Cuenta el escuilache (Galich era su sobrenombre, Manuel le otorgaron por gracia en la pila bautismal) que el Duende estaba enamorado de Maricastaña y que, en tiempos de ésta, la visitaba en la corte del Rey Perico de los Palotes, la cual se encontraba un poquito más acá que el Quinto Infierno. Y lo que más le gustaba al Duende de su princesa Maricastaña era (trenzar) el cabello de ella ("... roble pulido, tabaco en flor... ¡oro musivo!"); gozaba hundiendo las puntas de sus dedos en esa "catarata de seda rebelde".
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