Hay quienes creen que la vida es como ese juego del león, la oveja y la planta, y que, después de quebrarse la cabeza y concluir que hay que pasar primero la oveja y dejar al león con la planta, ya la hicieron...
Pero es por falta de imaginación, porque bien podría ser que el león fuera vegetariano y se comiera a la planta; o bien, que la planta fuera carnívora (o la oveja), y al quedarse sola con el león, se lo comiera.
O, aún más, podría ser que el león manso fuera aquel que, años después mató Tartarín de Tarascón, el mismo que no quiso atacar a Don Quijote porque, no lo recordábamos, ya había sido domado por el Cid, quien lo había dejado impresionado con sus largas e hirsutas, melena y barbas.
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