Peto Lloyd salió de su casa esa mañana. Llevaba su maletín y su guitarra (porque es maestro de música), iba más cargado que de costumbre, pero andar cargado ya era su costumbre.
Vio hacia el cielo, aspiró fuertemente, sonrió y se dispuso a vivir el mejor día de su existencia.
Justo se encontraba en la esquina cuando se topó con el primer obstáculo: la gran cantidad de automotores que veloces como bólidos recorrían la primera calle, la cual lo separaba de la otra acera.
Reunió todas sus energías y se dispuso a pasar raudo como cohete, se lanzó en cuanto vio un pequeño estrecho entre los autos, esquivó uno que venía justo en colisión hacia él, actuó como el “Manolete” con cuantos vehículos se lanzaron contra él. Llegó a salvo a la acera y ¡zas! Se resbaló con el aceite que había quedado en donde ponían el puesto de pollo con papas...
Y casi cayó sentado, porque es mejor “casi caerse” que “casi no caerse” (y Peto se ha ejercitado en el arte de lo primero), se levantó y de repente se dio cuenta que las suelas de sus zapatos se deslizaban sobre el suelo mojado, así que si trataba de caminar rápidamente patinaba por la acera, en virtud de lo cual dio una demostración magistral de patinaje artístico. Dando piruetas llegó hasta donde se encontraba un árbol, al cual trepó sin saber bien cómo, se lanzó desde éste hasta el techo de la camioneta más cercana, la cual se encontraba en movimiento, como todas las demás en cuyos techos aterrizó después de pegar fuertes y ágiles saltos, todo para evitar a la muchedumbre agolpada en la terminal de buses anexa al mercado. Cuando llegó a la “Calle Martí”, en vez de usar la pasarela como cualquier cristiano, arremetió contra el tránsito, esquivó por poco un gigantesco trailer, trepó sobre un pequeño carro compacto, viajó unos metros sobre los hombros de un motorista, saltó sobre el techo de dos camionetas más, y descendió suavemente sobre la acera en que había planeado esperar su bus.
Cuando vio que se acercaba el bus de la ruta que esperaba, le indicó que deseaba abordarlo, el automotor se detuvo, Peto intentó montarse, pero falló al tratar de agarrarse del tubo, se resbaló y... se pegó tremendo sopapo contra el piso. ¿Qué se creían? ¿que esto era una película muda?
Imagen:
http://thesituationist.files.wordpress.com/2007/06/harold-lloyd-help.jpg
Vio hacia el cielo, aspiró fuertemente, sonrió y se dispuso a vivir el mejor día de su existencia.
Justo se encontraba en la esquina cuando se topó con el primer obstáculo: la gran cantidad de automotores que veloces como bólidos recorrían la primera calle, la cual lo separaba de la otra acera.
Reunió todas sus energías y se dispuso a pasar raudo como cohete, se lanzó en cuanto vio un pequeño estrecho entre los autos, esquivó uno que venía justo en colisión hacia él, actuó como el “Manolete” con cuantos vehículos se lanzaron contra él. Llegó a salvo a la acera y ¡zas! Se resbaló con el aceite que había quedado en donde ponían el puesto de pollo con papas...
Y casi cayó sentado, porque es mejor “casi caerse” que “casi no caerse” (y Peto se ha ejercitado en el arte de lo primero), se levantó y de repente se dio cuenta que las suelas de sus zapatos se deslizaban sobre el suelo mojado, así que si trataba de caminar rápidamente patinaba por la acera, en virtud de lo cual dio una demostración magistral de patinaje artístico. Dando piruetas llegó hasta donde se encontraba un árbol, al cual trepó sin saber bien cómo, se lanzó desde éste hasta el techo de la camioneta más cercana, la cual se encontraba en movimiento, como todas las demás en cuyos techos aterrizó después de pegar fuertes y ágiles saltos, todo para evitar a la muchedumbre agolpada en la terminal de buses anexa al mercado. Cuando llegó a la “Calle Martí”, en vez de usar la pasarela como cualquier cristiano, arremetió contra el tránsito, esquivó por poco un gigantesco trailer, trepó sobre un pequeño carro compacto, viajó unos metros sobre los hombros de un motorista, saltó sobre el techo de dos camionetas más, y descendió suavemente sobre la acera en que había planeado esperar su bus.
Cuando vio que se acercaba el bus de la ruta que esperaba, le indicó que deseaba abordarlo, el automotor se detuvo, Peto intentó montarse, pero falló al tratar de agarrarse del tubo, se resbaló y... se pegó tremendo sopapo contra el piso. ¿Qué se creían? ¿que esto era una película muda?
Imagen:
http://thesituationist.files.wordpress.com/2007/06/harold-lloyd-help.jpg