martes, 7 de abril de 2009

Narradora invitada: La Maja


El año pasado publiqué un post titulado Perro Muerto. Era una narración que hacía referencia a ciertas experiencias mías con respecto a la muerte física, específicamente a cómo presencié durante varias semanas el proceso de descomposición del cadáver de un perro a un lado de la carretera. La primera fuente de inspiración fue un texto de Oswaldo J. Hernández, pero el título en sí lo tomé de un texto que escribió una amiga mía hace años, "Perro muerto", el cual no trata sobre el cadáver de un perro (¿o sí?). El cuento, con un formato similar a un libreto y que por lo mismo fue representado, fue publicado en "Necrópolis Andante", revista de un solo número que, como ya he mencionado antes en este blog, salió al mundo allá por abril del año 2003.



...



Perro muerto



-Verá lo que pasa, Doctor. Últimamente las cosas están cada vez peor. Desde hace un tiempo descubrí que nos estamos convirtiendo en nuestros propios carceleros. Cualquier persona, aún cuando no la conozca ni la haya visto nunca, puede venir y maltratarme si yo no tengo dinero... eso claro, porque también yo automáticamente entro en el juego absurdo. Y dado que vengo y pido un café asumo que el maltrato es parte del contrato -.

- Perdón, pero ¿puede ser un poco más clara? -.

- Es fácil, Doctor. ¿usted acepta que lo maltraten bajo cualquier circunstancia? -.

- Por supuesto que no -.

- Entonces le hago una apuesta -.

- A ver, a ver, vamos más lento. Primero, ¿por qué me llamó para que nos juntáramos en este café? -.

- A ver, primero, ¿acepta la apuesta? -.

- Veamos de qué se trata.

Ella saca de su bolso una naranja, un vaso, una bolsa de azúcar y un cuchillo. Prepara la naranjada y mira hacia el infinito.

- Muchas veces, cuando pequeña, fantaseé con la idea de hacer un perro muerto, ¿sabe qué es eso? -.

- No lo tengo muy claro, ¿por qué no me lo explica mejor? -.

- Salir de un restaurante sin pagar la cuenta -.

- Ya veo, tiene que ver con romper las reglas, ¿no? -.

- No... tiene que ver con que yo tenía hambre y ellos siempre tenían mucha comida. Es una de las características de los restaurantes. Siempre hay un excedente de comida que se bota -.

El doctor se apresura a decir:

– Pero usted al entrar a un local sabe que hay que pagar -.

- Claro, tampoco tan loca. Por eso es que nunca pude hacer perro muerto. Porque aún cuando ellos sabían que sobraría comida nunca iban a querer dármela a mí. Mejor a los perros -.

- Ya veo -.

- Entonces, el no salir arrancando del local me parecía aceptar sus términos, aceptar que lo que yo creo justo en realidad no es cierto -.

- Ya veo, pero ¿qué tiene que ver eso con la apuesta? -.

- Aquí, muchas veces el café también sobra. Le apuesto que no puede tomarse esas sobras -.

- Sea un poco más específica, por favor -.

- Le estoy pidiendo que se resista abiertamente a pagar, como prueba de que todavía no estamos atrapados, dominados, que todavía podemos actuar en libertad... ¡esta naranja me permite eso! - .

- Me parece que se ha sentido angustiada últimamente -.

- Usted todavía insiste en eso, Doctor. El otro día revisé la cuenta de la luz y noté algo extraño en esa hoja impresa. Sentí que algo no estaba en orden, como si algo me quisieran comunicar. Nuevamente me sentí atrapada. Entonces corrí a buscar a buscar las boletas de los dos últimos meses y las comparé... entonces, cabal, un pequeño aumento en los montos parciales de las cuentas... ¿acaso eso no le dice nada? -.

Repentinamente, el mesero entra en la conversación:

- Perdón, ¿qué se van a servir los señores? -.

El Doctor, un poco turbado, responde:

- Eh... a mí un café Express -.

- A mí me regala un vaso de agua, por favor – añade ella -.

- Entonces, un Express y un vaso de agua. Inmediatamente – sentencia el mesero y se retira -.

Momentos después, les sirve el Express y el vaso de agua.

- ¿Se dio cuenta de sus palabras? -.

- Pero, muchachita, ¡¡¡¿qué tienen sus palabras?!!!

- Ponen en igual condición su café y mi vaso de agua. Luego, como a usted le cobran el café, también me cobran a mí el vaso de agua. Simple silogismo aristotélico, ¿no? -.

- Puede que sea sólo una equivocación, que evidentemente usted puede aclarar perfectamente -.

- La cosa no es tan fácil, Doctor. Esta es una cadena tan larga y ancha que muchas veces no vemos la opresión, y entonces fácilmente pensamos que es una equivocación. Finalmente estamos tan perdidos que vamos necesitando cargar dinero para protegernos del mundo, para funcionar en el mundo -.

- ¡¡¡Pero es que así funciona el mundo!!!

- Sí, es cierto, así funciona nuestro mundo, pero el de los otros no. El de aquellos que nos manejan y no les importa destruirnos como a cucarachas aludiendo daños colaterales. No, ¡¡¡¡ Y es tan sutil que no nos damos cuenta. Les volvemos a comprar espejitos tecnológicos, NIT, E – mail, celular, registros y más registros para saber quiénes somos y adonde estamos, para ser uno más de la lista de los posibles!!!! -.

- Pero, ¡¡¡¡¡¿Posibles qué?!!!!!? – pregunta el Doctor, exaltado -.

- ¡¡¡¡¡¡Posibles cualquier cosa, eso es lo de menos!!!!!! -.

- Bueno, está bien, pero cálmese, ya voy entendiendo – el Doctor asume un tono tranquilizador -.

- Sí, es cierto. Es mejor mantener la boca cerrada. Ellos podrían estar aquí en cualquier momento... Talvez debiéramos salir despacio, sin hacer casi ningún movimiento... yo salgo primero – alcanza ella a susurrar -.

El doctor se queda perplejo por un momento... luego, cautelosamente, también él sale haciendo perro muerto...

El mesero al sorprender la fuga:

- ¡Oigan, ustedes! ¡paguen! ¡guardia! -.

Se oyen dos disparos (bang – bang) y se termina el cuento.




La Maja








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