viernes, 27 de abril de 2012
El poema I en su versión original
Oculta la oscuridad a nuestros ojos.
El silencio abruma
Porque es sólo la negación de la vida que no es vida,
De las máquinas que pretenden estar vivas.
¿Cuál es el significado de todo esto que veo (y de lo que no veo, también)?
¿Qué solución hay para este dédalo sin salida?
Yo soy antihéroe y monstruo a la vez,
¿Dónde está el numen que salve este día?
El silencio de la calle
No es sino una ilusión,
Como lo es la luz ambarina
Que niega la oscuridad,
Que niega la verdad.
La verdad es el ruido y la oscuridad,
La verdad es que el silencio oprime por su falsedad, porque niega el tic tac de la bomba de tiempo que está a punto de estallar.
jueves, 26 de abril de 2012
cita petoulquiana: un acto de inocencia
Arenas, Reinaldo. Necesidad de Libertad. Mariel: testimonios de un intelectual disidente. Kosmos - Editorial, S. A. Costa Rica, 1986. p. 30
jueves, 19 de abril de 2012
capítulo cero: la inevitable vida
lunes, 16 de abril de 2012
segundo aforismo petoulquiano
sábado, 14 de abril de 2012
Poema I: Sin título
Noche en la ciudad:
Todo es negación.
Vida que no es vida: máquinas que pretenden.
La negación de la vida no es vida,
¿Cuál es el significado de esto que veo (y no veo)?
¿Qué solución hay para este Dédalo sin salida?
¿Dónde está el numen que salve este día?
El silencio de la calle no es sino mera ilusión,
Como lo es la luz ambarina que niega la oscuridad:
Que niega la verdad.
La verdad es el ruido y la oscuridad,
La verdad es el silencio que oprime por su falsedad,
porque trata de acallar el tictac de la bomba que está a punto de estallar...
lunes, 9 de abril de 2012
capítulo sexagésimoprimero: cámara
domingo, 8 de abril de 2012
Paréntesis: Mis muchos nombres...
- Petoluqui
- Pelotuqui
- Petroluqui
- Pietro Lucky
- Peloulqui
- Petoliqui
- Petuqui
- Petoballs
- Petolouqui
- Peotoulqui
- Petuolqui
- Pedoulqui
- Petolqui
- Petrochelli
martes, 3 de abril de 2012
Narrador invitado: J. Lobos
Cierto día la mamá de Juanito le pidió que llevara unos tamales que había hecho a casa de su tío Chente y su tía Tencha, lo cual para variar no hizo mucha gracia al patojo, pues tenía que caminar por dos horas en medio de espesa selva del Caribe de Guatemala. Armado con su resortera se encaminó fuera de la aldea, internándose por el camino de los siete altares, montaña adentro, para encontrar la parcela de sus tíos.
A Juanito le gustaba el río Quegueche porque en las cascadas que forma se criaban los minúsculos pececillos que al nadar con él le mordían la planta de los pies haciéndole cosquillas. No resistiendo la tentación y el calor veraniego se metió a nadar dejando el canasto con los tamales sobre una roca alta para evitar que cayeran al agua.
Nadó un buen rato, vio navegar los barcos de hojas secas en la corriente del río, a ratos una jaiba bebé caminaba por la orilla y topaba con una de estas embarcaciones, enfrascándose en una lucha de honor por no ceder el paso. Entre sus juegos favoritos estaba el tratar de atrapar los peces en su puño, que al cerrarlo salían disparados bajo del agua.
En una de esas salidas va viendo a un par de pizotes dándose una hartada de tamales de lo más tranquilos. Salió como una flecha y de un solo tomó la resortera y a pedrada limpia les arrancó lo que quedaba del encargo familiar, es decir casi nada.
- Hoy sí me va a caer! -se decía Juanito mientras un nudo en la garganta se le cerraba y no dejaba escapar un lagrimón (pues los hombres no deben llorar).
- Que te pasó vos? – escuchó. Volteando a ver a una quija sobre una piedrota.
- Este par de pizotes pisados me dejaron sin los tamales de mi tía.
- Pedile ayuda a ese mono araña que esta va de columpiarse allá arriba.
- Vos mico araña, me podés ayudar?
- Cómo que vos mico araña? “Señor Mico”, vos patojo.
- Señor Mico, puede usted ayudarme con este problema? Necesito conseguir unos tamales con urgencia!
- Tranquilo mijo, acá tengo algo mejor que los tamales, que seguro les gustará.
Seguidamente el Señor Mico, se paseó ruidosamente de un árbol a otro buscando entre las ramas, le tiró un par de bolas verdes y amarillas: Un par de mazapanes grandotes como cocos maduros.
Más que contento, Juanito se encaminó, ahora sí directo a su destino, dejando atrás los peces, el río y a sus amigos animales.