Dedicado a todos aquellos que han sido mis maestros, no digo buenos maestros, porque quien es docente, lo es y punto.
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El día de hoy ha pasado sin mayores cambios. Sin embargo, para mí tiene su importancia puesto que es día del maestro.
Desde que era niño sabía que quería ser maestro, me di cuenta con exactitud a los siete años. Pero, distintos acontecimientos posteriores lograron que para la edad de diecinueve ya detestara la carrera que había estudiado y que repeliera la posibilidad del ejercicio profesional.
Las razones que me hacían rechazar lo que ahora es mi profesión estaban mezcladas justamente con lo que en determinado momento me había decidido a abrazarla, y estaban relacionadas con los docentes quienes tuvieron a su cargo mi educación formal. Esto es, tuve muchos buenos maestros y unos pocos malísimos. Mas, ya sabemos, el balance siempre se inclina por lo negativo.
Aparte que mi práctica docente supervisada fue nefasta. La maestra titular se portó todo lo peor que puede hacerlo una colega, y lo digo con la autoridad que me da el dar clases a jóvenes que estudian magisterio, no es esa la manera de tratar a quienes están preparándose para enseñar.
Resuena en mi mente lo que dijo un catedrático en la Universidad, "los niños no deberían de enseñar a los niños", haciendo referencia a que los maestros al graduarse muy jóvenes y sin verdadera experiencia no tienen la madurez para educar a los más jóvenes. Y no se me hace para nada irracional, por ende, la afirmación de que el magisterio debiera ser una carrera universitaria.
Bueno, al final de cuentas, a lo mejor si hay un fatum, y si no, pues talvez se trate de una ley de causalidad, porque he terminado en lo que se vislumbró en mi segunda infancia, en ser maestro, profe, prof., ya saben Vds. El profe Julio. Y me gusta, bastante.
No creo mentir cuando digo que uno se realiza en los logros de sus alumnos.
Acabo de leer en "2010: Odisea dos" de Arthur C. Clarke, una frase que me recuerda al rol del maestro: "Woody, un comandante puede equivocarse, pero nunca mostrarse inseguro." En ese pequeño universo que son las aulas nos toca dar pasos con certeza, aún cuando no siempre sepamos cuáles serán los resultados. Cuántos errores cometemos, no los justifico, pero quiero señalar que los cometemos sin mala voluntad.
Pues sí, imperfectos, no lo sabemos todo, pero tenemos que aprender siempre todo lo más posible; aprendemos, asimismo, al enseñar y enseñamos lo que recién aprendimos. Pero, más que todo orientamos en cuanto a lo más complicado, si es que nos tomamos el tiempo en tratar de aprenderlo nosotros mismos, lo espiritual, lo interno, lo que nos hace humanos.