martes, 5 de junio de 2012

capítulo sexagésimoquinto: memorias de un delirio recurrente

En estos días he estado recordando un delirio recurrente en mis episodios de fiebre durante la niñez: veía un convoy de lo que bien podrían ser carros militares (camiones, tanques, ¿tanquetas tipo armadillo?), los cuales recorrían interminablemente la varilla horizontal de la cortina de mi cuarto (habitación, pieza, etc.). Creo que el delirio en sí no debería de parecer raro; lo raro, para mí, en todo caso, era cuando debido a lo recurrente de la visión me daba cuenta de que estaba delirando, que el tal desfile no era (¿no podía?) ser real. Y entonces recordaba que estaba enfermo y que tenía fiebre, mas no por eso terminaba el desfile.

Era rara la sensación de estar enfermo cuando niño. Guardando reposo por paperas, leí "A través del espejo" y al siguiente año, con alguna infección de la garganta, leí completo un libro con cuentos de los hermanos Grimm, tomo que comenzaba con "El pájaro grifo", hasta ahora uno de mis cuentos favoritos.

Y ahora, sintiéndome algo maleta, estoy comenzando a reconciliarme con Milan Kundera (el mes pasado leí "La identidad" y ahora estoy leyendo "La vida está en otra parte"), de quien por un tiempo me vi influenciado por su estilo (tengo un relato que comencé a escribir hace aproximadamente una década y nunca lo concluí, tal vez lo publico en este blog para quienes quieran tomar el riesgo de leerlo. Tal vez...). Sintiéndome algo maleta, decía, recordé lo que era estar enfermo cuando niño y sufrir delirios recurrentes.

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