Cuando el corazón es de cristal, su fragilidad está implícita. Así que hacemos lo que sea para protegerlo; somos recelosos, desconfiados, hipersensibles, incluso absurdos y ridículos.
Y cuando alguien fractura el cristal de nuestro corazón, por el temor de que sea destruido por completo, nos aislamos, nos escondemos, hasta que comienza a enfriarse por la falta de compañía y se torna en un translúcido pero duro bloque de hielo.
2 comentarios:
¡UF! bueno, buenísimo.
Este corazón, corazoncito. Tiene razón, lo protegemos tanto por momentos que muchas veces no experimentamos cosas tan maravillosas por el bendito temor.
(MUY BUEN ESCRITO).
Comparto la opinión de claraq en un 100%
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