martes, 23 de octubre de 2012

capítulo septuagésimotercero: la mujer de mis sueños

Habíamos pasado la noche juntos: desnudos, abrazados sobre la cama, ella adelante y yo atrás, cubiertos por las frazadas. Detuvo todos mis avances porque, según supuse, ella quería que no fuéramos más allá.

Aún así, después de pasar la noche juntos, me pareció que hubiera sido desconsiderado de mi parte no preocuparme por su bienestar cuando al día siguiente ella me dijo que se sentía mal.

Inmediatamente pensé en conseguirle algo caliente para que bebiera; se lo tomó y se sintió mejor. Me lo agradeció mucho.

Creo que le agradó mi gesto, tal vez le pareció tierno, hasta algo inexplicable. A fin de cuentas, ella no sabía que habíamos pasado la noche juntos. El que tuvo ese sueño fui yo.

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