sábado, 28 de febrero de 2009

Entrada número 100

Tenía planeado que el día viernes 20 de febrero iba a publicar la entrada número 100 para que coincidiera con el aniversario número 1 de Las Aventuras de Petoulqui. Esto era lo que tenía planeado...

Y por ello fue que no escribí desde no recuerdo qué fecha de febrero, esperando que llegara el momento. Sin embargo, he tenido otras cosas que hacer (el trabajo, los estudios...) y el viernes 20 de febrero, mientras corría de un lugar a otro para cumplir con mis obligaciones, olvidé por completo que en algún momento había planeado publicar, no digamos escribir, y simplemente no hice nada y agradecí la posibilidad de irme a dormir temprano (como a las 11 pm ó algo así).

La primera entrada de este blog fue "El nacimiento de Petoulqui". La publiqué minutos antes de irme al primer concierto de la temporada sinfónica 2008 de la OSN (Orquesta Sinfónica Nacional; aclaro porque hay más de una orquesta sinfónica actualmente), que por realizarse el 20 de febrero, día conmemorativo de la Marimba y del héroe nacional, incluyó dentro del programa el "Concierto para marimba y orquesta" del maestro Jorge Sarmientos y, si no me equivoco, una suite regional del maestro Benigno Mejía. Otra composición que se interpretó esa noche recibe el nombre de Sinfonía Tikaleña del maestro Rafael Juárez. Ésta última composición no pude escucharla porque me retiré temprano del concierto, justamente en el intermedio. Y de las dos primeras obras debo reconocer que, por razones subjetivas, me gustó más la primera. Ahora bien, la importancia del concierto del maestro Sarmientos es que coloca a la Marimba guatemalteca dentro del ámbito de los instrumentos sinfónicos. Un instrumento de tan alto grado de calidad organológica no debería, bajo ninguna circunstancia, ser objeto de descalificación o menosprecio (no sé si estoy cometiendo un pleonasmo, pero me interesa sobremanera que se entienda y hasta sobreentienda la idea). Me he encontrado con algunos comentarios al respecto de la actividad cultural mencionada, a lo mejor alguien desea revisarlos haciendo clic.

Durante este año, he pasado por varias etapas, según he podido revisar, en las cuales he revelado un alto grado de intransigencia, desconcierto, indignación (a lo mejor desmedida), experimentación narrativa; libre y también reprimida expresión de las ideas y los sentimientos. He conocido a algunas personas que también escriben blogs y sus respectivas obras (léase en sentido amplio lo de "obrar", a quien le quede el guante...). Sigo en mi línea, la cual es más bien sinuosa, si no errática, y completamente carente de confiabilidad científica o ideológica.

El blog, gracias al flammer, ha cambiado de cabecera. Se le ha incluído música (opcional la mayoría de las veces). He cambiado un par de veces las sugerencias de blog. He dejado en su lugar los botones de los proyectos "LunaPark" y "Te prometo anarquía".

Qué sé yo... sigo verde. En esto y en muchas otras cosas. Sigo siendo un adolescente trasnochado en muchos aspectos. No soy perfecto ni pretendo serlo. Soy un pedante, pero también puedo ser sensato y amable, todo depende. El petoulqui en mí sigue existiendo; sí, con ese nombrecito ridículo pero que no cambiaría por ningún otro, a menos que yo lo desee, y cuando yo así lo quiera. Y hablando de ello, aquí están algunas deformaciones del término Petoulqui:

  1. Petoluqui
  2. Pelotuqui
  3. Petroluqui
  4. Pietro Lucky
  5. Peloulqui
  6. Petoliqui
  7. Petuqui
  8. Petoballs
  9. Petolouqui
  10. Peotoulqui
  11. Petuolqui
  12. Pedoulqui
  13. Petolqui
  14. Petrochelli

Qué les diré, algunas fueron errores en el deletreo de la palabra, otras simplemente invenciones espontáneas de ciertos colegas, algunos fueron idea mía, y el de Petrochelli es porque un cuate que vende libros en la U, me contó que había un detective con ese nombre, todo porque yo estaba comprando unos libros de Bond 007, y el apodo me gustó (igual, nadie me llama por ese sobrenombre).

Hasta luego, buenas personas lectoras. Ya veremos si hay otro año de las aventuras de Peto (como dijo Bowman, ya habrá tiempo para decidir qué hacer... yo lo decidiré y nadie más).

viernes, 6 de febrero de 2009

Paréntesis: Sé un lider, no un seguidor...


Hace tiempo que quería escribir sobre esto, pero con aquello de la procrastinación...

Últimamente he estado un poco alejado, he seguido leyendo los blogs de otros y revisado algunas publicaciones electrónicas, pero me he mantenido a prudencial distancia; supongo que ya se me está haciendo un poquito cargante esto de la blogósfera. También he estado más ocupado que de costumbre (al menos, más que durante las vacaciones escolares semi-obligadas...).

En todo caso, este año se cumplen diez años desde que salí del colegio y me gradué de maestro de educación primaria urbana y, coincidentemente, estoy en el proceso de realizar la práctica docente para el profesorado de enseñanza media en educación musical. En aquel año, 1999, realizar la práctica docente supervisada fue un infierno. Me sentía completamente inseguro acerca de mis capacidades como maestro y no tenía ni idea acerca del proceso educativo. Mentiría si dijera que ahora soy un experto, pero algo se aprende con los años. Y ha sido fascinante (éste es el término adecuado) observar el trabajo de otros docentes, quienes realizan una labor excelente y son un ejemplo a seguir. Quedé particularmente impresionado con el desempeño de los profesores de Matemáticas, Ciencias Sociales y Formación Musical, más que todo en la primer área, porque además de que siempre he sido un pésimo estudiante en todo cuanto tenga que ver con números (bueno, siempre he sido un mal estudiante en todo lo formal...), nunca imaginé lo dinámica y excelentemente motivada que podía ser una clase de matemáticas (y no pude resistirme a decirle a la profesora, "ojalá hubiera tenido una maestra de matemáticas como Vd., cuando era adolescente").

La capacidad de asombro es algo que me parece importantísimo, el no perderla quiero decir. Casi seis años de dar clases y aún así uno puede sorprenderse. Las sorpresas nos las dan nuestros alumnos, nuestros colegas y gente a quienes uno ni siquiera conoce, que se los ve una sola vez, pero que pueden causar un cambio en nosotros. Lo que me interesa en la educación es el cambio, algunos han definido el objetivo del proceso educativo como "cambio en la conducta del individuo". Cuántas veces somos educados cada día. No me interesa por otra parte la posición extremista de que "de todo se aprende y bla, bla, bla...", no creo que sea tan simple. Pero donde hay alguien que se esfuerza por hacer bien su trabajo y que cambia deliberadamente con los años, que no se aferra a lo viejo, que se mantiene joven de corazón, ahí hay aprendizaje, hay educación.

A los maestros nos toca asumir el rol de líder, que no de dictador. Aborrezco todas las formas de dictadura (aún cuando yo mismo padezca de muchos síntomas, "mea culpa..."), no creo en los sectarismos, en las agrupaciones que pierden el carácter voluntario en cuanto a su pertenencia, en los sistemas de ideas que aplastan el pensamiento individual, supongo que me estoy refiriendo a cualquier sistema, entonces... Me gusta esta frase: "Sé un líder, no un seguidor..."




lunes, 2 de febrero de 2009

capítulo cero: se dice de mí...

"No es un caballero. No es más que la ingeniosa imitación de un caballero. Es un músico, un escritorzuelo o un artista de baja categoría..."

Henry James. Daisy Miller, cap. 3

Y aquí está una vez más su amigo Petoulqui, o tal dice ser... a lo mejor, quién sabe... pero, en todo caso, si lo dice, ha de ser de corazón, porque ello no le falta, todavía le late bien adentro de su pecho, si bien hemos de reconocer que su músculo cardíaco es más bien taquicárdico y especialmente sensible a las prensas de la amargura y del temor.

¿Qué tal la cita del señor James? ¿Les ha gustado? Como habrán visto, está tomada de ese librito titulado Daisy Miller. ¡Cómo me gusta esa Daisy Miller! Es en exceso simpática la muchachita. A lo mejor algo imprudente. Pero, ¿quién no lo es, a fin de cuentas? Yo peco de ello, así que mejor me abstengo de hacer comentarios a lo mejor hirientes... porque luego habrá quien se los tome a mal. Parece que la libre expresión sólo interesa cuando se trata de la propia, pero qué le vamos a hacer. Ya lo dijo el pensador, "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo." Yo qué sé. A lo mejor sería bueno que cada quien lo defendiera con su vida, pero si vamos a lo general, defendámoslo todos, que si perdemos la libertad qué nos queda... ah, se me olvidaba, ¿qué libertad...?

Así que, se dice por ahí que los escritorzuelos, musiquillos, artistas de baja categoría, bla, bla, bla... lo de caballero, no creo, porque ya una de mis familiares se encargó de confirmarme que no lo soy. Aquello de artista, pero ni de baja categoría, ya que una de mis "amigas" me dijo sabiamente, "¿Qué, ahora te creés artista?". Y lo de escritorzuelo y musiquillo, eso sí; por más que trato no puedo quitármelo. El cazurro vive en mí y cual jilguero canta cuando le place, acallarlo me produce aquellos dolores cardíacos que ya he mencionado y el escritorzuelo se rebela y cuando me doy cuenta ya está escribiendo una entrada basada en una cita de Mr. James. Así que, ¿qué le vamos a hacer? Si el Peto es un escritorzuelo, quien lo desee que lea sus textos, y a lo mejor algún día le tocara escucharlo interpretar alguna canción... nunca se sabe.

Y bien, ¿qué nos queda? viéndolo bien, bastante. A mí, por ejemplo, la memoria de la dulce y alocada Miss Miller...