Y así, sin mayores aspavientos (que quién sabe qué serán... pero se lee bonito), el blog cumplió dos años. Y yo no dije nada; y Vds. (si es que hay alguien ahí leyendo) tampoco lo mencionaron. Supongo que, o no nos importa demasiado o no somos demasiado festivos. En todo caso, me pregunto, ¿hay algo que celebrar?
Han pasado dos años y un poco más de escribir en este blog y he vivido muchos sucesos en la realidad y en el mundo cibernético conocido como blogósfera (tanto chapina como internacional). Cosas buenas y malas (siendo pesimista diría que más han sido las malas, pero siendo honesto: la verdad es que no me han afectado "realmente" la mayoría, sólo cibernéticamente).
Entre las cosas que he encontrado positivas está el hecho de haber podido publicar la mayoría de mis textos, y en algunos casos conocer opiniones interesantes al respecto, más allá del "qué bonito" o "qué porquería".
Sin embargo, lo peor que me ha sucedido en la blogósfera ha sido darme cuenta de que no es este mundo cibernético sino un reflejo del real, igual de cargado con personalidades, algunas que me agradan y luego desagradan y viceversa (y me imagino que algo así ocurrirá a los demás con respecto a mi personalidad).
He visto ir y venir blogs y bloggers (por muchísimas razones que, creo, algún día mencionaré). Con bajo perfil y todo, Las aventuras de Petoulqui sigue aquí.
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