jueves, 24 de junio de 2010

capítulo quincuagésimoprimero: peto lloyd


Peto Lloyd salió de su casa esa mañana. Llevaba su maletín y su guitarra (porque es maestro de música), iba más cargado que de costumbre, pero andar cargado ya era su costumbre.

Vio hacia el cielo, aspiró fuertemente, sonrió y se dispuso a vivir el mejor día de su existencia.

Justo se encontraba en la esquina cuando se topó con el primer obstáculo: la gran cantidad de automotores que veloces como bólidos recorrían la primera calle, la cual lo separaba de la otra acera.

Reunió todas sus energías y se dispuso a pasar raudo como cohete, se lanzó en cuanto vio un pequeño estrecho entre los autos, esquivó uno que venía justo en colisión hacia él, actuó como el “Manolete” con cuantos vehículos se lanzaron contra él. Llegó a salvo a la acera y ¡zas! Se resbaló con el aceite que había quedado en donde ponían el puesto de pollo con papas...

Y casi cayó sentado, porque es mejor “casi caerse” que “casi no caerse” (y Peto se ha ejercitado en el arte de lo primero), se levantó y de repente se dio cuenta que las suelas de sus zapatos se deslizaban sobre el suelo mojado, así que si trataba de caminar rápidamente patinaba por la acera, en virtud de lo cual dio una demostración magistral de patinaje artístico. Dando piruetas llegó hasta donde se encontraba un árbol, al cual trepó sin saber bien cómo, se lanzó desde éste hasta el techo de la camioneta más cercana, la cual se encontraba en movimiento, como todas las demás en cuyos techos aterrizó después de pegar fuertes y ágiles saltos, todo para evitar a la muchedumbre agolpada en la terminal de buses anexa al mercado. Cuando llegó a la “Calle Martí”, en vez de usar la pasarela como cualquier cristiano, arremetió contra el tránsito, esquivó por poco un gigantesco trailer, trepó sobre un pequeño carro compacto, viajó unos metros sobre los hombros de un motorista, saltó sobre el techo de dos camionetas más, y descendió suavemente sobre la acera en que había planeado esperar su bus.

Cuando vio que se acercaba el bus de la ruta que esperaba, le indicó que deseaba abordarlo, el automotor se detuvo, Peto intentó montarse, pero falló al tratar de agarrarse del tubo, se resbaló y... se pegó tremendo sopapo contra el piso. ¿Qué se creían? ¿que esto era una película muda?




Imagen:

http://thesituationist.files.wordpress.com/2007/06/harold-lloyd-help.jpg

lunes, 21 de junio de 2010

capítulo quincuagésimo: cándido

"Como vos, Cándido, mis primeras letras las aprendí en un castillo donde todo era felicidad. Pero, nada de eso puede durar permanentemente." Le dijo Peto al hijo literario de Voltaire.

"Últimamente, ya no creo que vivamos en 'el mejor mundo posible'; quizás no sea 'el peor mundo posible', pero definitivamente no está nada bien. Y todavía hay quien se obstina en que veamos 'la belleza del mundo'... no, no es que crea que no existe la belleza, pero no creo que sea la que mencionan los optimistas, los cándidos (no te sintás aludido)." Peto había comenzado a discursear, lo cual significaba que Cándido seguramente no tendría la oportunidad de decir una palabra.


"Soy un pesimista, ya lo sé. No puedo evitarlo, ni quiero hacerlo en realidad. Así soy yo."

Cándido sonreía de una manera aparentemente ingenua, afable. Pero Peto sabía que la ingenuidad ya no existía más en su interlocutor, que entre ellos dos no había ni un gramo de confianza en la bondad del ser humano (bueno, quizás un poquitín... no hay que exagerar, porque sería una falacia por generalización, blablablá).

"Mejor me voy a trabajar en mi jardín." Dijo Cándido, y se fue.

miércoles, 16 de junio de 2010

Paréntesis: Importante: Ver "Importante"

Ya se me estaba olvidando, pero lo bueno es que me acordé. Quiero recomendar ver "Importante", un corto producido, escrito, dirigido y actuado por guatemaltecos, aquí la descripción que aparece en Youtube: "... primer cortometraje de Jorge Cabrera. Cuenta con Rafael Romero como protagonista y la producción de "Los Guates", un grupo de amigos guatemaltecos que residen en España. Fue rodado en Madrid durante el verano del 2009 por las calles de Lavapiés, las estaciones de Sol, Embajadores y Delicias, y en las casas de Javier, María y Pablo."

He aquí el link para la página oficial:

http://importante.sinctrl.com/

Para verlo y comentarlo.

Y también aquí está el corto:





Video:

http://www.youtube.com/watch?v=1X9_ilewmIU&playnext_from=TL&videos=lp91teJTMZY

capítulo cero: el acto de desaparición

Desde que era niño, siempre me ha parecido fascinante el acto de desaparición. Claro es, cuando era niño, el acto de desaparición tenía una naturaleza distinta (para mí, en todo caso). Recuerdo una vez, en una fiesta infantil, presenciando cómo un mago hacía desaparecer a un niño dentro de una especie de armario para luego reaparecerlo. En esa ocasión me pregunté, "mientras no lo vimos, ¿adónde fue ese niño?". Parecerá una tontería pero todavía pienso al respecto; no acerca de adónde fue el niño, seguramente había una puerta secreta o algún otro truco, sino ¿adónde vamos cuando desaparecemos?

Ciertamente, a veces quisiera tener el poder no de desaparecer a otros sino de poder desaparecer yo.

capítulo cuadragésimonoveno: cuatro veces menos juicioso

Cuando a Peto le extrajeron la cordal inferior izquierda, el cirujano le explicó: "Tuvimos problemas para extraerla porque sus raíces estaban retorcidas y orientadas en direcciones opuestas."

"Eran raíces quiméricas." Pensó Peto; y no le extrañó, porque todo en él es sinuoso.

¿Sinuoso? Tortuoso sería quizás un sinónimo más apropiado por lo torturado de su espíritu melodramático.

Mientras le retiraban esa parte de él, la muela de la sabiduría (wisdom tooth, porque aparece con la "madurez", jaja) como le llaman los anglosajones, Peto no podía evitar pensar en lo frágiles que somos los humanos y cuán fácil es desbaratarnos y recordarnos nuestra material existencia. Así que le desprendían una parte de sí, reflexionaba en que él no era (no es) sino un montón de huesos, músculos, vísceras y nervios, una especie de máquina (¡¡¡¿extraordinaria?!!! ¿a quién se le ocurre?). Y como cualquier máquina podía (y puede) ser desmantelado y desechado. Fue imposible para Peto el no sentirse cosificado, puesto en su lugar en el universo (que conspira para nuestra felicidad).

Las cordales superiores fueron presa fácil del exodoncista (¿neologismo, o ya existe esta palabra?) lusiférgico. Tardó como quince minutos en sacar las dos.

Pero la inferior derecha, aún cuando tomó menos tiempo en salir, implicó una operación más traumática.

Al carajo, después de tres, una más ya no nos asombra tanto. Claro, las raíces de ésta eran tan sinuosas, tan tortuosas, tan quiméricas, que algo de eso debió dejar a Peto con los pedazos de calcio que se le desprendieron; pero no, sólo se fue un cuarto más de su juicio. La quimera sigue ahí, en la sima que quedó tras la excavación, tan profunda y pavorosa como el hoyo de la zona 2.

Paréntesis: Ya no sé ni cómo se escribe un paréntesis

Resulta que después de tanto tiempo sin escribir, comienzo a olvidar cómo hacerlo. Sin embargo, como dice el viejo refrán (¿o será proverbio... o quién sabe?) "lo que bien se aprende nunca se olvida". Y los viejos vicios son difíciles de matar (o como se diga).

Así que, me parece que lo adecuado es volver a escribir, tanto como pueda, aún cuando siempre me ha importado más la calidad que la cantidad. Mas, en ausencia de ambas lo que procede es hacer algo, y ver qué sale.

Algunos cambios: Adiós al Petoulqui Acústico (esa aplicación disfuncional como yo, con una lista de piezas musicales varias que ya no suenan porque no su reproducción no está disponible aquí en Guatemala); y una nueva plantilla para el blog.