"Barajar los naipes es algo, en otro plano, como ver romperse las olas de la mar en la arena de la playa. Y ambas cosas nos hablan de la naturaleza en la historia, del azar de la libertad... En el arte supremo de aprovechar el azar, la superioridad del jugador consiste en resolverse a abandonar a tiempo la partida para poder empezar otra. Y lo mismo en la política y en la vida."
Cómo se hace una novela - Miguel de Unamuno y Jugo
domingo, 24 de enero de 2010
jueves, 14 de enero de 2010
Cuento Original: Justo cuando abrí el paraguas
Había abierto mi paraguas, estaba decidido a retirarme, entonces la vi… (cerré el paraguas) y no supe qué (más) hacer, excepto quedármele mirando: Estaba bajo la lluvia. Simplemente bajo la lluvia. Sin nadie alrededor (todos habían buscado refugio para no quedar empapados, ella no).
Repentinamente, varias preguntas aparecieron en mi mente.
La primera fue, “¿Qué está haciendo ahí?”. Si Vds. la hubieran visto, quizás me entenderían, quizás (A veces ni yo mismo lo entiendo. Ni yo mismo me entiendo, a decir verdad).
Y la segunda, “¿Por qué está ahí?”. El hecho de estar ella ahí, bajo la lluvia, empapándose, en determinado momento viendo hacia el cielo, cerrando sus ojos y expresando mediante cierta calma en su rostro que se sentía extasiada, me pareció menos importante que la razón por la cual estaba ahí, ¿cuál era el motivo que la impulsaba a estar bajo la lluvia, sencillamente mojándose?
Y a éstas siguieron otras, por supuesto, pero tan poco importantes que ya las he olvidado. Digamos que carecían de importancia histórica.
¿Qué hacer? Me lo preguntaba una y otra vez.
Acababa de mejorarme de una gripe terrible. A lo mejor alguno de Vds., caros lectores, alguna vez haya padecido de gripe, pero no de gripe terrible, puesto que ésta es como l’enfant terrible de las gripes. Es tremenda.
Casi nunca tengo gripe, pero cuando me da, cuando me invade más bien, no es una guerra, es una masacre, y la víctima soy yo. Eso es todo.
Por lo anterior, la pregunta “¿qué hacer?” no era una fácil de responder.
Acercarme, en todo caso, implicaba gran peligro para mi salud. Ya ven que no era cosa sencilla.
Aparte estaba el factor, ¿por qué carajos podría ser una buena idea el acercarme?, además, ¿para qué? ¿qué esperaba lograr con ello?
Ah, pero ésta era una pregunta que sí tenía fácil respuesta. Y si no se la daba era por cobardía, por no atreverme a confrontar el hecho. La razón que me obligaba, que me compelía a acercarme, era que aquella escena, esa mujer empapándose bajo aquel diluvio, por lo extraño que se presentaba ante mis ojos, ante mi alma, resultaba algo completamente fascinante. La naturaleza de mi impresión, por supuesto es inefable (sólo palabritas, ¿no es cierto?). Pero, ejemplifiquémoslo de esta manera, yo me sentía como una polilla atraída hacia la luz de una vela (lindísimo lugar común, ¿verdad?).
Sin pensarlo más, harto ante mi propia indecisión, me acerqué tratando de no mojarme demasiado (en esto, fallé en lo poco, en lo mucho y en lo absoluto) para no caer víctima otra vez de mi temido enfant.
Estando a la par de ella, sin decir nada, y por quién sabe qué estúpida causa, cometí el más grave error de esta narración. Un acto comparable, qué sé yo, con Pandora abriendo la caja o con la infamia de mezclar un buen ron con Caca Cola:
Abrí mi paraguas sobre ella.
Eso fue todo.
La magia murió. Esa noche, en ese justo momento murieron no sé cuántas hadas, se les rompió el corazón (y toda esa parafernalia de tipo modernista…).
Justo cuando abrí el paraguas dejó de llover…
O bien:
Justo cuando abrí el paraguas fue como despertar de un sueño….
O:
Justo cuando abrí el paraguas este cuento se acabó.
Repentinamente, varias preguntas aparecieron en mi mente.
La primera fue, “¿Qué está haciendo ahí?”. Si Vds. la hubieran visto, quizás me entenderían, quizás (A veces ni yo mismo lo entiendo. Ni yo mismo me entiendo, a decir verdad).
Y la segunda, “¿Por qué está ahí?”. El hecho de estar ella ahí, bajo la lluvia, empapándose, en determinado momento viendo hacia el cielo, cerrando sus ojos y expresando mediante cierta calma en su rostro que se sentía extasiada, me pareció menos importante que la razón por la cual estaba ahí, ¿cuál era el motivo que la impulsaba a estar bajo la lluvia, sencillamente mojándose?
Y a éstas siguieron otras, por supuesto, pero tan poco importantes que ya las he olvidado. Digamos que carecían de importancia histórica.
¿Qué hacer? Me lo preguntaba una y otra vez.
Acababa de mejorarme de una gripe terrible. A lo mejor alguno de Vds., caros lectores, alguna vez haya padecido de gripe, pero no de gripe terrible, puesto que ésta es como l’enfant terrible de las gripes. Es tremenda.
Casi nunca tengo gripe, pero cuando me da, cuando me invade más bien, no es una guerra, es una masacre, y la víctima soy yo. Eso es todo.
Por lo anterior, la pregunta “¿qué hacer?” no era una fácil de responder.
Acercarme, en todo caso, implicaba gran peligro para mi salud. Ya ven que no era cosa sencilla.
Aparte estaba el factor, ¿por qué carajos podría ser una buena idea el acercarme?, además, ¿para qué? ¿qué esperaba lograr con ello?
Ah, pero ésta era una pregunta que sí tenía fácil respuesta. Y si no se la daba era por cobardía, por no atreverme a confrontar el hecho. La razón que me obligaba, que me compelía a acercarme, era que aquella escena, esa mujer empapándose bajo aquel diluvio, por lo extraño que se presentaba ante mis ojos, ante mi alma, resultaba algo completamente fascinante. La naturaleza de mi impresión, por supuesto es inefable (sólo palabritas, ¿no es cierto?). Pero, ejemplifiquémoslo de esta manera, yo me sentía como una polilla atraída hacia la luz de una vela (lindísimo lugar común, ¿verdad?).
Sin pensarlo más, harto ante mi propia indecisión, me acerqué tratando de no mojarme demasiado (en esto, fallé en lo poco, en lo mucho y en lo absoluto) para no caer víctima otra vez de mi temido enfant.
Estando a la par de ella, sin decir nada, y por quién sabe qué estúpida causa, cometí el más grave error de esta narración. Un acto comparable, qué sé yo, con Pandora abriendo la caja o con la infamia de mezclar un buen ron con Caca Cola:
Abrí mi paraguas sobre ella.
Eso fue todo.
La magia murió. Esa noche, en ese justo momento murieron no sé cuántas hadas, se les rompió el corazón (y toda esa parafernalia de tipo modernista…).
Justo cuando abrí el paraguas dejó de llover…
O bien:
Justo cuando abrí el paraguas fue como despertar de un sueño….
O:
Justo cuando abrí el paraguas este cuento se acabó.
domingo, 10 de enero de 2010
Paréntesis: Cuadrado, rubio y de ojos azules...
miércoles, 6 de enero de 2010
capítulo cero: estilo
Me he dado cuenta de que es menos lo que les digo, al escribir, que aquello que dejo para que Vds. se lo imaginen. Es decir, dejo muchos espacios en blanco, para ser rellenados como mejor les parezca. A lo mejor los obligo a pensar, o ése, al final, sería uno de los requerimientos al leer algunas de las cosas que escribo.
Les hablo suponiendo que Vds. están en el mismo contexto que yo, que comprenden las cosas a mi manera, que saben de qué les hablo. Asumo que harán los mismos esfuerzos que yo para llegar a conclusiones, quizás distintas, pero en la misma línea o similar.
Les muestro el silogismo de mi razonamiento, una especie de maquinaria, o el plano de la misma, sin mayores cubiertas, o ninguna, esperando que puedan comprenderla.
Bueno, si les gusta esto, seguramente continuarán leyendo...
Les hablo suponiendo que Vds. están en el mismo contexto que yo, que comprenden las cosas a mi manera, que saben de qué les hablo. Asumo que harán los mismos esfuerzos que yo para llegar a conclusiones, quizás distintas, pero en la misma línea o similar.
Les muestro el silogismo de mi razonamiento, una especie de maquinaria, o el plano de la misma, sin mayores cubiertas, o ninguna, esperando que puedan comprenderla.
Bueno, si les gusta esto, seguramente continuarán leyendo...
domingo, 3 de enero de 2010
Paréntesis: Sehnsucht
"Los alemanes emplean pocas veces la palabra “nostalgia” en su forma griega y prefieren decir Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Senhsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen Kindheit, o nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor)."
Kundera, Milan. La Ignorancia. Tusquets Editores. Primera Edición. España, 2000. p. 13
Videos: http://www.youtube.com/watch?v=JAYb8ZyjzD0
Kundera, Milan. La Ignorancia. Tusquets Editores. Primera Edición. España, 2000. p. 13
...
Pensar demasiado es perjudicial para quien escribe, es decir para mí. Porque si pienso demasiado, a lo mejor decido no escribir, o simplemente borrar lo escrito. Ya saben Vds. que me tomo muy en serio aquello del proverbio arábigo "Amo de mi silencio, esclavo de mis palabras", o algo así lo recuerdo. Pero tomando como base una cita petoulquiana, en este caso de Milan Kundera, a quien respeto considerablemente, aún cuando con ciertas reservas, me atrevo a escribir esto y posteriormente publicarlo. En fin, no es más que un paréntesis, una nota al margen, nada comprometedor.
Es fácil, cuando termina un año y comienza otro, sentir nostalgia. Pero me gusta más esa del tipo del Sehnsucht (¿o debiera decir de la "Sehnsucht", en femenino?), de esa que anhela no solamente lo que fue, sino lo que ya nunca podrá tener, y aún más lo que nunca tuvo y nunca podrá ser.
Hace años encontré un video en Youtube que me pareció fascinante, era de un grupo escandinavo, o así lo recordaba, y en él se mostraba a un grupo de ancianos que jugaba como niños, o eso parecía. Me recordó al filme de Twilight Zone, con los ancianos que rejuvenecen y, pensándolo bien, también era similar a Cocoon. Se lo mostré a mi hermano, nos gustó bastante, pero cometí el error de no guardarlo en mis favoritos. Sin embargo, acostumbrado a las persistentes búsquedas en la red, pensé que sería fácil volver a encontrarlo. No fue así. Pasaron meses tratando de hallarlo y nada, no me resultó aquello de escribir en el motor de búsqueda "old people playing as kids" y cosas similares. Tratar de encontrar el sencillo entre muchísimos grupos de rock, rock-pop, pop-rock, bla, bla, bla, escandinavos en Wikipedia fue igualmente infructuoso. Hoy a las 2 de la mañana o similar, en una de mis búsquedas frenéticas, se me ocurrió escribir en español la siguiente descripción en el motor de búsqueda: "video musical ancianos jugando como niños". Y ¡Zás! apareció esto. En un blog llamado Libro Rojo de la Frontera del Oeste Sueños, discos, películas, y más. 3ª parte de Blog de un Hobbit. Había un post acerca de esta agrupación musical islandesa Sigur Rós, y estaba posteado el video que buscaba y otros más, y más allá de lo que temía, el video todavía funcionaba, fui a Youtube, seleccioné el video en favoritos y lo vi. No me emocionó como antes. Algo había muerto en mí. No en el video, que era exactamente como antes, no digo que como lo recordaba porque no es que tenga memoria fotográfica ni nada. Sin embargo, he querido compartirlo con Vds:
Muy bien, volví a ver el video una vez más, antes de postearlo para Vds. y debo reconocer que me gustó. Supongo que no todo está muerto y que las dos de la mañana no es el mejor momento para ver un video, aparte que no le podía subir mucho al volumen porque las demás personas quieren dormir. En efecto, la música es muy importante para apreciar el video. Y como andamos en ánimo regalón, aún cuando a mí no me gustó demasiado (exceptuando la música), podría ser que a alguno de Vds. sí. Aquí les dejo "El globo rojo" (Le Ballon rouge):
Videos: http://www.youtube.com/watch?v=JAYb8ZyjzD0
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