Saturnino odiaba trabajar en la maquila, no sabía muy bien porqué; y siempre llegaba tarde. Pero, ¿qué importaban sus retrasos, si de todas maneras siempre los sacaban mucho después de la hora de salida? ¿Y qué era eso de que el tiempo es oro, si recibían tan poca paga por tantas horas de trabajo? Un día pensó que ellos, los obreros, merecían un mejor salario, y comenzó a comentarlo con sus compañeros; su amigo Pepe le dio la razón, pero los más viejos ya habían tenido sus experiencias con los sindicatos y sentenciaron: “Olvídense de esas ideas, patojos. Sólo sirven para perder el tiempo... o la vida”. Los otros obreros, indiferentes, se alejaron en silencio.
jueves, 29 de marzo de 2012
Cuento original: El tiempo es oro
domingo, 4 de marzo de 2012
Versificación V: "¿A la Beat?"
Escucho cantar un gallo
Y no sé si es de día o de noche...
¡Mentira! Sí lo sé, pero
Me gusta jugar con la posibilidad del desconcierto.
Mientras camino por la sucia calle,
En la penumbra que produce el alumbrado público color ámbar,
Un indigente me llama: ¡Músico!
Yo soy "el músico", pero es él quien quiere una audiencia que atestigüe su existencia...
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