Eran las dos de la madrugada y Petoulqui conciliaba el sueño...
(Pero qué mentira)
En realidad, Peto estaba despierto; pero no tan lúcido. Escuchó cómo, en la calle, el motor de un vehículo era encendido. Por el estertor tan intenso y desconsiderado, supo de inmediato que no se trataba de cualquier vehículo: era el autobús de su vecino, de Trucutú. Finalmente escuchó a la terrorífica máquina alejarse y ya no pensó más en eso.
Sin embargo, al día siguiente, cuando su madre le comentó que había escuchado a la camioneta marcharse a las 2 am, le preguntó si él también la había escuchado y Peto respondió que sí. Fue cuando él se dio cuenta de algo importante, porque su madre le preguntó, con intención, si se le ocurría alguna idea acerca de la causa de tan repentina partida de la unidad de transporte urbano. Al principio, Peto no supo qué responder, pero poco a poco la idea se fue haciendo más y más clara en su mente.
Peto siempre se había preguntado por qué Trucutú sólo aparecía por el barrio cada cierto tiempo. La prueba de la existencia de su bestial vecino no era la poesía, como hubiera señalado "tan ingeniosamente" Luis Cardoza y Aragón, sino la camioneta que estacionaba frente a su casa de manera limítrofe (tómenlo como quieran) con la Petocueva (¿o deberíamos llamarle el Cubil Petino?).
¿Qué hace un camionetero cuando deja el colectivo (o sea, el bus, la camioneta... la burra, pues) estacionada días y días? ¿De qué vive? Y más importante, tomando en cuenta sus largas desapariciones (muy agradecidas desapariciones, felices desapariciones), ¿dónde carajo vive cuando no está en la vecindad? Debe de manejar una mecánica similar a la de por acá, sólo que por allá, y el Antipetoulqui del otro lado debe de estar preguntándose lo mismo...
Pero, volviendo a lo de ¿cuál era la finalidad de sacar la camioneta a las 2 am? definitivamente se puede descartar el conseguir pasaje porque quién podría querer abordar una ruta a esa hora...
a menos que...
"Eso es", pensó Peto.
Recordó que hacía años, décadas realmente, no se había escuchado hablar acerca de ese carruaje que conducía a los espantos por la ciudad de Guatemala. Seguramente, el equivalente idóneo para el mencionado carruaje sería un taxi, pero con lo que cobran actualmente los taxis debido "al alto los precios de los combustibles", la opción más viable para un espanto que quisiera recorrer la ciudad de extremo a extremo sería abordar una camioneta de línea. Pero, a la medianoche no había camionetas de línea. Excepto la de Trucutú, quien seguramente les cobraría horrorosos precios a los espantos (pero nunca tan horrorosos como los de un taxista, pero esa es otra historia...), precios que le pararían el pelo a cualquiera.
Y así, Peto se imaginó a Trucutú manejando brutalmente su camioneta cargada de espantos que ya no espantan.
"A éstas alturas", pensó Peto, "lo más abominable no son los pobres espantos sino la manera como conduce el troglodita ese."
7 comentarios:
Jaja, un misterio digno de Scooby Doo.
Concuerdo en que lo horroroso serian los precios que cobraría , si los de las 8 pm ya dan susto, los de esas horas ni el Holandés Volador con todo su oro lo podría pagar (en todo caso no creo que sea necesario cuando se tiene un barco que vuela)
En todo caso de noche los transporta pero de día los produce (a los muertos me refiero)
Por cierto, la mejor hora del día es entre la 1 y las 4 am que es cuando más activo estoy, si no mira a la hora que escribo.
REPUESTA: LA MAYORIA ANDAN EN "PIEDRA".
Esos majes son bien locos, yo conocí unos cuantos que se ponían las grandes "empedradas" (piedra crack), y se desviaban de la vía, yendo a parar hasta los confines del espacio exterior, es decir hasta la "mierda", bueno la onda es, que un mi cuate tenía un par de buses y cuando derrepente, se le desaparecía un loco de éstos (hay que recordar que la mayoría son mareros drogos ¿o no?), bueno la onda es que hay que tener cuidado, pues raptan las camionetas y derrepente hacen de las suyas, sin paja.
Recordá que como son grandes esas babosadas, caben bien las "chivas de los demás". De plano que vió un tira y pegó la huída el baboso.
Saludos.
Ya regresará trucutu a seguir recolectando almas. Qué suerte esa la de PetoPellecer de vivir tan cerca del infierno, tan cerca de la base central.
En fin. órale.
Ja ja ja, o sea que quedamos en que los espantos no son nada a la par de las tarifas de los taxis y de como maneja Trucutú, que ya sabemos que no es la prueba de su existencia la poesía..
Buenísimo!!.
Gracias por las sonrisas en plena mañana atestada de trabajo...
Estimado Peto, yo también tengo un Trucutú justo atrás de la casa, tus memorias y anécdotas son como las mías si algún día las escribiera. Ha de existir una "escuela anormal de Trucutús", como mínimo, un sindicato. Seguramente hasta Dante, si viviera hoy, cambiara su rio infernal y su lanchero demoníaco, por una calle embachada de la ciudad y un Trucutú en su máquina bestial.
Una más de las Leyendas de Guatemala...
Claro, tenía que ser un bus, porque son tantas las ánimas nuevas que día a día aparecen en Guatemala que no cabrían en un taxi... Y por supuesto que debe manejar endemoniadamente el Trucutú ese, si no no sería digno de conducir dicho carruaje...
Ese Petoulqui no se despierta ni sale a ver a fuera de su casa aunque esté pasando la Procesión del Señor Sepultado de Santo Domingo enfrente!!!
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