viernes, 31 de julio de 2009

capítulo trigésimocuarto: extraña coincidencia


Otra extraña coincidencia, más bien. Es que ya antes he presenciado extrañas coincidencias. Habrá quien podrá confirmar, si quiere, la verdad de lo que digo, en cuanto a las anteriores y acerca de ésta que nos ocupa.

Resulta que la imagen que ilustra este post bien podría ser la de una niña alta y de cabellos rizados y desordenados que se encuentra junto a su abuelo, un anciano de barbas blancas. Más bien, lo es. Pero también podría ser que esta imagen no me fuera tan ajena. A lo mejor esa niña podría llamarse Petoúlquina Amarilla y ese anciano Papá Tono. Y también podría ser que la una fuera mi descendiente y el otro mi ascendiente, es decir que estuviéramos relacionados por consanguinidad.

Podría ser.

Pero no, no lo es. Porque aún cuando la niña de la imagen guarda un asombroso parecido con la Petoúlquina, el anciano abuelo de ella, al contrario del anciano de la imagen, no fuma tabaco en pipa, ni tiene la barba tan larga. Por lo demás, son idénticos.

Sí, pero el buen observador u observadora, habrá deducido que los de la imagen son simple y sencillamente una niña llamada Adelaida (Heidi, si le conocemos y le tenemos algo de confianza) y su abuelo, el Tío de los Alpes.