondido

Mientras regresaba a la casa en una camioneta de la ruta 96, escuché la siguiente opinión acerca de quienes desperdician tiempo y recursos en amores no correspondidos. Uno defendía el amor romántico:

"Es que es bonito estar enamorado".

El otro completaba, de manera puntual y aguda:

"Es bonito estar enamorado, pero no ser mula".

Creo que no hay nada que agregar.

martes, 27 de octubre de 2009

Cuento malísimo de mi primera juventud: El diablo (basado en un hecho real... me pasó, pues)

El diablo
Únicamente Dios crea. Él es Constructor, Dador de Vida. Podemos hacer como Él y construir dentro de nuestras posibilidades.
Por otra parte, cualquiera puede destruir como el Maligno.
Solamente Uno puede decidir si te Da la Vida en primer lugar, pero son muchos los diablos que pueden decidir si te la quitan o no.
Una noche caminaba por el centro de la ciudad, 12 avenida y 8 calle. Un hombre joven y yo nos cruzamos frente a frente, me di cuenta de que llevaba una botella rota en su mano derecha.
Nuestras miradas se encontraron.
Yo vi en él la malicia. Me imagino que él percibió en mis ojos el temor.
Amenazadoramente me dijo:
"Va pué, ahora regalame una vara."
Yo pensé un momento y espontánea y fríamente respondí con una pregunta, sin dejar de ver sus ojos:
"¿Y por una vara me vas a matar?"
El otro bajó la mirada, meditó y secamente respondió:
"No." Y se fue.
Así, ese diablo decidió que mi vida valía más que una moneda de un quetzal.

martes, 20 de octubre de 2009

Paréntesis: Te prometo anarquía


La timidez me hizo guardar este pequeño ensayo por 9 meses, ahora le toca salir a la luz:



Te prometo anarquía



Hablando con Rafael Romero, él me dijo algo que me parece representa al proyecto Te prometo anarquía, y voy a parafrasearlo de la siguiente manera: Libertad de elegir. A lo mejor suena muy simple, pero para mí (y supongo que para otros) es algo importante y no negociable.

Al conversar con Rafa, me di cuenta de ciertas cosas (qué “cosismo” el mío, eh):
  • Para empezar, el hecho fundamental que Te prometo anarquía es una espacio para la libre expresión. Y esto ya lo había explicado Rafael, pero creo que no me había quedado claro hasta que me lo explicó en persona. El asunto es que en Guatemala no hay suficientes espacios de expresión. Esta palabra “expresión”, así como la frase “libertad de elegir”, podrían parecer sencillas pero, para nosotros en Guatemala, se tornan en algo sumamente complejo. Ni siquiera me voy a poner a tratar el tema porque me extendería y no creo que vaya a encontrar sino el agua azucarada, sin embargo me parece un buen punto de partida para la discusión.

  • Si continúo por aparte con esto de la libre expresión, obviando el tema de la expresión en sí, llegamos a lo siguiente: la selección de los trabajos para Te prometo anarquía. Ahora que he conversado con Rafael, me he dado cuenta de la gran responsabilidad que ha asumido; si bien antes le agradecí y quise reconocer el esfuerzo que ha realizado al compilar el trabajo de tantos artistas inéditos, con mayor razón le agradezco ahora al comprender que, además de lo anterior, el proyecto Te prometo anarquía asume la difícil tarea de brindar un espacio a la amplia gama de propuestas de quienes deseamos hacer público nuestro trabajo. El único requisito para la publicación, aparte de presentar el material a ser publicado, es identificarse, responsabilizarse por la propia creación. No hay ningún otro parámetro, ya sea subjetivo (en cuanto a la parte editorial; al final, cada lector del blog decidirá si le gusta o no la obra en cuestión) ni objetivo (cánones estéticos). En un medio en el cual acostumbramos que como dijo alguien por ahí “si sos mi cuate te publico” o que una opinión arbitraria o acomodaticia determine quién puede o no publicar, basándose en criterios subjetivos limitados o criterios subjetivos disfrazados de objetivos, con Te prometo anarquía, quien desee publicar su obra, más allá de los límites e impedimentos citados, podrá hacerlo.

  • Ahora bien, una vez publicada la obra de determinado autor y sumarse a la compilación del proyecto, hay una libertad más en juego: la del visitante y/o lector del blog. Como ha dicho Rafael, “en Te prometo anarquía, cada persona que ingresa al blog, puede decidir quedarse, leer, comentar, o simplemente no hacer ninguna de estas acciones”. El público tiene la libertad de hacer, de elegir y algo más: conocer lo oculto.

Algo que me pareció extremadamente importante, y que quizás a algunos les parezca más que evidente, no se trata de que cada persona que publica sea un artista consumado (¿quién lo es, a fin de cuentas?), sino del poder publicar en sí. Le he dicho a algunas personas que el proceso de desarrollo del criterio estético en el niño no se realiza con el fin de hacer del niño necesariamente un artista, pero sí debería de hacerse para proveer al niño con las herramientas para que pueda expresarse artísticamente. En todo caso, la disposición para el arte es parte de la naturaleza del ser humano. Así que: a expresarnos. Y si alguien decide seguir la difícil senda del arte (no es tan fácil como pareciera...) que busque la propia superación con una visión autocrítica y un trabajo esforzado.

Imagen: tomada del botón en mi barra de sugerencias.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Paréntesis: El Cuarto Elemento

El tiempo es muy limitado. Apenas me quedan dos minutos antes de irme a dormir para mañana poder madrugar, a eso de las 4:40 (y no me refiero a las vibraciones de "La central").

Se agota el tiempo, pero es necesario dejar registro de una maravillosa experiencia.

Exceptuando los recitales en los que he escuchado a algunos jazzmen guatemaltecos, han sido dos los jams que más me han impresionado (aún cuando reconozco que no asisto mucho a recitales de ninguna clase): cuando vino a Guatemala el guitarrista argentino Luis Salinas; y esta noche al escuchar la "alquimia" de Cuarto Elemento, cuarteto, argentino también, conformado por: Néstor Gómez (guitarra-voz), Matías González (bajo-voz), Rubén Izarrualde (flauta-voz) y Horacio López (percusión-voz).

Llegué tarde a la toccata (y sí que fue toccata, porque como me comentara Rubén, ellos no ensayan sino que se reúnen a tocar; y a crear, agrego yo), hasta pensé que ya se habría acabado el espectáculo, pero estaba equivocado. Me coloqué en un rincón más o menos alejado de la tarima colocada en la Plaza de la Constitución, pero me fue inevitable ir acercándome. Desde que comenzó la versión de "Alfonsina y el Mar", con sus armonías de jazz, pasando por un homenaje a Atahualpa Yupanqui (cargado con unos asombrosos solos de guitarra y bajo eléctrico, aderezados con fantásticas melodiosidades flautísticas y el magnífico pulso rítmico de la Batería de Horacio), que me atrajo como a serpiente encantada, hasta el "grand finale" con el Libertango de Piazzolla en la interpretación que más me ha gustado hasta hoy. Poco a poco me encontré aplaudiendo con todas mis fuerzas y emitiendo "¡bravos!".

Qué decir de los músicos de Cuarto Elemento: la guitarra de Néstor Gómez es épica (como diría un mi cuate), sus solos son precisos, pero más que todo vivos, la música afilada como una espada pero llena de emoción; el bajo de Matías González obliga a moverse, sus solos lo dejan a uno boquiabierto, y su scat es un deleite; Rubén Izarrualde tiene algo que no es fácil de describir, menos de definir, le pone sentimiento a lo tocado, su flauta tiene un timbre fabuloso y sobre cómo canta diré únicamente que me ha motivado a leer "Martín Fierro"; finalmente, el señor Horacio López es el impecable pulso de la agrupación, sus electrizantes percusiones impactan nuestro sentido del oído, como un terremoto nos pone en movimiento de manera inevitable.

Lamento que no haya sido más numerosa la concurrencia a este recital. Esperemos, sin embargo, que estos señores músicos regresen pronto a nuestro país y que entonces la convocatoria sea mayor.

Aquí está el link de la página web de esta excelente agrupación:

http://www.cuartoelementoweb.com.ar/

viernes, 9 de octubre de 2009

capítulo cero: vivo en una casa...

Vivo en una casa (no me digás), en la cual las hormigas invadieron la mesa del comedor... ya Vds. lo saben, porque seguro que leen todas las entradas de mi blog (jajajajajajajajajajaja). Nos hemos acostumbrado mutuamente (las hormigas y yo, quiero decir; definitivamente no me refiero a Vds. y a un servidor), a tal grado que ya convivimos sanamente, de una manera cordial; por ejemplo, ya no me importa que las hormigas se metan al azucarero (¿o será la azucarera? azucarero/a????), de hecho, me sirvo el azúcar y si en mi taza de café aparece una hormiga, la sacó o la dejo salir (generalmente, ellas mismas escapan), antes de que haya vertido el agua hervida (hirviente, casi nunca), claro está. Las hormigas se me suben por los antebrazos o por las manos, y si no las siento, generalmente, las dejo ser, pero si me pican les doy un manotazo, y doy fe de que aprenden la lección, la hormiga que ha sufrido el correctivo nunca más vuelve a picarme.

También, en mi casa, los relojes no funcionan bien. Me refiero a los relojes analógicos. Primero, parece que el segundero sufriera una ligera anomalía, comienza a retrasarse. Parece que lo hiciera a propósito; lo sé porque varias veces he sorprendido a un segundero jugando al tempo rubato (a robar el tiempo pues, a alargar su movimiento, a hacerlo más cadencioso), pero justo cuando se ve descubierto infraganti comienza a caminar nuevamente con un pulso regular, a veces trastabillando un poco, e incluso adelantándose un tanto, mas pronto vuelve a la normalidad. Así comienza, con un ligero retraso hasta que se queda atrapado en el mismo punto, saltando hasta que se para. Sin embargo, creo que una vez, incluso, vi a un segundero retrocediendo... no, no lo vi, eso ya sería ficción y lo que estoy escribiendo en este cero es la pura verdad, como siempre.

Y hablando de ceros, este es el tercer capítulo cero que publico de manera sucesiva: 000. Triple cero; si hubiera sido doble sería "con licencia para matar"...

capítulo cero: por favor, no aplaudan...


Fue para el acto cívico del mes de septiembre. Los niños y jóvenes no habían querido formarse en el patio porque el sol estaba muy fuerte, así que la mayoría estaban acurrucados cerca de la pared del fondo. La mayoría de las personas, como siempre, no prestaban la más mínima atención a lo que se leía en el podio. Cuando uno de los estudiantes que pasó a leer, mencionó que el 20 de octubre se celebraba el aniversario del derrocamiento del "director Ubico" y todos los presentes aplaudieron de manera entusiasta, sin saber porqué, me pareció que ya era demasiado. La causa de mi impaciencia era el hecho de que aplaudieran sólo porque sí, sin pararse a pensar en si lo que oían era plausible o no. A mi criterio, no lo era.

Para empezar porque en el papel arrugado ése, del cual leía el joven estudiante, no se hacía referencia a ningún "director Ubico" sino al dictador Ubico, y ¿qué tiene de plausible semejante personaje? A riesgo de ser extremista, me pregunto si habrá alguien que merezca un aplauso fuera de la esfera del arte, quizás de la ciencia (y sobre los aplausos en el arte, creo que también convendría, algún día, hacer algún comentario...). Los aplausos que se le otorgan tan gratuitamente a los oradores realmente reflejan lo fácilmente que nos rendimos a las palabras bonitas. Con algo de retórica se puede entusiasmar al público, pero ¿qué hay en el fondo de todo ello? Según he descubierto, la mayoría de veces: Nada.

Bueno, pues en cuanto terminaron las letánicas lecturas de fechas y conmemoraciones, a las cuales nadie prestó atención y todos aplaudieron, solicité un punto para dirigirme a la apreciable audiencia y comencé mi disertación de la manera siguiente: "Seré breve. Al final, por favor, no vayan a aplaudir..." Nadie juntó sus manos cuando terminé, lo cual agradecí de manera igualmente silenciosa.




lunes, 5 de octubre de 2009

capítulo cero: ¿y ahora?

Sembré un árbol, propagué la especie petoulquiana, publiqué un blog... ¿y ahora... ?

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Spanglish I: Banana Republic


A continuación voy a escribir en inglés (de ahí la etiqueta "Spanglish", puesto que voy a mezclar inglés y español); mucho de lo que voy a plantear, por características propias del lenguaje, no tendría sentido en español.

Sin más preámbulos, aquí vamos:

My primas and I are crazy, it comes with our blood, we are each other's "loco y locas favoritos", respectively. The level of our crazyness varies in each one of us, they call me "loco" very often, and in some ocassions "loco!", whenever I exceed myself. But to be honest, I don't think I am all that crazy, it is more of a mental state that usually never comes out.

So, as we're a bunch of "locos" (the Crazy Bunch, you could say), we will found our own Banana Republic (as in "crazy bananas"; non-related at all with any "pejorative term for a country that is politically unstable, dependent on limited agriculture (e.g. bananas), and ruled by a small, self-elected, wealthy, and corrupt clique", as found in Wikipedia). Why? Because the name "Wonderland" is already taken, and even when the three of us are as crazy as the inhabitants of that place, we are not intending to plagiarize any renowned author. Maybe we could try also to name our little country as "Nut Kingdom" (anyway, each and every monarchy, or the mere idea of it, is, by far, "absolutely" crazy; or should I say: "absolutistamente" loca), but that would mean to reconsider our constitution, while we eat some ice cream, maybe a banana split, with chopped nuts as a topping, and we aren´t that crazy.

I thought about writing this in Spanish, but that, of course, would have been nonsense: descabellado, absurdo, ridículo... It would be nonsense? No, of course not, in Spanish this couldn't be "nonsense".




lunes, 28 de septiembre de 2009

cita petoulquiana: sobre las convicciones...

Últimamente he andado muy de citas (textuales, porque no tengo de otro tipo...). Se me hace que debería de cambiarle a la temática y volver a mis otros tópicos fomes (aburridos, pues, jajajaja). Buscando otras citas sobre anarquismo en "El Anticristo" de Nietzche, me topé con que había un pasaje resaltado en verde chinto (es decir, fosforescente):

"La independencia de toda clase de convicciones forma parte de la fuerza; hay que saber mirar libremente." Fin de la cita.

Nietzche, Federico. El Anticristo. Gómez Gómez Hnos. Editores, S. de R.L. Tercera Edición. México, sin año de edición. p. 74

Me gustó. Desde hace mucho tiempo (2002) me ha gustado (según me indica el hecho de que la resalté). Esta cita forma parte no sólo de "la historia" sino también de "mi historia", algo dice de mí. No es que yo pretenda que mi percepción del mundo sea libre ni mucho menos, es más bien una cuestión de principio: el querer ser independiente en las ideas, aún cuando solitario, incluso si no me gusta la soledad y mi relación con ella sea de amor-odio/atracción-repulsión.

martes, 22 de septiembre de 2009

cita petoulquiana: sobre el anarquismo


"La negación de los cambios cuantitativos constituye la idea fundamental del anarquismo (¡¿?! ¿en serio?), tendencia pequeñoburguesa enemiga del marxismo (la cita número dos aclarará si el anarquismo es enemigo del marxismo o el marxismo del anarquismo... y es un hecho: no hay marxistas pequeñoburgueses. Jajajajajajajaja, perdonen que me ría). Los anarquistas rechazan la necesidad de un trabajo minucioso y largo que agrupe fuerzas, organice a las mayorías y las prepare para la actividad revolucionaria. El modo de proceder de los anarquistas, que ya ha causado graves daños al movimiento proletario, es propio de aventureros y conspiradores (el marxismo no; ajá...)."

Afanasiev, Victor G. Fundamentos de Filosofía. Editores Mexicanos Unidos (Sin comentarios acerca de la edición). 4a. Reimpresión. México. 1990. p. 132


"(En 1848, Mijail Bakunin) Regresa a Breslavia, y, estando en esta ciudad, la revista Neve Rheinische Zeitung, dirigida por Carlos Marx y Federico Engels, publica un artículo del corresponsal en París (el 6 de julio de 1848), en el que se le acusa de ser un agente del Zar:
'A propósito de la propaganda eslava, se afirmó ayer que George Sand tiene en su poder papeles que comprometen al ruso Miguel Bakunin, expulsado de Francia, y lo señalan como un instrumento o un agente de Rusia, recientemente enrolado, al que se le atribuye el papel principal en las últimas detenciones entre los polacos. George Sand ha enseñado estos documentos a algunos amigos.'
"Bakunin exige inmediatamente explicaciones a George Sand, que escribe a la revista de Marx la siguiente carta:
'Los hechos referidos por vuestro corresponsal son completamente falsos. No he poseído jamás la mínima prueba de las insinuaciones contra el señor Bakunin. No he sido jamás autorizado, por tanto a emitir la más pequeña duda sobre la lealtad de su carácter y sobre la sinceridad de sus opiniones.'
"Marx publica la carta y luego añade:
'Hemos cumplido así el deber de la Prensa de ejercer sobre los hombres públicos una estrecha vigilancia y hemos dado al mismo tiempo, al señor Bakunin la ocasión de disipar una sospecha que había sido, de verdad, emitida en algunos círculos de París (Qué magnánimo el Carlitos, ¿no es cierto? Digo, al permitirle a Bakunin ejercer su derecho a la defensa de su prestigio ante una falsa acusación que se gestó, evidentemente, 'en algunos círculos de París'. A ver, según el DRAE, difamar: 'Desacreditar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión y fama.' Ya veo.)
"Un mes más tarde Bakunin vio a Marx en Berlín y se reconciliaron, al menos aparentemente. En 1871 (Bakunin) escribía sobre este encuentro:
'Amigos comunes nos obligaron a abrazarnos (debió de ser algo digno de verse). Entonces, en una conversación medio en serio y medio en broma, Marx me dijo: "¿Sabes que ahora me encuentro a la cabeza de una sociedad comunista secreta, tan bien disciplinada que si dijese a uno de sus miembros: ¡ve a matar a Bakunin!, éste te mataría?...' (Lo anterior nos demuestra que Marx era un ser humano henchido de ternura, y que los excesos de las dictaduras marxistas fueron obvias desviaciones de su pensamiento...) Después de esta conversación no nos volvimos a ver hasta 1864."

Cortezo, Carlos L. Bakunin. Edita Zero, S. A. Segunda Edición. Madrid, España. 1970. p.p. 18 - 20


Y por último, algo completamente fuera de contexto pero que no puedo dejar afuera:

"El que no sabe ser puntual, no merece mucha confianza cuando da su palabra; y debes darte cuenta que el hombre que no es puntual y no mantiene su palabra, hace tanto daño a la sociedad como el anarquista y el revolucionario." (¡¡¡¡¡¡¡¡¿Hello?!!!!!!!!! ¿What did he say?, como dijera el buen Michael Moore en 'The Awful Truth')

Toth, Dr. Tihamer. El Joven de Carácter. Editorial Difusión. Sin número de edición. Buenos Aires, Argentina. 1940. p. 172 (¿Cómo llegué hasta esta página? No lo sé, a lo mejor soy un "joven de carácter"...)

Aclaración: los paréntesis son de mi autoría, por supuesto.





lunes, 21 de septiembre de 2009

capítulo cero: la vida es más que literatura

Últimamente me he dado cuenta que ya no pienso como ayer (con lo cual quiero decir que ya no pienso como hace tiempo, como hace mucho...), me doy cuenta de que me he vuelto a cuestionar (qué raro, ¿no?).

El darme cuenta de que muchas de las personas con quienes estoy unido por sangre o amistad no tienen el menor interés en la lectura me ha sido hasta cierto punto chocante, pero al mismo tiempo ha sido revelador.

Simplemente, según me han dicho, no les interesa leer (no digamos escribir). Ni leer ni escribir. Y siguen viviendo sin mayores contratiempos. Su vida sigue; y la mía también, claro está.

Sin embargo, lo que me parece contrastante es la importancia que le doy a esto de las letras y la nula que le otorgan ellos (o ellas, dependiendo del género).

Conclusión temprana: La vida es más que literatura.

Se me hace extraño, pero debe de ser verdad.

Como anécdota, mis amigos me hicieron comentarios como: "En el colegio yo no leí ninguna de las obras que nos asignaban para el curso de literatura." O, "Los únicos que leían eran Lusifergua y vos, y Vds. eran los únicos que explicaban al respecto." Acerca de lo cual debo aclarar que yo sólo leí una obra en el colegio: "Los árboles mueren de pie" de Alejandro Casona; y, además, yo recuerdo claramente que la mayoría comentaba acerca de las obras, aún cuando nuestros comentarios, obviamente, fueran de lo más imprecisos.

En fin. Así sea.

jueves, 17 de septiembre de 2009

cita petoulquiana: de "el túnel" de ernesto sábato


"... una buena acción. Piensen cuánto peor es para la so-
ciedad que ese individuo siga destilando su veneno y
que en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su
acción recurriendo a anónimos, maledicencia y otras
bajezas semejantes. En lo que a mí se refiere, debo
confesar que ahora lamento no haber aprovechado
mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o
siete tipos que conozco.
Que el mundo es horrible, es una verdad que no
necesita demostración. Bastaría un hecho para probar-
lo, en todo caso: en un campo de concentración un
ex pianista se quejó de hambre y entonces lo obligaron
a comerse una rata, pero viva.
No es de eso, sin embargo, de lo que quiero ha-
blar ahora; ya diré más adelante, si hay ocasión, algo
más sobre este asunto de la rata.


Como decía, me llamo Juan Pablo Castel. Podrán pregún-
tarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen
(no sé si ya dije que voy a relatar mi crimen) y, sobre
todo, a buscar un editor. Conozco bastante bien el
alma humana para prever que pensarán en la vanidad.
Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace
rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de
los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia
por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne,
huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y
me parecería muy injusto que exigiesen de mí, pre-
cisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree a
veces un superhombre, hasta que advierte que también
es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo
nada: creo que nadie está desprovisto de este no-
table motor del Progreso Humano. Me hacen reír
esos señores que salen con la modestia de Einstein
o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto
cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto.
Aun cuando se imagina que no existe en abso-..."

Fin de la cita.

Ésta era la página que le faltaba a la edición, seguramente pirateada, que conseguí en el centro hace unos meses. Fue algo molesto porque para colmo me costó Q.15.00 (no sólo falsa sino incompleta, ya es el colmo). No reclamé porque lo más probable es que todo el lote estuviera igual de mal. Adquirí el libro por razones sentimentales (hace años que no tenía una copia de El túnel). Tuve que buscar el libro en Googlebooks, seleccionar la página, copiarla, pegarla en un documento de Word, calcular el tamaño de la impresión (esto último, en realidad lo hizo mi hermano), imprimir al menos dos copias (no recuerdo bien cuántas fueron), recortar la impresión y meterla en el libro; todo este engorro por un capricho mío, pero qué le vamos a hacer.





martes, 15 de septiembre de 2009

capítulo cuadragésimosegundo: don mariano josé de larra, presumo...


"Don Mariano José de Larra y Sánchez de Castro, presumo." Saludó Petoulqui.

"Me temo que se equivoca Vd., señor mío. En realidad no soy don Mariano sino un amigo suyo de él, el Duende. Si he de presentarme con toda la "pompa y circunstancia" citando a Elgar, aún cuando él fuera compositor y no escritor (al menos que yo sepa), sabrá Vd. que mi nombre completo es: El Duende Satírico del Día."

"Entonces, no es Vd. don Mariano." Asintió Petoulqui, todavía con cierta desconfianza en su cuasi-afirmación.

"No cabe duda, señor, quienquiera que Vd. sea, que es muy perspicaz." Cortó el Duende.

Caminando un poco más (porque si no camina el Peto, esta entrada se va a convertir en algo muy aburrido; es necesario algún dinamismo, ¿no es cierto?), se encontró con otro caballero muy similar al anterior y, no tuvo más remedio (porque siendo un servidor, o sea yo, el hado del Peto, no le queda otra más que seguir mis mandatos) que preguntarle si era el tal don Mariano José de Larra... etc., a lo cual el sujeto respondió:

"Pues, verá Vd., amigo desconocido, que no lo soy, aún cuando tal parezca. En realidad, mi nombre es, con todo y grado académico, Bachiller Juan Pérez de Murguía. Cierto es que soy íntimo con don Mariano, y que tenemos una gran parecido físico, pero me temo que no soy yo a quien Vd. busca." Y cortando, se retiró el Bachiller.

Así, Peto se encontró descorazonado (¿y qué le queda? si quiero que esté triste, lo está) por no encontrar al tal Mariano José de Larra (ya el Peto estaba un poco menos respetuoso porque lo irritaba tanta búsqueda infructuosa), cuando pasó un tercer individuo y éste, justo como los anteriores, era idéntico al retrato que había visto del tal Larra.

Sin embargo, temía que al preguntar le respondiera también este personaje que no era Larra. Pero ya qué, Peto tiene que preguntarle porque yo lo digo. Así, nuestro antihéroe fue tras el nuevo candidato a Larra y le preguntó si era el famoso don... etc.

"No, monsieur, Vd. me confunde. Verá, es que don Mariano y yo hemos sido tan cercanos que hay quien ya cree que somos la misma persona. Pero, yo soy más afrancesado, no solamente en los modismos sino en cuanto a que soy partidario de ciertas ideas liberales, aún cuando estoy comenzando a optar por cierta postura más moderada. Ya ve que creo que tenía razón el Duende (no el Duende Satírico sino ese otro personaje, el de la obra "El Canciller Cadejo" de Manuel Galich) cuando decía "Tanto tampoco" y Vd. recordará al Sombrerón haciéndole mofa: "Pero tampoco tanto, tan poco tanto..." Le explicó el carácter presentándose a sí mismo, al final de su perorata: "Ah, sí. Lo olvidaba. Mi nombre es Fígaro. Hasta pronto."

Sin la menor intención de continuar lo que le parecía una tarea titánica, Petoulqui se dispuso a regresar (a dónde no lo sé), cuando tropezó con una persona algo distraída (como él mismo), quien se disculpó atentamente, "Excúseme, señor, no lo vi, estaba pensando, como casi siempre últimamente. Permítame presentarme: Mariano José de Larra."

Sí, ya sé que el giro está jalado. Pero, ¿qué quieren, finas personas lectoras? ¿No es menos verosímil el hecho de que, prácticamente, tropecé con los maravillosos artículos de Larra-Duende-Bachiller-Fígaro? Y es para mí un gusto presentarlo en sociedad ante Vds. (esto es, vuestras mercedes) citando a Robert Schumann cuando hizo su primera (y no sé si única) reseña sobre un Chopin, en ese entonces desconocido: "Señoras y señores, ante Vds. un genio."





domingo, 13 de septiembre de 2009

Paréntesis: Amar sin ser amado...


"Si tuvieses unos cuantos años más, nos iríamos por ahí de copas y acabaríamos debajo de una mesa, llorando por las mujeres que hemos perdido. No te preocupes, dicen que lo importante es amar y no que te amen; los que dicen eso... ¡son unos jilipollas!"

Hans Mayer Plaza en el filme "Un lugar en el mundo" (Argentina, 1991)

(Si les interesa, aquí les dejo el link para ver el filme completo en Youtube)





sábado, 12 de septiembre de 2009

capítulo cuadragésimoprimero: la ovejita


Cuando era más pequeña, como de unos dos años, le gustaba que la dejaran salir por las mañanas para presenciar el desfile. Una a una iban pasando, a veces de dos en fondo, o de tres, pero juntas siempre, porque a la menor indisciplina flagrante se escucharía terrible "el sonido de un trueno" (como diría Ray Bradbury). Así, pasaban las cabras, comandadas por el pastor.

De todas ellas, solamente recuerdo el nombre de una: Malagueña; y sospecho que la niña no recuerda el nombre de ninguna. Pero, creo que sí debe rememorar cuánto le gustaba verlas pasar, aún cuando le dieran un poco de miedo, que es lo que nos pasa con lo que nos gusta (qué queísmos, hombre).

Tiempos después, ella recibió un regalo que la hizo más feliz que el paso de las cabritas. Le obsequiaron una ovejita. Pero no era de verdad, claro que no; ¿dónde hubiera podido colocar a ese cordero, si fuera real? Era una ovejita de peluche, de esas que están encerradas en esos juegos tragamonedas y que hay que sacar con un gancho. Desde entonces, la ovejita ha sido su permanente compañera de juegos.

"Y, ¿cómo se llama tu ovejita?"

"Pues, Ovejita, no tiene otro nombre."

"Mirá, y ya le descosiste toda la boca, se va a morir del hambre."

"No, tonto, si mi ovejita no come, no ves que es de peluche."

"Ah..."





Imagen: Cortesía de Cuntie McCuntcunt [dolly rious] (visite la galería haciendo clic aquí)

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Versificación I: Si te dijera que estoy muy triste...

Si te dijera que estoy muy triste
Talvez no me creerías.
He de ser honesto, también,
Y reconocer que ni aún así
Dejaría de reírme, cuando corresponde,
De comer o buscar la felicidad.

Pero sí, estoy triste,
Más de lo que yo mismo hubiera creído.
Y preocupado; como siempre, sí;
Nunca me ocupo, solamente me preocupo.

Dónde estarás, qué estarás haciendo,
Quizás nunca lo sepa.

Me siento más allá del perdón,
Así que mi castigo, mi condena,
Es esta incertidumbre acerca de vos.

Te amo y te entiendo,
Y creo que vos a mí,
Esto no cambia.
Lo que sí, es el hecho
De no poder vivir más de la ilusión.

Perdí el valor para luchar por lo que amo,
Sólo me queda la perseverancia
Para terminar lo que empecé.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Paréntesis: I want you to want me

A veces, hay obras de arte que expresan lo que uno siente. Y como no sea uno artista, es más fácil identificarse con ellas que crear las propias. En todo caso, también parece que hay coincidencias, pero regidas por cierta causalidad algo casual, ¿me explico? Es que lo que quiero decir es que las causas de los fenómenos de ninguna manera están prederteminadas por el destino, el hado, la moira, el fátum o como quiera Vd. llamarle a esa misteriosa e inexistente fuerza que no controla nuestro devenir por esta vida que quién sabe por qué y para qué vivimos o, más bien, que vivimos sin porqué ni para qué.

Así, por una de esas extrañas coincidencias, alguien me contó de la canción que Gael García Bernal interpreta en la película "Rudo y Cursi", la cual seguramente nunca voy a ver, o a lo mejor porque quién sabe (nunca digás nunca y bla, bla, bla...). Esa canción que se titula, o más bien fue titulada, "Quiero que me quieras". Y uno de estos días, mientras veía el video y escuchaba la canción, me decía a mí mismo, "Ya antes he escuchado esta melodía... pero, ¿dónde?"

El video de Gael haciendo el ridículo deliberadamente (lo cual es loable, ¿o plausible?¿respetable?) para la comedia "Rudo y Cursi" es éste:


Me ha parecido interesante la cantidad de respuestas airadas que ha recibido esta parodia que empleó el actor para el filme. Ajá, es una parodia. Pero, ¿de qué canción? Ahí está el detalle, como decía Enlacantinateinflas. Según yo, de ésta:

Pero yo lo creía así porque soy un gran ignorante. Sólo porque vi "10 things I hate about you" y me gustó Julia Stiles y me cayó bien Heath Ledger (qepd), y porque al final de esa película sonaba esta versión, me creí que era la única y, aún peor, que era la original. Pero, nel pastel, la original es ésta:


Sí, seguramente la versión de Gael es una parodia directa de la canción "I Want You To Want Me" de Cheap Trick.

Y, como dice la canción, yo también lustré los viejos zapatos cafés y me puse una nueva camisa, pero ella no me dijo que me amaba. De modo que solamente me queda cantar frenética y solitariamente la canción, acompañado de mi no tan vieja guitarra de segunda mano: "Didn´t I, didn´t I, didn´t I see you cryin'... Feelin' all alone without a friend, you know you feel like dyin'..."


Video: http://www.youtube.com/watch?v=vy4b2iOgP7w&feature=PlayList&p=9F0A78571214305B&index=0&playnext=1

Video: http://www.youtube.com/watch?v=gBgM5os1jRs

Video: http://www.youtube.com/watch?v=hZp9IXUlJYI

martes, 1 de septiembre de 2009

capítulo cero: a veces...

mi razón quisiera hacerle corte marcial y mandar a fusilar a mi corazón...

domingo, 30 de agosto de 2009

Paréntesis: Si yo fuera mujer...


Quien me conozca podrá confirmarlo. Si yo fuera mujer, seguramente sería... Daria Morgendorffer (la verdad ya ni recordaba cómo se escribía el apellido... si es que alguna vez lo supe).

No sólo por el parecido físico, más bien por el "estilo" (jajajajajajajajaja); me refiero a los lentes y la chumpa (chaqueta o como quieran llamarle) verde. También tiene algo que ver con cierta indolencia que, a lo mejor, oculta cierta conciencia (pero no sé si social, porque esa creo que se me acabó muy rápido; o quizás nunca la tuve...).

Recuerdo que Daria me gustaba un tanto cuando, siendo un jovencito, veía su programa en MTV. Ahora creo que se debía al hecho de sentirme identificado con ella... y a que, secretamente, quería ser un poco más como ella.

(Como no pude conseguir la intro de la serie, al menos dejo este video que encontré en Youtube, el cual incluye el tema musical empleado en el programa)


Creo que voy a comenzar a plantearnos (así en plural, porque si leen esto ahora ya no pueden dar vuelta atrás, jajajajajaja) cómo o quién sería yo en otras circunstancias.

Sí, definitivamente, si yo fuera mujer sería Daria. No me gustan los deportes, la mayoría de eventos sociales me parecen aburridos, ridículos, innecesarios, incomprensibles, bla, bla, bla... (Pero, por otra parte, he de reconocer que tengo alguna obsesión por ciertos términos: patria, responsabilidad, civismo, educación, más bla, bla, bla... Pero, al final de cuentas creo que no hay quien se libre completamente de esta clase de contradicciones. Y también, hay algo innegable, me interesa mucho este otro término tan manoseado e incomprendido: la individualidad.)

Bueno, ya me estoy saliendo del tema. Les dejo este tema de Patxi Andione que me gusta mucho:








lunes, 24 de agosto de 2009

capítulo cuadragésimo: política animal III, los lobos


Los hombres-lobos


Primero dije “hermanos” y les tendí las manos;
después en mis corderos hicieron mal sus robos;
y entonces en mi alma murió la voz de hermanos
y me acerqué a mirarlos; ¡y todos eran lobos!


¿Qué sucedía en mi alma que así marchaba a ciegas,
en mi alma pobre y triste que sueña y se encariña?
¿Cómo no vi en sus trancos las bestias andariegas?
¿Cómo no vi en sus ojos instintos de rapiña?


Después yo, también lobo, dejé el sendero sano;
después yo, también lobo, caí no sé en que lodos;
y entonces en cada uno de ellos tuve un hermano
y me acerqué a mirarlos; ¡y eran hombres todos!


Rafael Arévalo Martínez


...


Hoy, mientras regresaba a casa caminando por la décima avenida, después de comprar un volumen de la Biblioteca General Salvat que incluye "El llamado del bosque" (en otras traducciones, "El llamado de la selva" o "El llamado de lo salvaje") de Jack London, en la décima calle me topé con un mochilero (sin mochila, pero deduje que la habría dejado en su habitación de la Pensión Meza), con un gorrito rastafari y una camiseta que tenía estampada la imagen de un lobo. Supe que era la señal.

¿La señal de qué? Pues de que ya es tiempo de que escriba esta entrada, la cual me he debatido si correspondería más bien a un capítulo cero. Pero no, esta entrada, gracias al del gorrito rastafari, será un capítulo. Y gracias también, claro es, a "El llamado del bosque" de Jack London.

Hace unas semanas, quizás un mes, quizás menos, leí en el blog de algún joven (o de alguna joven) bloguero (o bloguera), algo así como que él (o ella) no era parte del rebaño, sino un lobo (o loba). La verdad, no recuerdo exactamente dónde lo leí. Lo que sí, es que cuando lo leí, la idea hizo sonar una campana en mi memoria (no sé si esto fue un lugar común, pero si que suena medio mamón, lo reconozco, jajajaja), porque hace años yo pensé lo mismo. Acababa de leer "El lobo estepario" (como unos dos años antes, jajajaja), y pensé que yo era un lobo estepario. Cuando encontré personas que creí que eran parecidas a mí, mistifiqué aún más pensando que éramos como una manada de lobos esteparios, que nos reuníamos para cazar y luego nos separábamos. Y al leer un capítulo de "El libro de selva" de Rudyard Kipling, "Los perros de rojiza pelambre", en el cual aparece Won-Tolla, el lobo solitario cuya familia fue masacrada por los perros salvajes, sentí que todos los elementos de la teoría se cohesionaban perfectamente.

Pero el tiempo pasa y uno descubre que las cosas no son como uno pensaba. Ahora no creo que haya una parte de la humanidad que sea como un rebaño de semovientes y otra conformada por lobos que corren libremente entre los primeros; sé, por la experiencia que le da a uno la vida, que todos nosotros somos como lobos.

Fue al leer la primera parte de "Colmillo Blanco" de Jack London que entendí, gracias al excelente análisis que hace el autor sobre la naturaleza de los lobos, la naturaleza bestial de todos nosotros.

Me doy cuenta de que soy un proveedor para mi cría y me torno feroz cuando la creo en peligro. Al final de cuentas, por mucha conciencia social y bla, bla, bla, hay una idea fija y clara en mi mente: entre los demás y mi cría, mi cría es primero. Al final, más allá de todo romanticismo sublime, el amor parece ser la preservación de aquellos que amamos en perjuicio de aquellos que no son nuestros favoritos.

De repente, se me hace obvio el planteamiento ése de "Homo homini lupus".




sábado, 22 de agosto de 2009

capítulo trigésimonoveno: pedro el pastorcillo


Y así resulta que Pedro y Peto se parecen muchísimo. Claro, exceptuando que a Peto no le gustan los animales, no es pastor, no vive en Los Alpes ni es suizo; pero por lo demás son idénticos.

Ambos, Peto y Pedro, son un par de adolescentes. Como tal, son un par de personajes con poco control sobre sus emociones. Son extremadamente celosos y cuando hay algo que les molesta no lo manifiestan de manera directa sino a través de sutilezas y mostrando indiferencia y si están muy molestos tomando acciones brutales, por lo tanto estúpidas e infructuosas.

Al concluir con sus acciones brutales, estúpidas e infructuosas, como es de esperarse, se sienten culpables y luego, de una forma más bien paranoide, comienzan a temer el castigo por parte de la autoridad. Y éste es otro de los puntos de conexión entre Pedro y Peto, ambos tienen un ciego temor a la autoridad.

Pero hay algo más en lo que se parecen este par de tontos: aman tiernamente a sus niñas respectivas, esas que se parecen tanto la una a la otra.

Así, a Peto le toca, aún cuando no le gustan los animales, no es suizo ni vive en Los Alpes, ser pastor de una sola ovejita y de una cabrita retozona, que no es una cabrita de verdad sino más bien una niña; bueno, y la ovejita pues tampoco es de verdad, pero de eso ya hablaremos más tarde...




jueves, 20 de agosto de 2009

capítulo trigésimo octavo: política animal II, las invasoras...


Llegaron de manera discreta. Primero una espía; se infiltró como incógnita (¿qué tal de términos?). Ni la vimos. Algo debió de parecerle interesante, porque luego llegaron varias. Al principio pensamos que no había razón alguna para alarmarse. "Se van a ir, debe de ser por el clima que las alborota..."

Luego, comenzamos a verlas en grandes grupos, ciertamente alborotadas, y de su timidez inicial pasaron incluso a cierta agresividad. Eran tan osadas que no era raro que se subieran en nosotros y hasta nos atacaran.

De un tiempo para acá, siempre están ahí: en la mesa. Se meten en la azucarera, se trepan en los vasos y tazas, como dije se suben en los manos y brazos de los comensales.

Al principio traté de llevar con ellas una pacífica convivencia, convencido de que estaban de paso, pero en cuanto comenzaron a invadir la azucarera me sentí excesivamente molesto, y cuando una de ellas me picó y me inoculo su ácido nítrico llegó el fin de la diplomacia y tuve que ejercer acciones policíacas y ante el menor ataque emprendo una ofensiva aniquiladora y luego, claro está, me siento culpable.

No puedo decir cómo va a terminar esto de la invasión de las hormigas. Recuerdo que años atrás, otras intentaron una invasión similar, pero no en el comedor sino que en el cuarto de atrás, con una metodología similar: exploración inicial del terreno, espionaje, invasión y agresiones posteriores; cuando ya se sentían las dueñas del lugar y creían que habían logrado inestabilizar el anterior sistema, fueron destruidas con una marejada de agua hirviente y hubiéramos pensado que era la última vez que ocurría algo así, pero no, han vuelto y fortalecidas según se puede apreciar. Quizás no todo está perdido.





martes, 18 de agosto de 2009

capítulo trigésimoseptimo: un paseo por las nubes...




"Voy con Vd.", dijo y se me pegó.

El corazón me latía desesperadamente. Había recorrido rápidamente tres cuadras con la única finalidad de verla... bueno, y también para llegar pronto al trabajo porque, como siempre, ya era tarde.

Ella había sido la motivación para mi aceleración. No era la primera vez que la veía; o eso creía, si es que era la misma persona.

Mi persecución (qué raro, nunca me había fijado que se deleatreaba así: p-e-r-s-e-c-u-c-i-o-n) era la reproducción del viejo mito chapín de la Siguanaba, sin el horrible cráneo de caballo, ni el barranco del Río de las Vacas, afortunadamente.

Cuando ya sólo me faltaban seis metros para darle alcance (y encontrándome a cuadra y media del trabajo), ella se volvió de pronto y mi ilusión de colegial trasnochado explotó: era "ella".

¿Y ahora qué? Pues nada, mi plan era alcanzarla, verla, admirar discretamente su belleza, suspirar como idiota y seguir de largo... Pero el curso de los acontecimientos sufrió un giro inesperado. Al volverse ella, se dirigió hacia mí y yo, por supuesto, me asusté como un ratón sorprendido por un gato.

Mientras esperaba que ella me reprendiera furiosa: "¿qué me ve?", fui sorprendido nuevamente por el azote de una dulce e imponente cuasi-súplica que más bien sonó como una afirmación convencida: "¡Voy con Vd.!" Y se me pegó.

Era algo inesperado (pero secretamente muy anhelado). Para mí, motivo de total confusión.

"Es que me dio miedo." Me explicó y señaló furtivamente a un par de tipos que ella consideraba sospechosos, mismos a quienes yo apenas había notado (porque claro que los noté; estamos en Guatemala City), ocupado como estaba en la contemplación de mi ideal.

"Vd. trabaja por aquí", me cuasi-afirmó.

"Aquí a la vuelta." Le confirmé. Pero estaba tan estupefacto que apenas y se me ocurría qué decir, sin embargo pude concluir, "así que ya me ha visto por aquí." Y esto último lo dije con intención, de manera nada sutil, como implicando medio ufanamente, "así que se ha fijado en mí." Concédanme esta indulgencia al menos.

Lo último que recuerdo fue que ella volteó buscando a los tipos y vio que ya se habían ido, y yo, con gran dificultad pero con gran estoicismo, me despedí, "Que esté Vd. bien".

"Igual." Me respondió ella.

Una gran felicidad, de la clase que no dura ni media mañana, me henchía el corazón (lugar común pero qué le vamos a hacer) y sentía, ciertamente, que caminaba sobre las nubes (sí, como en la película del mismo nombre, jajajajajajajajajajaja).





lunes, 17 de agosto de 2009

capítulo cero: ¿ética formal?

Hace 10 años estaba fascinado por el pensamiento kantiano. O más bien, eso creía, porque de Kant sólo conocía las síntesis que otros habían hecho sobre su trabajo, no el de ellos sino el de él. Y así, con los extractos y reinterpretaciones de no sé quién, yo tomaba la ética formal como la forma de pensar y actuar más aceptable. ¿Y en qué consistía esto de la "ética formal"? Pues en resumidas cuentas: "el deber por el deber mismo".

Según recuerdo, las acciones solamente tenían carácter ético si el realizarlas era nuestro deber, de lo contrario no tenían valor moral.

Y aún cuando ahora, el pensamiento "kantiano", o lo que sea que yo entendía por tal ya no me parece, en lo absoluto, no puedo negar que en la práctica es muy posible que siga ejerciéndolo.

Por ejemplo, no considero que mis acciones tengan buen fondo, más bien son otra manifestación del deber por el deber mismo. Si una persona anciana, enferma, embarazada o cargando a un niño se sube al bus en que viajo y yo voy sentado, le doy el lugar, pero no porque yo sea amable, simplemente cumplo con mi deber (explicándolo debe de sonar bastante tonto, debe...).

Cuando leí "El Túnel" de Ernesto Sábato, me pareció repugnante la opinión de Juan Pablo Castel con respecto a la limosna, a no darla quiero decir (o será que ya no recuerdo bien y estoy parafraseando equivocadamente al pintor que mató a María Iribarne), pero años después, ya no estoy tan seguro con respecto a la postura casteliana. Creo que depende. Últimamente me inclino por proveer, de manera selectiva, la ayuda práctica inmediata (o algún otro nombrecito categórico que haya querido darle).

Y así, con fastidio la mayoría de las veces, hago lo que consciente o inconscientemente considero mi deber, ya que de no hacerlo caería en la culpabilidad y su manifestación más amarga, el remordimiento.

sábado, 15 de agosto de 2009

capítulo trigésimosexto: otra vez heidi


Dijo que quería subir hasta lo más alto del Cerro, que quería entrar a la Iglesia (esto último me preocupó porque la primera vez hizo tanto ruido que pensé que nos iban a regañar por lo menos), pero la entrada del templo estaba cerrada.

Luego, salió corriendo tan rápido que casi la pierdo de vista y, preocupado, corrí tras ella. Se arrojó al suelo porque quería ver las nubes (pero no las de Aristófanes). Le dije que fuéramos a aquella ladera donde hay más pasto (con la esperanza de que no se ensuciara tanto y no tener que justificar luego la travesura); una vez más, salió disparada como una flecha (lugar común), y yo corrí como alma que lleva el diablo (ídem). Si no fuera porque me preocupa tanto que pueda sufrir un accidente (que ya los ha tenido), creo que me divertiría bastante ver lo montaraz que puede ser. Razón tienen los anglosajones en llamar "kids" a los niños, porque son como "cabritos", dirían los chilenos. Y a mí no me queda, entonces, más que asumir mi papel de Pedro, el pastorcillo, cuidando otra vez a Heidi para evitar que se suba a las rocas más peligrosas y/o se lastime.

Algunas veces me gustaría que Heidi fuera más como Clara: serena y bien portadita; pero entonces recuerdo que Clara estuvo enferma y me alegro que ya esté sana y que como Heidi, pueda correr libre por los montes, o en este caso, el cerrito.




jueves, 13 de agosto de 2009

capítulo cero: arrepentimiento

Me arrepentí antes de escribir acerca del arrepentimiento, de mi arrepentimiento. Antes de escribir que me arrepiento de muchas de mis decisiones. Decidí no hacerlo, no escribir acerca de ello; pero luego me arrepentí de haberme arrepentido y decidí escribirlo, después de todo, y comenzar así: "Hay quien dice que no se arrepiente de nada, yo me arrepiento de muchas cosas."

Arrepentimiento. Qué palabra más desagradable, hasta decirla es repulsivo, hasta pensarla, no digamos arrepentirse en sí.

sábado, 8 de agosto de 2009

Paréntesis: Unaminidad


Don Manuel, el párroco de la aldea Valverde de Lucerna, en Renada, decidió que quería vivir en otro sueño, en la aldea que está bajo las aguas del lago que descansa al pie de la montaña. Tomó el oficio de escritor y se cambió el nombre por uno digno de un legendario caballero andante: Don Miguel de Unamuno y Jugo.

Algo así describiría un servidor el argumento de "San Manuel Bueno, mártir", obra del mentado Don Miguel. Se trata de una novella (así se escribe, con dos eles) cuyo tema es una justificación para que el legendario caballero andante de la filosofía nos impacte con su poesía que no nos damos cuenta cuándo es que comienza a ser cantada pero la cual indudablemente cuando suena es atronadora sin violencia ni frenesí.

Cada vez que pierdo la fe en la literatura, viene Don Miguel al rescate y me convence, nuevamente, que no es la cantidad de palabras sino cómo se dicen las cosas y, por qué no, quién las dice.

Hoy, un poco más impresionado por la obra del gran Don Miguel, no me queda más que recomendar la lectura de la obra que menciono. Por unaminidad (sí, de Unamuno y no de unánime) es simplemente excelente.





jueves, 6 de agosto de 2009

capítulo trigésimoquinto: política animal


Hace unos días apareció un ratón en la casa. Por lo tanto, hubimos de tomar acciones consecuentes (aún cuando yo de consecuente, pues nada...). Lo primero que hizo la madre (no la de Máximo Gorki sino la mía...) fue tratar de envenenar a la criatura invasora. A los pocos minutos de colocado el veneno en una esquina, éste había desaparecido, así que presumimos que el intruso lo había consumido y estaría comenzando el proceso de eliminación. Pero no fue así. O era más de un ratón, porque el roedor volvió a ser avistado unas horas después, ya no en la cocina sino en el comedor. Ante tal situación decretamos un toque de queda y cerramos todas las puertas. Era imposible pasar más que con un salvoconducto que indicara que el visitante era humano. Así el ratón fue aislado. Ahora mismo no ha aparecido ningún cadáver, pero tampoco se ha visto nuevamente al roedor y comenzado a preguntarme... ¿será que nuestros métodos son aceptables? ¿hemos abordado la situación de la forma más adecuada?

He recordado mi infancia (nuevamente), y han venido a mi memoria imágenes de una convivencia pacífica entre un ser humano y un ratón (y no hablo de Walt Disney y Mickey Mouse, puesto que el primero explotó al segundo de manera inmoral): un hombre mayor llamado "Raulito" y un ratón joven de nombre Topo Gigio.

A lo mejor, las relaciones entre el ratón y nosotros, los otros, hubieran sido mejores si en vez de tratar de matarlo le hubiéramos mandado a fabricar unos muebles acordes a su tamaño y un guardarropa según su talla; si nos hubiéramos tomado el tiempo de conversar con él, conocer sus inquietudes, su fuero interno.

Pero no, nuestra primera reacción fue tratar de destruirlo.

Video: http://www.youtube.com/watch?v=sTwZeoI4IEU

viernes, 31 de julio de 2009

capítulo trigésimocuarto: extraña coincidencia


Otra extraña coincidencia, más bien. Es que ya antes he presenciado extrañas coincidencias. Habrá quien podrá confirmar, si quiere, la verdad de lo que digo, en cuanto a las anteriores y acerca de ésta que nos ocupa.

Resulta que la imagen que ilustra este post bien podría ser la de una niña alta y de cabellos rizados y desordenados que se encuentra junto a su abuelo, un anciano de barbas blancas. Más bien, lo es. Pero también podría ser que esta imagen no me fuera tan ajena. A lo mejor esa niña podría llamarse Petoúlquina Amarilla y ese anciano Papá Tono. Y también podría ser que la una fuera mi descendiente y el otro mi ascendiente, es decir que estuviéramos relacionados por consanguinidad.

Podría ser.

Pero no, no lo es. Porque aún cuando la niña de la imagen guarda un asombroso parecido con la Petoúlquina, el anciano abuelo de ella, al contrario del anciano de la imagen, no fuma tabaco en pipa, ni tiene la barba tan larga. Por lo demás, son idénticos.

Sí, pero el buen observador u observadora, habrá deducido que los de la imagen son simple y sencillamente una niña llamada Adelaida (Heidi, si le conocemos y le tenemos algo de confianza) y su abuelo, el Tío de los Alpes.





viernes, 26 de junio de 2009

capítulo trigésimotercero: la petoúlquina pata de yeso

Navegando sobre un río enlodado formado por aguas precipitadas violentamente de un cielo gris, con un piloto experimentado en el timón y un primer oficial dispuesto a todo por su capitana, la Petoúlquina Amarilla Pata de Yeso, se lanza a la aventura en busca de un tesoro inigualable: las naranjas con las que se puede hacer limonada.

"Quiero hacer limonada con esas naranjas", repetía una y otra vez la imponente Petoúlquina.

"¿Limonada hecha con naranjas?", preguntaba incrédulo el Tato, su piloto.

"¿Y luego vas a querer hacer naranjada con limones?", añadía Peto, su primer oficial, con cierta malicia.

"No, es que Vds. no entienden nada", decía la capitana impaciente, "Es muy simple, tomás las naranjas y las hacés limonada."

Y así, la extraña tripulación, abordo de ese bergantín antiguo y confiable, remontaba las olas de ese anchuroso río de aguas lodosas, sin saber muy bien adónde se dirigía. Y piloto y primer oficial no se atrevían a contradecir abiertamente a su capitana, no fuera que se emberrinchara y los hiciera caminar por la plancha.

"Yo jo jo", cantaban, "limonada de naranjas, yo jo jo, la colocha nos hace buscar..."

miércoles, 24 de junio de 2009

capítulo trigésimosegundo: las ilusiones perdidas...






"He perdido mis ilusiones, Petoulqui."

"¿Ah sí? ¿Y de qué ilusiones hablás, mi querido Julio?" Me preguntó.

"Pues, las que te estás imaginando, Peto. Esas mismas."

"Así que después de todo creciste algo; o eso creés. Se cerró otro capítulo de tu vida... el trigésimosegundo que nos toca. Ya no hay más Julio que esté dispuesto a dar todo por amor. El amor ya no te es suficiente, eh."

"Bueno, ¿Y qué es el amor, Peto? ¿Vos lo sabés acaso? Porque últimamente yo no creo que lo haya sabido nunca."

"Ah, el amor. Ay de nosotros los románticos..."

"Las ilusiones perdidas, como la pieza de Ignacio Cervantes. Las ilusiones patéticas, como creo recordar que les llamaba Leo. Me perdí en mi propio laberinto. ¿Qué es lo que quiero? Nunca lo he sabido. Pero al final, siempre algo se impone. 'Mi lógica es innegable', decía la computadora alocada de Yo Robot (el filme, porque nunca leí el libro). "

"La lógica, la razón... pero si toda la vida nuestra lucha ha sido ésta. Razón versus emoción y viceversa. De repente te diste cuenta que no querías ser víctima, marioneta de tus impulsos, por primera vez quisiste tener control, pero esto tiene precio, todo tiene un precio decía el Chomps."

"Sí, todo tiene un precio."

"¿Será éste el fin de las ilusiones? ¿O dentro de un tiempo más o menos largo estaremos presenciando su regreso? ¿Volverán las ilusiones como las oscuras golondrinas?"

"No lo sé. Sólo sé, eso sí definitivamente, que cerré una puerta por fuera y no hay vuelta atrás. Ahora sí que quemé las naves. La suerte está echada y demás aforismos determinantes..."

"Seguramente, no es fácil que comprenda, ni ella ni nadie, que el amor trasciende la relación y por otra parte, a veces es superado por la vulgar realidad."

"Seguramente..."