Me atacó a
traición... directo al talón, como si se tratara de una representación del
asesinato de Aquiles por parte de Paris. Pero no creo que este asesino haya
clamado, “Zeus, ¡dirige mi flecha!”, antes de atacarme. Es más, ni yo me siento
muy Aquiles que digamos, puesto que tengo muchísimos puntos débiles, de manera
que no es necesario dirigir toda la fuerza del ataque al talón, única “falla
del héroe”, y en todo caso no me considero nada heroico, ni bajo los cánones de
la antigüedad clásica, ni bajo los contemporáneos. El hecho es que, la criatura
en cuestión me atacó, eso sí, como dije, a traición, de la misma manera que el
flechador hijo de Príamo atacó al Atrida, es decir sin que me diera cuenta.
Estaba demasiado ocupado tratando de despegar las páginas de unos suplementos
de Historia de la Literatura Universal
de la Editorial Origen ,
año 1983, y que por descuido habían quedado en una caja de cartón, junto a una
pared humedecida, y mientras me lamentaba de no poder salvar la información acerca
de “Literatura italiana contemporánea” sentí un pequeño pero agudo dolor en el
talón de mi pie izquierdo. Debo decir que me tomó un tiempo notar el agudo
dolor, tan dedicado estaba a rescatar los suplementos que yo había dejado
arruinarse. Cuando levanté la vista de la revista (¿qué tal mi aliteración?), pude ver a la criatura
posada en mi talón desnudo, y es que estaba desnudo porque a pesar de llevar
puesto un calcetín era, fatalmente, uno de esos que se rompen justo en el talón
y que no me decido a tirar a la basura. La avispa estaba posada en el talón y
yo no sabía si picaba o mordía, pero como nunca me había picado una, o eso creí
recordar, quise ser cuidadoso para no enojarla y causar(me) que me atacara... más. De modo que
apenas tiré del calcetín para moverla y se fue... Y aquí terminaría este relato
de mi vida cotidiana si no fuera porque, mientras seguía tratando de rescatar
el suplemento de historia universal, bla, bla, bla, sentí nuevamente un agudo
dolor y, si bien dicen que un rayo no pega dos veces en el mismo sitio, ahí
estaba la avispa otra vez, ¿o sería otra? En todo caso, si Aquiles no pudo defenderse del traidor Paris, esta avispa confundió el mito que esta vez era
más bien Odiseo contra Polifemo y, por tanto, sin pensarlo dos veces, me
levanté y con el trapo que había usado para remover la suciedad de las revistas
ataqué a la avispa con toda la ira de Zeus cuando arrojaba sus rayos contra un
inferior que osaba desafiarle, pero como yo no soy Zeus y, ya dije, mucho menos
Aquiles, la tal avispa logró escapar ilesa y con la victoria de haberme mordido
dos veces. La pregunta que me he hecho, sin embargo, es por qué me atacó, qué
quería de mí, y creo que esto nunca lo sabré. Pero, a lo mejor, puedo tomarlo
como un aguijonazo, es decir, un empujón para escribir nuevamente.
lunes, 30 de marzo de 2015
jueves, 26 de marzo de 2015
Poema XIV: De veritas
Hay ciertos ciertos
Que son más que ciertos todos
Como cierto amor que te tengo
Que para mí
Es un todo
Y más que otros todos
Ciertamente
Te amo de veritas (como decían los romanos)
Porque de veritas es cierto
Como este cierto amor es de verdad
Que son más que ciertos todos
Como cierto amor que te tengo
Que para mí
Es un todo
Y más que otros todos
Ciertamente
Te amo de veritas (como decían los romanos)
Porque de veritas es cierto
Como este cierto amor es de verdad
lunes, 16 de marzo de 2015
capítulo septuagésimo séptimo: la sinfonía de los adioses (o simplemente, "los adioses")
No recuerdo cómo o porqué abrí mi cuenta de facebook. Sólo recuerdo que he tenido muchos problemas simplemente por tenerla, que ha sido una ventana para que muchos se metan en mis asuntos, para causar malentendidos o para notar que, a pesar de la inmediatez, parece que algunos no tienen el menor interés en responder a alguno de mis mensajes.
Y así, cuando he visto que a alguien no le interesa comunicarse conmigo a través de la plataforma, o cuando me aburre o me repele lo que escribe constantemente, he tomado la costumbre de ir eliminando contactos.
Muchos tratan de tener cada vez más contactos, yo busco lo opuesto. Trato de tener cada vez menos contactos.
Por lo tanto, voy eliminando uno por uno hasta que sólo quedo yo, y una ansiedad nihilista me indica cuál es el siguiente paso lógico: eliminarme a mí mismo, por supuesto. Supongo que podemos denominarlo "suicidio feisbuquero".
Y así, cuando he visto que a alguien no le interesa comunicarse conmigo a través de la plataforma, o cuando me aburre o me repele lo que escribe constantemente, he tomado la costumbre de ir eliminando contactos.
Muchos tratan de tener cada vez más contactos, yo busco lo opuesto. Trato de tener cada vez menos contactos.
Por lo tanto, voy eliminando uno por uno hasta que sólo quedo yo, y una ansiedad nihilista me indica cuál es el siguiente paso lógico: eliminarme a mí mismo, por supuesto. Supongo que podemos denominarlo "suicidio feisbuquero".
martes, 10 de marzo de 2015
capítulo cero: el león, la oveja y la planta...
Hay quienes creen que la vida es como ese juego del león, la oveja y la planta, y que, después de quebrarse la cabeza y concluir que hay que pasar primero la oveja y dejar al león con la planta, ya la hicieron...
Pero es por falta de imaginación, porque bien podría ser que el león fuera vegetariano y se comiera a la planta; o bien, que la planta fuera carnívora (o la oveja), y al quedarse sola con el león, se lo comiera.
O, aún más, podría ser que el león manso fuera aquel que, años después mató Tartarín de Tarascón, el mismo que no quiso atacar a Don Quijote porque, no lo recordábamos, ya había sido domado por el Cid, quien lo había dejado impresionado con sus largas e hirsutas, melena y barbas.
Pero es por falta de imaginación, porque bien podría ser que el león fuera vegetariano y se comiera a la planta; o bien, que la planta fuera carnívora (o la oveja), y al quedarse sola con el león, se lo comiera.
O, aún más, podría ser que el león manso fuera aquel que, años después mató Tartarín de Tarascón, el mismo que no quiso atacar a Don Quijote porque, no lo recordábamos, ya había sido domado por el Cid, quien lo había dejado impresionado con sus largas e hirsutas, melena y barbas.
lunes, 9 de marzo de 2015
capítulo cero: un verdadero enamorado
La tarea de un verdadero enamorado no es encontrar a la que es Beatriz, adornada de todas la virtudes, sino a quien lo será.
Como escribió Sabato, es el amante quien ennoblece al objeto amado; porque, como también apuntaba Sabato, podría ser que el loco amador (esto del "loco amador" no lo ponía él, es una referencia mía al "loco amor del mundo") se enamore de alguien que no lo merezca; entiéndase, de alguien sin mérito, carente de las virtudes antes mencionadas.
Como escribió Sabato, es el amante quien ennoblece al objeto amado; porque, como también apuntaba Sabato, podría ser que el loco amador (esto del "loco amador" no lo ponía él, es una referencia mía al "loco amor del mundo") se enamore de alguien que no lo merezca; entiéndase, de alguien sin mérito, carente de las virtudes antes mencionadas.
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