Apretados a más no poder (no es una figuración, lo digo en sentido literal) dentro del Transmetro, desde la estación El Carmen hacia la Barrios, conversábamos animadamente con Platón. Se puede decir entonces que eran los diálogos entre P. y P. (Plato y Peto, miren que pongo antes al maestro).
Mientras transcurría este diálogo que ha de ser titulado El Peto (por ser un servidor uno de los protagonistas) o Diálogo del Transmetro (por lo suprascrito), creo que Arístocles comenzó a cuestionar seriamente sus idealismos extremos, porque nada hay para conmocionar el mundo de las ideas de cada persona como el hecho de existir en la ciudad de Guatemala (aún cuando tampoco creo que nuestro modus vivendi le convenga a ningún existencialista. Se me hace que acá sólo podemos vivir los cómi-trágicos del absurdo).
Y así, Platón y quien escribe parecíamos Iván Dmítrich (el Peto) y Andrei Efímich (Platón) de la novela corta de Anton Chéjov "La sala número seis" , es decir una especie de Panza y Mancha (eso es Sancho y Quijote, pero un Panza algo quijotizado y un Quijote... sanch... izado supongo que es el término). Se me hace que a cada parada en una terminal con su respectivo egreso/ingreso de pasajeros, el amigo de la sabiduría comenzaba a cuestionar mucho sus ideas.
"Pero, es que parecemos semovientes." Protestó Platón ante la incomodidad.
"Bienvenido a Guatemala." Le respondí con renovado sarcasmo, y añadí, "tomátelo con filosofía."
2 comentarios:
Ese tu amigo ya no está para subirse a un transmetro, yo creo que mejor discutís tus ideas en un lugar más apropiado... Muy ingeniosa la entrada;)
Luisfergua:
Pues viniendo de vos, es un gran elogio. Me alegro que te haya gustado.
Saludos,
Peto
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