Así, sin ninguna ceremonia, la vida me está sacando del fondo otra vez. No me avisó, no me preguntó nada, simplemente me forzó a salir de este chiquero que llamo habitación, de este alboroto lleno de columnas de libros apolillados y montones de papeles con apuntes de textos que, quizás, nunca verán la luz.
Nuevamente, me ha enseñado la vida que las cosas no son como yo creo (al menos, no todas). Siendo como soy, pesimista, debo reconocer que la vida parece tener siempre una vuelta de tuerca que no me espero (aun cuando, el paso del tiempo, sin mayores variaciones, no me ayuda a ser menos escéptico).
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